"Entre Escocia y Cataluña"
No hay cancillería en la que ahora mismo no se esté pendiente del resultado del referéndum en Escocia. Y también, todo hay que decirlo, se sigue con preocupación el órdago independentista de los nacionalistas catalanes.
Aquel viejo sueño de una Europa unida se está yendo al traste por el auge de los pequeños nacionalismo que se empeñan en añadir en fronteras a un proyecto que consistía en borrarlas.
Después de más de trescientos años de vida en común los independentistas escoceses han agitado las emociones de una parte de la población para hacer de Escocia un Estado independiente.
Y no, no hay paralelismos entre el caso escocés y el caso catalán, entre otras cosas porque Escocia si que fue en el pasado una nación mientras que Cataluña era parte del reino de Aragón. Pero con paralelismos o sin ellos lo cierto es que tanto Escocia como Cataluña están provocando una grave crisis política tanto en el Reino Unido como en España y por tanto en el seno de la Unión Europea.
El Primer Ministro David Cameron ha dejado claro que si Escocia da el sí a la ruptura no habrá vuelta atrás, mientras que en España el Presidente Rajoy se prepara con las leyes en la mano a hacer frente a la embestida de CiU y Ezquerra. Y es lo que tiene que hacer, por lo menos a corto plazo.
Mientras que en Escocia la celebración del referéndum es fruto del acuerdo entre los responsables políticos escoceses y del Reino Unido, en España se da la paradoja de que el máximo representante del Estado en Cataluña que es el presidente de la Generalitat pretende nada menos que convocar un referéndum que con la actual legislación es lisa y llanamente ilegal. De manera que la obligación del Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es la de impedir que se cometa esa ilegalidad. De ahí que toda la maquinaria del Estado esté preparada, como no puede ser menos, ante el anuncio de la convocatoria del referéndum.
Pretender como pretende Artur Mas, Oriol Junqueras y todo ese conglomerado que han montado a su alrededor, de que los catalanes tienen derecho a decidir sobre el futuro de Cataluña pero que el resto de los españoles no lo tienen, es dar ya por sentado que Cataluña no forma parte de España.
Hay políticos que pasan a la Historia por haber sido capaces de dar respuesta a los problemas de los ciudadanos, pero también son legión los políticos que son recordados por los problemas que han creado. Lo peor es que son los ciudadanos los que siempre pagan por los desatinos de lo políticos.
De manera que es imperdonable la brecha que ha abierto Artur Mas entre Cataluña y el resto de España. Una brecha sustentada en la mentira, en la manipulación y en la tergiversación histórica. Pero la cizaña ya está sembrada. Ahora se trata de arrancarla y volver a sembrar entendimiento, solidaridad, respeto y convivencia. Porque esa es la segunda parte. La primera responder con la ley cualquier intento de ilegalidad pero la segunda buscar la manera de que muchos catalanes vuelvan a creer que estar juntos con el resto de los españoles es algo que merece la pena.
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