31-12-2010 20:30
¡Pobre lengua!
A la cabeza de las más habladas, detrás del inglés, lógicamente, está nuestra lengua española, también conocida como lengua castellana, por ser esta área geográfica dónde surgió, allá por los últimos siglos del Medievo, como derivación del latín y con muchas más influencias posteriores hasta lo que hoy es.

Probablemente el factor que mejor define a una cultura es el lenguaje; lenguaje que se ha ido haciendo poco a poco, en la calle, y que nos ha ido diferenciando y aglutinando; hay lenguas que han existido y han evolucionado tanto que ya no se hablan en la calle –las llamadas lenguas “muertas”- y ha habido lenguas que han desaparecido totalmente. Actualmente existen miles de lenguas y hablas dialectales, como si una “torre de Babel” se tratase…
Pero en la cabeza de las más habladas, detrás del inglés, lógicamente, está nuestra lengua española, también conocida como lengua castellana, por ser esta área geográfica dónde surgió, allá por los últimos siglos del Medievo, como derivación del latín y con muchas más influencias posteriores hasta lo que hoy es. Y es una lengua que los españoles llevamos a los territorios que configuraron nuestro Imperio en la Edad Moderna, países que aún siguen orgullosamente hablándola; y también con gran orgullo se habla cada vez en mayor medida en todas las partes del mundo, impulsada por instituciones como el Instituto Cervantes que se encargan de su difusión, cátedras de español, etc., hasta el punto de que en países tan cercanos como la Unión Europea o más lejanos como los EE.UU., China o Japón, la lengua española está en constante auge.
Lo contradictorio, absurdo y esperpéntico es lo que ocurre en nuestro propio país dónde nuestra Constitución Española (Art. 3º) nos dice que “el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. Y añade: “Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”. Y aún nos afirma: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”. Más claro, el agua. Pues a pesar de esto, es motivo de gran debate en algunas zonas de nuestro territorio como Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia o Baleares,…
¿Y qué ocurre en nuestro país, aún llamado España? Pues ocurren cosas como las siguientes:
a) Los cambios y evolución de la lengua los hacen el uso de sus hablantes, pero no el “retorcimiento” de la misma como la obsesión del “lenguaje sexista”, como nos diría una antigua “miembra” del Gobierno (¿Recuerdan a la inefable Bibiana Aido?); incluso la ridícula introducción del signo @ para no diferenciar lo masculino y femenino (algunos recordarán aquél género “epiceno”). Así salen esos textos ridículos y farragosos que algunos académicos, como el Sr. Pérez Reverte, se han encargado de comentar jocosamente.
b) En algunas regiones, como es el caso de Cataluña (No olvidemos el País Vasco, Galicia, Valencia o Baleares), la lengua vernácula se está imponiendo como única lengua vehicular, especialmente en la enseñanza, lógicamente sin admitir que los padres y alumnos que desean expresarse en castellano lo puedan hacer, pues es su lengua materna y la que hablan sus familias, en muchos casos inmigrantes de otros territorios del Estado o de países hispanoamericanos. ¡Y ya hemos visto como esto tiene su incidencia en los resultados académicos, como muy bien nos acaba de manifestar el Informe PISA!. Y cuando algunos padres, sintiéndose perjudicados en sus derechos, recurren a los Tribunales y éstos les dan la razón (“El Tribunal Supremo ordena en una sentencia que en Cataluña el Castellano sea “también” lengua vehicular en la enseñanza”), van CIU y PSC y firman un pacto para incumplir esta sentencia y desobedecer al Supremo. Inaudito, ¿verdad?. Pues les ha salido el Sr. Rubalcaba, el bombero pirómano del Gobierno, apoyando el pacto y santificando la decisión. ¿Y los jueces?. Supongo que ¡Tragando!. (Si a alguno se le ocurriera intervenir por “desacato”, ya sabe a lo que se arriesga).
c) La legislación catalana prohíbe (¡cómo han leído!) que los establecimientos públicos rotulen en español y hablen tal lengua con sus clientes; que los maestros y sus alumnos se comuniquen en castellano, aunque sólo sea en los recreos o en el comedor escolar. Y han creado un cuerpo eficaz de inspectores que está imponiendo multas a diestro y siniestro por poner en su comercio algo tan simple como “Panadería”; lo pueden rotular en cualquier idioma, incluido el chino, pero en castellano… ¡Faltaría más!. Alguien se imagina en cualquier país de la Tierra que te multasen por rotular en la lengua oficial o por hablarla… ¡Esto es absurdo!
Podría poner otros muchos ejemplos, pero con estos bastan para que nuestra lengua esté en entredicho en nuestro propio país; curiosamente, muchas Academias de la Lengua hispanoamericanas nos han tenido que venir a poner cierta cordura en algunas cuestiones como la ortografía, pues queríamos ir más deprisa que los propios hablantes, salvo algunos dirigentes políticos que ya “se han pasado dos pueblos”. Como ha dicho el flamante Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, “es una plaga incurable del mundo moderno”.
¡Y este es un ejemplo más del deseo de triturar nuestras costumbres, nuestras señas de identidad cultural que tienen –tenemos- muchos españoles!; sea en el lenguaje, en la religión, en los valores sociales y familiares, etc., en definitiva en la idiosincrasia de todo el país Y en muchas ocasiones tienen el apoyo decidido de sus dirigentes, como es el caso de la Generalitat catalana o del actual gobierno del Sr. Zapatero, que cada día profundiza más en la desvertebración de esta vieja España…
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