La atrofia del debate interno

Sorprendentes cuanto menos las declaraciones de Mariano Rajoy, invitándonos a liberales y conservadores a abandonar el Partido Popular. Sí, también yo me he sentido aludido, ¿por qué no decirlo? Sorprende aún más esa apuesta del Presidente Nacional por "los socialdemócratas". Ignacio González, mano derecha de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, se ha preguntado "qué sería entonces ideológicamente del PP", recordando que fue Pío García Escudero quien sólo hace dos días dijo que en el PP "no había socialdemócratas, sino liberales y conservadores". ¿Habría que recordar llegados a este punto que Aguirre sí ha ganado dos elecciones y por mayoría absoluta? Pues parece que sí.

Mariano Rajoy se ha distanciado del ala liberal por la vía más dañina para los intereses comunes de esta formación, esto es, señalando la salida como única solución posible: irnos a un Partido Liberal, que por cierto no existe, que habría que crear, y que disgregaría a buena parte de la derecha española.

A Esperanza Aguirre hemos de apuntarle el tanto de formular la petición de que se produjera dentro del PP un debate sobre ideas, porque al hacerlo ha obligado a muchos a dejar claras las suyas, tras muchos años de incertidumbre. Pocas dudas caben ahora respecto a la línea ideológica que llevará a cabo Mariano Rajoy en el próximo congreso valenciano de junio.

Millones de españoles no comulgan con la izquierda en general, ni con el PSOE en particular, y por ello el actual proyecto de la dirección nacional del PP consistirá en una mera mimetización con el PSOE en busca de votos de eso que a mí me horroriza y que llaman el centro.

Ante esta situación, el PP ha de aprender una cosa no poco importante. La atrofia en cuanto al inexistente debate interno –ideológico me refiero, no de caras y puestos, como viene siendo habitual en los últimos tiempos-  ha alcanzado cotas insospechables que nos remontan a los orígenes del Partido y que a punto estuvieron de costar su propia existencia antes, durante y tras la refundación congresual de Sevilla.

Lo que sí que ya no es de recibo es querer proclamar a estas alturas de la película a un candidato a la Presidencia del Gobierno, cuando no sabemos tan siquiera si las elecciones serán en 2012 o antes, y teniendo en cuenta que antes de esa fecha tiene que haber otro Congreso más. Éste es el resultado del desbarajuste reinante hoy en este Partido. Y nos quedamos tan anchos.

Se ha escrito en las páginas de este medio una verdad absoluta, y es que el PP es el único gran partido occidental que en los últimos 20 años ha visto como sus líderes eran elegidos a dedo por sus respectivos antecesores y no en congresos abiertos, o en primarias o por los grupos parlamentarios. Con esto hay que acabar rotundamente. Así no podemos seguir.

Deberíamos reflexionar concienzudamente a cerca de la existencia o no de las garantías necesarias para que se posibilite la presentación de una segunda, tercera o cuarta candidatura en el próximo Congreso Nacional. Las palabras pronunciadas en Elche el pasado fin de semana estarían fuera de todo lugar en ese caso, y habrían de ser retiradas inmediatamente. Y en ningún caso se deberían utilizar actos de Partido en beneficio de una candidatura particular, de la misma forma sería censurable la actitud de un Ministro, un Alcalde o un Presidente de Comunidad Autónoma que decida servirse de medios públicos para hacer electoralismo puro y duro. Cuánto tenemos que aprender del resto de países occidentales…