Meditaciones político-sociales
Créanme si les digo que niego saber dónde hincar el diente, de qué tema escribir. Parecerá un dilema estúpido e inconcebible pero aseguro su verdad. Ustedes reaccionarán extrañados ante el cúmulo de acontecimientos que abruman al individuo. Pensiones, extravíos del presidente catalán cesado y huido, excesos verbales de diferentes prebostes, propuesta de Iceta sobre una Hacienda vinculada, excarcelación de presuntos rebeldes, caja B del PP, cupo..
Créanme si les digo que niego saber dónde hincar el diente, de qué tema escribir. Parecerá un dilema estúpido e inconcebible pero aseguro su verdad. Ustedes reaccionarán extrañados ante el cúmulo de acontecimientos que abruman al individuo. Pensiones, extravíos del presidente catalán cesado y huido, excesos verbales de diferentes prebostes, propuesta de Iceta sobre una Hacienda vinculada, excarcelación de presuntos rebeldes, caja B del PP, cupo vasco, etc. merecen análisis y comentarios. Nadie puede negarles enjundia, consistencia, para ser tratados con precisión, para ocupar algún tiempo en el inusual examen ciudadano.
Cierto, pero lo mismo que la nada material puede considerarse un todo invisible, incorpóreo, el todo materia impide de hecho una clara preferencia, agobia el intelecto, acercando nuestra mente -con matices- a la nula percepción. Focalizamos un aspecto o nos perdemos. Defecto y exceso constituyen similar laberinto cuya salida dista de aprovisionar trayectorias lógicas. Carezco de llave prodigiosa ni tengo especial desarrollo del famoso sexto sentido. Al igual que otros, me aventuro sin saber a ciencia cierta qué grado de observancia, de rendimiento, me deparará el resultado. Ante diversos caminos, retos o disyuntivas, uno debe tomar decisiones sin aval cuando apunta la vacilación inmovilista. Debemos anteponer el error didáctico a cualquier estatismo devastador. Solo así estaremos en condiciones de protagonizar nuestro propio devenir.
Dejaré para otro momento cuestiones que han ocupado, ocupan y ocuparán la actualidad durante meses. Me tienta, sin que sirva de precedente, realizar lucubraciones tan atemporales como las reseñas destacadas hoy y que sufrirán alguna enmienda meticulosa de inmediato. Nos espera el incansable, aburrido, repetir noticias fosilizadas. A este paso, los políticos trocarán lo que desde la Grecia clásica llamaban arte (“La política es el arte de lo posible”) en una filigrana caliza. Ansían llenar los ángulos del escenario olvidando que ahora carecen de altura porque enajenaron la peana. Perdida la ocasión, el sentido común, se convierten en pura ausencia, un mecanismo vacuo y caricaturesco a fuer de grave. Si acaso, recuerdo amargo, lacerante, dentro de esta sociedad paciente, cándida, bondadosa; tal vez un poco necia.
Preventivo significa acto que evita males o peligros posteriores. Por este motivo jamás entenderé frases del estilo “guerra preventiva” o “prisión preventiva”. Ninguna de ellas tiene cabal acogida semántica. Nunca pueden conjurarse guerra o prisión desarrollando “preventivamente” ambas. Los “Jordis” o el gobierno catalán que se hizo presente, están en prisión preliminar; es decir, a la espera de sentencia definitiva. Cuando un juez ve causa suficiente para encarcelar a delincuentes los encarcela. Si tiene dudas, hay medidas alternativas menos rigurosas. Encarcelarlos y luego liberarlos es un acto de prevaricación antes o después; desde luego, formaliza una muestra inequívoca de quebranto judicial o legislativo. Las coyunturas políticas, si condicionan cualquier resolución jurídica, forman parte vertebral de la corrupción del sistema.
Vicepresidente y consejeros del gobierno catalán, o no debieron ser encarcelados o no deben excarcelarse salvo error en la providencia que afectaría a la juez. No soy yo quien deba corregir el código penal para evitar fugas, destrucción de pruebas, aun reincidir en el acto delictivo, sin necesidad de cárcel para el “presunto”. Esta figura procedimental, las más de veces, colisiona con la realidad objetiva. Tanto eufemismo formal, cuyo complemento es una lentitud exasperante, lleva a opinar mayoritariamente que la ley favorece al delincuente. Y no falta razón. ¿Quién no conoce el dicho popular de aquellos políticos que iban a inaugurar un centro escolar y una penitenciaría? Son verdades revestidas de sarcasmo para hacerlas digeribles.
Un adagio enseña que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. Dos y mil. No hay reflexión personal ni diálogo con amigos o conocidos que soslaye la coyuntura presente. Sueldos míseros, deterioro del bienestar, arbitrariedad, etc. matrimonian escrupulosamente con argucias continuas, “apaños financieros”, cinismo, demagogia y repudio al ciudadano. El pueblo, no obstante, erre que erre; tropieza que te tropieza en la misma piedra. Incluso hay quienes se parten el pecho (es un decir) por los suyos, recibiendo a cambio -sin ápice de reciprocidad- insultos, desprecios, que su dogmatismo les impide apreciar.
El nacionalismo (ese absceso insolidario, putrefacto, hediondo) finge ser problema político, pero es zozobra solo económica. Observen con qué pertinacia defiende cualquier sigla conversaciones, pactos, para solventar el pleito catalán. Sin expresarlo, esos diálogos y acuerdos concluyen necesariamente en satisfacciones monetarias. Algunos ya sugieren, incluso, condonar parte de la deuda con argumentos peregrinos. ¿Y Andalucía, Extremadura, Castilla la Mancha, Valencia, Murcia, amén del resto? ¿Necesitan también recaudadores nacionalistas? ¿Por qué han de destacar unas comunidades sobre otras? ¿A costa de qué? La guerra de enseñas no significa resurgimiento del fascismo, como se quiere glosar, sino hartazgo y respuesta crítica a largos períodos de silencios restrictivos. Toda prepotencia engendra fuerzas compensadoras. El IVA, que se recauda en toda España, forma parte inherente de la discrepancia fiscal a la hora de exigir más financiación. He aquí el porqué del boicot a productos catalanes.
Demasiadas veces vengo preguntándome si fue antes el huevo o la gallina, si tenemos políticos (añadan ustedes el epíteto adecuado) que forjan esta sociedad tan amorfa o somos nosotros quienes parimos la casta inútil, trincona, que nos martiriza. ¿Será el tributo ineludible de la democracia? Porque no cabe generación espontánea en ningún caso. Pese a mis extenuantes esfuerzos sigo sin encontrar la clave del enigma. Reflexiono y me parece convencional lo que modela mi mente. Si me circunscribo a los políticos, voluntad y afectos quedan infectados por inclinaciones furiosas. Si lo hago en la sociedad, todo mi ser queda invadido por sentimientos generosos, tolerantes, comprensivos, a la vez que infecundos, inoportunos, injustos. Ignorantes o siervos, cargamos la semilla de nuestras propias adversidades.
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