PEDRO CALDERÓN

C.L.- ¿Cómo entró en el mundo del arte?
P.C.- Empecé a pintar a raíz de ver a mi padre. Y luego me empezó a gustar este mundo, que es como un cómic, por las portadas de los discos de esa época; Yes, Pink Floyd, etc.  Entonces comencé a hacer comics y las portadas de una revista que se llamaba “Con la mosca detrás de la oreja”.  Y, después, en el estudio de mi padre empecé a hacer las cosas que hacía él, unos cuadros de barcos… Entonces cogí su técnica y luego la he acoplado a lo que me gusta a mí.

C.L.- Vivía rodeado de artistas, sino hubiese sido así ¿habría existido Pedro Calderón como tal?
P.C.- Es una educación. Yo no sé eso que dicen que se lleva en los genes, no sé hasta qué punto... Pero creo que hay mucho de voluntad para hacer arte, sobre todo, voluntad.

C.L.- ¿Recuerda el primer cuadro que vendió?
P.C.- Sí, fue a un amigo de mi padre por 1.500 pesetas. Tenía 11 años más o menos y, la persona,  todavía lo conserva.

C.L.- ¿Cuándo se dio cuenta que podría seguir los pasos de su padre?
P.C.- Fue poco a poco la cosa, pero sí. Más que un artista me siento un ser que se expresa, todos lo hacemos, necesitamos hacerlo de una manera u otra. Eso sí, con 15 años, o así, empecé a hacer mi mundo con unos dibujos a plumilla. Entonces ahí sí creo que di con el punto desde donde iba a arrancar y, más adelante, fue cuando decidí dedicarme a ello. Pero yo creo que fue ahí cuando encontré a alguien  dentro, como si fuese un ovillo de lana de donde empecé a tirar. Aún conservo esos dibujos en casa de mi hermana, eran dibujos a plumilla de barcos, con muchos detalles.

C.L.- Se habla de la “Saga de los Calderón”, ¿eso ha supuesto una responsabilidad, un peso añadido para usted?
P.C.- No, siempre ha sido algo bueno, una cosa más a añadir. Es verdad (risas) que se puede llamar saga.  Todos, tanto mis dos tíos, como mi padre, como mi primo José, mi prima Bruna se dedican a ello de una u otra manera. También tengo otros dos primos  de mi padre que han hecho un corto muy importante y Bruna también se dedica a esto. Como un medio de expresión, en cualquier caso, como lo hemos mamado…

C.L.- Expuso con su padre y con su tío varias veces, ¿se volverá a reunir la familia, o parte de ella, para hacer algo en conjunto?
P.C.- Bueno supongo que con el tiempo saldrá algo así. Lo que pasa es que ahora cada uno andamos a lo nuestro, pero sí, sería bonito. Yo creo que lo hemos pensado todos varias veces, supongo que saldrá algo así.

C.L.-  ¿Cómo se definiría?
P.C.- Todo tiene que ver mucho con la  expresión, artista expresivo y mi obra también. Es todo querer decir cosas que no sé decirlas de otra manera. Luego está lo que es el mercado, pero en principio es esto, luego ya el mercado del arte. El moverte por las galerías, ver exposiciones.

C.L.-  A parte de lo que le ha aportado su entorno, ¿cuáles son sus influencias?
P.C.- Sobre todo el movimiento surrealista. Siempre me ha gustado mucho  Dalí, una parte, la parte menos esquizofrénica (risas).

C.L.- Cuando realizó el cartel para el FIS en el 2006, comentaba que su inspiración había  sido su padre, ¿es él su "musa"?
P.C.- Sobre todo, como estaba muy reciente su muerte y,  él fue el creador del logotipo, fue un cartel dedicado en sí a la música y a él.  Porque gracias a él tengo esa manera de expresarme y todo se juntó a la vez. Esas notas que puse como en el cielo eran un poco como yo pienso que está por ahí, de hecho está, fue en parte dedicado a él, un homenaje. Se juntaron una serie de cosas el Palacio de Festivales, la música, todo va unido.

C.L.- Su última exposición, “Realidades”, fue a finales del año pasado y hacía años que no exponía. ¿Por qué tanto tiempo entre exposiciones para poder disfrutar de su obra?
P.C.- También tiene que ver con la muerte de mi padre. A raíz de ahí no sabía ni que decir, ni donde exponer ni nada. He estado cuatro o cinco años he estado haciendo otras cosas. No he dejado de pintar pero a otro nivel, pero no en plan expositivo. Iba colgando cuadros en  un sitio donde habitualmente lo hago para venderlos. Pero como un goteo, no con ninguna idea de juntar obra y enseñarlo, sino cuadro a cuadro. Y, así, he estado un tiempo hasta que surgió la exposición  en el Mercado del Este  y como que ya tenía ganas y tenía bastante obra y la he juntado. En principio se iba a llamar lugares para vivir, porque son lugares donde se podría pero al final lo llamé “Realidad” porque pasó de ser algo que coges en la playa  (me enseña unas tablas de madera  que convierte en pequeñas embarcaciones) y, al  final, se convierten en algo real. Y los cuadros igual, es algo real.

C.L.-  Recientemente, ha estado de viaje, ¿preparando su nuevo proyecto?
P.C.- Lo próximo que voy a hacer es algo con una pintora, Miranda Novoa, en septiembre u octubre. La muestra es en conjunta ella hace unas instalaciones como muy poéticas y muy suaves, ya he expuesto varias veces con ella.  Y, luego, tengo previsto hacer en Valencia una combinación de naves y fondos en un sitio que ay que es una maravilla, un local muy amplio que tiene posibilidades todas.

C.L.-  ¿Qué diferencia vamos a poder ver entre su última exposición y la que prepara actualmente?
P.C.- Creo que se va a ver bastante cambio. Porque lo que ha hecho “Realidad” ha sido  darme cuenta como se puede hacer una exposición. Como tenía un local muy amplio me ha hecho pensar, ha estado muy  pensado, cuando ha acabado me he estado imaginando  cómo podría ser de otra manera y siempre puedes mejorar. Me gusta como estaba, pero creo que se puede dar mucho más dinamismo a una exposición. Utilizando  rodo, el suelo, las paredes…se puede hilar un poco todo y hacer como una decoración. Como hacer una discoteca, darle vida, es amplísimo el campo y el objetivo va por ahí. Que tenga un principio y un final y que, incluso, el aire se note que tenga que ver con las obras, porque en el fondo una exposición es eso.

C.L.- Si tuviese que escoger una pintura y una escultura, ¿con cuáles se quedaría?
P.C.- “La balsa de la medusa” de Géricault, como pintura. Y una escultura sería una de mi padre, tenía una como muy volátil, muy moderna, modernísima. Que tiene un tamaño como de dos metros, esa, pero en diez, algo así. Siempre algo moderno. Y la pintura engloba un poco todo, es un clásico, que está en el Louvre, pero es magnífico.

C.L.- Su padre, ¿siempre presente y como referencia?
P.C.- Sí claro, mi padre era como una batería  de energía, sobre todo, una persona que no paraba nunca.  De él en mi obra, a parte de la técnica, hay esa parte romántica, que evoca al pasado, el surrealismo. Aunque ya pienso que todo es ya surrealista, un paso de cebra, todo. Hay un poco de todo, todos estudiamos, hacemos el bachiller, hacemos tal… vamos  impregnándonos de toda la cultura  de la humanidad y luego la expresas. Puede haber algo egipcio, romano, puede haber de todo hasta ahora. Y, sobre todo, ahora que hay tanta información. Ves una exposición en Santander y otra en Nueva York y tiene muchísimo que ver.

C.L.- ¿Qué nos vas a transmitir en su próxima exposición que no podemos perdernos? Por cierto, ¿la ha bautizado ya?
P.C.- Me gustaría, sobre todo, que se viese lo poético que es coger cosas del mar y con ellas fabricar algo y mezclarlo, incluso, con pintura, esa dualidad. Aunque todavía no tiene nombre, surgirá…Al margen, una veintena de pintores de diferentes generaciones y estilos, participaremos en una exposición conjunta el 20 de noviembre. Como conmemoración al día internacional de la paz, el día que la manifestación pasa por Santander, realizamos una donación a la UC y Cantabria por la Paz. Una conjunción de obra y poesía, bajo el título “La paz por encima de todo”, porque así debe ser, eso es lo primero.