La violencia del 1 de Octubre
Hace años también en Cataluña hubo una situación explosiva, y fue cuando una gran masa de ciudadanos invadió el aeropuerto del Prat. El entonces ministro Rubalcaba entendió que no procedía enviar a las fuerzas de seguridad y creo que acertó, pues ese incumplimiento de la ley afectaba al orden público, pero no al orden constitucional.
Es doloroso ver usar la fuerza física por parte de personas armadas frente a personas desarmadas. Si como violencia entendemos solamente el uso de fuerza física, hay quienes en 1 de octubre sólo vieron violencia por parte de las fuerzas de seguridad contra personas desarmadas. Otros también vieron el ataque de personas supuestamente desarmadas contra las fuerzas de seguridad, e incluso hay quien vio huir despavoridas a estas para no tener que hacer uso de sus medios, pero hablar de esto es políticamente incorrecto.
No obstante lo anterior, si acudimos a cualquiera de los múltiples diccionarios a nuestro alcance, vemos que la violencia es mucho más que usar la fuerza física para obligar a hacer o impedir hacer algo. Y que los tipos de violencia que se cita son numerosos. Entre los tipos de violencia que a menudo se numeran se encuentra el de la violencia institucional, que es la que se practica desde las instituciones públicas, obligando o impidiendo a los ciudadanos o incumpliendo ellas mismas las obligaciones que les imponen las leyes y los tribunales. El 1 de octubre hubo una enorme violencia institucional, cuando un grupo de personas procedente de las instituciones del gobierno autonómico de Cataluña, amparándose en una norma anulada provisionalmente por los tribunales de justicia, decidieron no obstante tal prohibición, llevar adelante un llamado referéndum. Indicaron a la población que fuese cual fuese el número de votantes, el resultado sería vinculante. O sea dijeron a los que estaban dispuestos a cumplir la ley y en consecuencia no votar, que en tal caso se les aplicaría lo que lo que decidieran los que iban a incumplir el mandato judicial. Pusieron en manos de los que voluntariamente se situaban fuera del orden constitucional el futuro de los que acataban las normas de convivencia democrática que tenemos establecidas. Pusieron a los demócratas en manos de los que se sublevaron contra el Estado de Derecho. No entro en la mayor o menor violencia y xenofobia que se aplicó por parte de sus convecinos a los ciudadanos que acataron la ley. Me limito a señalar que, por parte de una institución del Estado, aunque fuera una institución autonómica, se practicó una violencia sin precedentes en nuestra democracia, porque se hizo desde las propias instituciones y más altas magistraturas autonómicas. No digo que no fuera doloroso ver la violencia física, pero en otro orden no es menos doloroso, ver a las propias instituciones delinquir e incitar a los ciudadanos a que delincan.
Hace años también en Cataluña hubo una situación explosiva, y fue cuando una gran masa de ciudadanos invadió el aeropuerto del Prat. El entonces ministro Rubalcaba entendió que no procedía enviar a las fuerzas de seguridad y creo que acertó, pues ese incumplimiento de la ley afectaba al orden público, pero no al orden constitucional. Lo mismo sucedió en el pasado en algunas otras grandes concentraciones como pudo ser las del 15 M, o de algunas grandes empresas, aunque en este capítulo hay de todo, como podemos recordar los cántabros con los dolorosos y sangrientos sucesos de Reinosa en 1987, que para nada ponían en quiebra el orden constitucional del Estado, solo se exigía que no se cerrara una empresa y si hay que hablar de violencia injustificada aquella sí que lo fue por parte de las fuerzas de seguridad.
El 1 de octubre fue distinto, el aparente voto pacífico, pero ilegal, iba a ser utilizado (cuando escribo estas líneas no se sabe aún qué va a suceder), contra los ciudadanos que cumplen y acatan los principios constitucionales y las resoluciones de los tribunales de justicia. De verdad ¿alguien en su sano juicio no se ve obligado a calificar tal conducta como una violencia sin precedentes en nuestra democracia?
Además, hay que señalar, que las fuerzas del orden público no cumplían órdenes del gobierno, ni de su delegado en Cataluña, sino de los tribunales de justicia, si algo se puede criticar en aquella actuación es la dejación de funciones del ejecutivo en manos del poder judicial.
¿Hubo violencia el 1 de octubre? ¿Quien venía obligado a proteger a los ciudadanos que iban a ser privados de sus más elementales derechos políticos, de su ciudadanía y de su pertenencia a la unión europea?
El conflicto en Cataluña hemos visto a lo largo de los meses que es mucho más emocional que racional; en el caso del análisis de los tipos de violencia y de sus causas también corremos el riesgo de confundir emociones y razones.
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