La Creciente Tensión
Rodríguez Zapatero cree que solo con un gran nivel de tensión los españoles pueden evitar votar en clave económica para hacerlo fraccionados otra vez en rojos y azules. No fue calentón mitinero de Pepiño Blanco asociar a Falange con el PP, sino parte de la estrategia de creciente confrontación que conviene al socialismo.
“Nos interesa la tensión…hay que dramatizar” confesó Zapatero a Gabilondo, y en ello están. Cada fin de semana nos acompañan referendos secesionistas en Cataluña -felizmente fallidos-, las banderas republicanas inconstitucionales ondean en actos con participación gubernamental, los ataques al Tribunal Constitucional y al Supremo desde las filas socialistas arrecian y el ejecutivo sigue noqueado en lo económico.
Pero a Zapatero las cuentas le salen, él piensa que reviviendo la guerra civil en su lado serán mayoría, y no regateará esfuerzos en tratar de situar a todo lo que le incomode, desde el PP al Supremo, en la órbita franquista. Personalmente me importa un bledo que Pepiño me llame falangista, me afilié con 18 años al Partido Popular porque es un partido liberal nacido en democracia, mis dos abuelos, ambos militares republicanos y honestos fueron encarcelados tras perder la guerra, y me siento tan orgulloso de ellos como pueden sentirse los que la ganaron.
Pero colectivamente, el daño que el socialismo gobernante está haciendo deslegitimando a la Justicia, desbordando la Constitución y acabando con el espíritu pactista de la Transición es extraordinario. La discusión con el Estatuto de Cataluña es si tiene 15 artículos inconstitucionales como defiende la minoría del Tribunal Constitucional o si es la totalidad como, al parecer, afirma la mayoría de magistrados. Por tanto, solo con que Zapatero, que fue quién en Moncloa sacó adelante el Estatut, hubiese respetado nuestra Carta Magna, y de paso los consensos con el PP, nos habríamos ahorrado tres años de degeneración legal que ha traído el cuestionamiento generalizado de nuestro marco de convivencia. Dolorosamente esta evitable fractura ideológica se superpone sobre la económica con 4.600.000 parados y la generación de bolsas de pobreza desconocidas desde los años cincuenta. Y la tensión, propiciada desde el gobierno socialista, no menguará hasta que los españoles voten dentro de dos años perfectamente separados en rojos y azules.
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