Los `a-puros` de Revilla

No se me asusten los fieles seguidores del de Polaciones que su carismático líder no ve peligrar su poltrona por un presunto enfado con los socialistas/os.

Sus “a-puros” son de otro estilo. Se escriben con el prefijo negativo de origen griego a-, cuyo significado es “privado de”. Pues resulta que nuestro ilustre erudito de la anchoa y el sobao llevaba unos días apurado (es decir, “privado de puros”) porque, en los recesos de las duras batallas dialécticas parlamentariles, encontraba la colilla o resto del veguero, que previamente había abandonado en el alfeizar de una ventana, aplastado por los suelos, sin posibilidad de sacarle calada alguna.

Para Revilla, el paseíllo hasta el hemiciclo del Parlamento los lunes a las cinco de la tarde, hora taurina como las haya (¡Ay Federico García Lorca e Ignacio Sánchez Mejías!), ha de hacerse según su particular reglamento; acompañado de su cuadrilla y aspirando los humos de un Montecristo. Lamentablemente, tal entrada a la arena política en olor de multitudes y de humo cubano ha de interrumpirse en la puerta grande, pues, por mucho Presidente que sea de Cantabria, no tiene permiso de la autoridad, la del otro Presidente, el del Parlamento, para inundar con su particular incienso caribeño la bancada parlamentaria. Y así, fumando espera el toque de clarines y timbales para zafarse con los bravos de la dehesa popular. ¡Puro placer y parafernalia iconográfica taurina dentro de los cánones más puristas!

La urgencia y la prohibición le obligan a abandonar sus caladas y pasar a otra cosa, mariposa. Contento y feliz, se adentra en el hemiciclo, tal vez, recordando la frase de Anaxágoras “La inteligencia es lo más puro de todas las cosas”. Ergo, igitur, itaque, quien fuma puros, es inteligente.

Mas, he aquí, que otro de los diestros, “La gaviota de Astillero”, harto de ver humear el abandonado cigarro lejos del cenicero, recuerda sus años de profesor y la frase del psicoanalista Sigmund Freud “A veces un puro es solamente un puro” y raudo procede a purificar el ambiente apagando el mismo de forma poco ortodoxa, aunque eficaz. Por pura chiripa, una cámara de seguridad recoge la escena.

Tras la lidia parlamentaria y salida de las cuadrillas, Revilla torna sus pasos en busca de las hojas de la planta nicotiana enrolladas y ¡Oh desgracia!, ¡Oh desolación!, por tierra yacen los restos y cenizas del otrora tieso habano. El escándalo de las empresas públicas, de GFB, los 45.000 parados, la reducción del 55% de la inversión estatal... pasan de largo por su pensamiento. ¡Venganza! ¡A mí la legión! ¡Una interpelación parlamentaria! Como me entere, a quien lo ha hecho, ¡le meto un puro!

Inmediatamente la escena es remitida a un medio de información local agradecido. “¡Ahora vas y lo cascas!”, decían Cruz y Raya. Dicho y hecho.

Y de nuevo Cantabria en los telediarios. Chascarrillos, bromas, pitorreo...

Y es que, personalmente, todo este revuelo por un puro, digno de un monólogo del Club de la Comedia, me suena cada vez más a que alguien esta haciendo puro teatro o, tal vez, echando una cortina de humo sobre los problemas (de puro habano, por supuesto).
CAYO MARTIN FRANCO