Noticias de Cantabria
12-05-2016 12:22

Por un `Cursus honorum`

Una de las cosas más extrañas es el interés tan extraordinario que tienen los políticos novatos, por imponer a los demás partidos, con alguna tradición, unas primarias para acceder a la Presidencia del Gobierno. ¿No les retrae ni espanta el fracaso de los que han llegado por este método?....

Una de las cosas más extrañas es el interés tan extraordinario que tienen los políticos novatos, por imponer a los demás partidos, con alguna tradición, unas primarias para acceder a la Presidencia del Gobierno. ¿No les retrae ni espanta el fracaso de los que han llegado por este método? En realidad no hay más que recordar al Presidente que tuvimos, no sabía más que decir: estamos en la Champions League, mientras los políticos europeos se reían de él en las reuniones, y caminábamos al desastre económico. Además hay ejemplos de los que una vez elegidos, porque no les agradaba a los barones, los abrieron la puerta para salir y no por un puente de plata.

En tantos años de historia democrática no hemos aprendido un método para elegir a las personas más dignas y preparadas para los cargos públicos, y la experiencia de las primarias dice que nos hemos equivocado siempre. Aunque también tendrá sus defectos: ¿Por qué no observamos la historia un poco más allá, y estudiamos, a ver si nos dan alguna luz, antiguas experiencias? También en Roma tuvieron sus problemas, durante la República, para elegir a los cargos públicos, e inventaron un método muy razonable, aunque también tuviera algunos deslices, pero desde el punto de vista lógico puede servir de modelo.

Frente a la crisis que nos está causando esta forma de designar novatos e inexpertos para los cargos públicos, salidos por este método de «primarias», conocemos que los romanos se inventaron lo que llamaron el «cursus honorum». No hace falta mucho esfuerzo para traducirlo por «la carrera de los cargos públicos», esto es, pasar antes por algunos trabajos, quienes se sientan con vocación de políticos, para ejercitarse previamente en actividades que demuestren su capacidad  para futuros cargos públicos.

¿No sería bueno que tuvieran que pasar por diversos trabajos, donde demuestren el interés por la res pública, y no que lleguen a los cargos públicos en unas «primarias», porque son unos niños guapos y con alguna simpatía para los amigos? ¿Pueden llegar a cargos públicos personas que pisotean los derechos humanos? Por ello hacer un «cursus honorum», como hacían los romanos, sería muy interesante, porque toda la sociedad sabría el talante y la valía de la persona que aspire a un cargo público, y si quiere llegar a Presidente del Gobierno, no digamos lo que se le debería exigir.

El «cursus honorum» de los romanos era muy lógico. El paso previo para iniciar la carrera política para un joven, era hacer el Vigintisexvirato. Consistente en trabajar a los 20 años en alguno de los seis tipos de trabajos de servicios sociales, que constituían magistraturas menores, y era necesario ejercer una de ellas para poder aspirar a la Cuestura.

A lo primero que se optaba era a Cuestor, el cargo más bajo para empezar la carrera política. Tenía la importante función de tesorería, encargado de las finanzas y de pagar a los ejércitos; en las provincias estaba subordinado al gobernador. Era un cargo anual, y la edad mínima para poder optar a ella eran treinta años. El cargo de cuestor daba acceso directo al Senado.

El siguiente paso en la carrera política era el cargo de Edil. La edad mínima para ejercer el cargo era de 36 años. Las funciones que tenía que hacer eran encargarse de la seguridad de la ciudad y de los templos de Roma, de la distribución de alimentos, del mantenimiento de las calles y su salubridad, y de la organización de los Ludi Maximi.

El tercer paso era el cargo de Pretor, que constituía la primera magistratura calificada de superior, tenían asignado funciones relacionadas con la administración de justicia. Los pretores podían gobernar provincias menores y obtener el mando de legiones.

Por fin se llegaba al Consulado, que era la magistratura suprema. Podemos considerarlo equivalente a Presidente del Gobierno. Los Cónsules eran dos y se encargaban de convocar y presidir las sesiones del Senado, de ejecutar la política exterior y de comandar los ejércitos en campaña. Había dos cónsules anuales, llamados ordinarios, y daban nombre al año (epónimos).

Como puede observarse estaban bien estructurados los pasos a dar para llegar a la suprema magistratura, y en cada escalón había que  demostrar la capacidad de las personas para avanzar en la carrera política. En nuestra sociedad también se podrían ir escalonando los trabajos de los candidatos para adquirir una idoneidad para los altos cargos. Así podríamos señalar:

Empezar por unos trabajos previos, dentro del mismo partido, por ejemplos, los comunistas clásicos empezaban por vender periódicos, para hacer un esfuerzo mientras se formaban en la doctrina. Campos de propaganda y comunicación sería una buena enseñanza previa.

Hoy día no puede ser encontrarles un trabajo de guardar y administrar finanzas como el de la Censura, pero podría sustituirse por ser concejales y diputados con un trabajo serio de estudio y preparación en las labores de los organismos públicos.

El siguiente paso sería el Edilicio, bien podría traducirse, en nuestra organización, por ser alcalde, que responde bien a aquel trabajo que en Roma realizaba el Edil. Considerando que su trabajo responde a una buena administración en Ayuntamientos o Diputaciones.

En el siguiente paso habría que demostrar que uno es perito en una administración importante como una Autonomía o un ministerio, donde haya demostrado que sabe dominar la gran complejidad que supone el gobierno de cualquier organismo público superior.

Una vez llegado aquí, estaría preparado, si su partido le vota en asamblea general, para presentarse en unas elecciones para Presidente del Gobierno. La falta de experiencia en los actuales candidatos, además asentados en el odio a la oposición, vemos a la catástrofe a la que nos dirigimos.

Si los candidatos realizaran un «cursus honorum», aprenderían a respetar a los demás, y guardar un orden en los tiempos difíciles de la administración de un Estado, porque al llegar a ese momento tendrían un bagaje de experiencia, y no estaríamos en la confusión de estos momentos, donde no hay más que pedantería y desconsideración de los otros y negación de la realidad.

Encima, al que no siga su modelo, lo anatematizan mandando a las tinieblas exteriores, o mejor dicho al pacto del Tinell, en cuyo anexo han suscrito: «Igualmente estas fuerzas se comprometen a impedir la presencia del PP en el gobierno del Estado, y renuncian a establecer pactos de gobierno y pactos parlamentarios estables en las cámaras estatales». Si es esa la idea que los políticos tienen de lo que es la lealtad a los votantes, al principio de igualdad y al respeto por las ideas de los demás, es conveniente que la sociedad española haga una reflexión seria.

Con un «cursus honorum» bien hecho llegarían los candidatos con más humildad, y con una adecuada formación para el oficio que tienen que desempeñar.

 

 

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Comentarios(1):

PAD - 12-05-2016

Querido Juan: he leído tu artículo reflexionando sobre lo que dices y creo que desconoces la realidad actual, en la cual personas sin ideales, experiencia ni conocimientos quieren llegar pronto y trincar, situándose en la élite. Pasa como con los niños, que pronto quieren ser como Ronaldo, Messi, Nadal o Alonso.... cuando en mi época soñábamos con ser policías, camioneros, bomberos, maestros, etc. Y a ello nos dedicábamos con ahínco y esfuerzo. Para tu satisfacción, te diré que en los primeros tiempos de nuestra joven democracia, los partidos procuraban escoger para los cargos públicos a personas que ya hubieran demostrado en su vida personal, profesional, etc., su valía y por eso tuvimos muchos mejores políticos que en la actualidad, especialmente desde que llegó ZP y esto fue degenerando en todos los sentidos y cualquier "pegapasquines" puede llegar a ser alcalde de su ciudad o ministras (como aquellas con las que se rodeó el inefable Zapatero).