Empachar el palangre
Cuanto expresa ese marinero dicho de Santoña y como le empachan el palangre al juez, los ilustres padres de la patria que le intentan explicar, porque el saqueo al que sometieron a Caja Madrid y Bankia no era tal saqueo. Es necesario aclarar al ciudadano lego en derecho, que los encausados, no tiene obligación de decirle la verdad al juez, porque están en su derecho de no declarar contra si mismos.
Pero bueno, de eso a reírse del juez yo creo que hay un trecho. Como todo el mundo recuerda, el único condenado por la quiebra de Bankia, es el juez Elpidio. El que puso mirando al frente a Blesa, cuando este decía que se había ofendido su honorabilidad. Por cierto, que fue Blesa quien denuncio a Elpidio por la filtración de los correos, y ahora Blesa ha sido citado como testigo, pero como testigo, si tiene obligación de decir la verdad, de manera que si lo reconoce que son ciertos los correos, podría estar avalando sus contenidos y no olvidemos que todo lo de las tarjetas Black, deriva precisamente de los correos atribuidos a Blesa.
Pero bueno, cuando yo digo lo de empachar el palangre, no me refiero a los empachos que tuvo que cogerse el consejero de Bankia, Arturo Fernandez, cuando se gastó 10.500 Euros en sus restaurantes con sus amigotes. Relaciones institucionales lo llama él, y además de baratillo, según dice. Los bancos de verdad, no te dan gratis ni la hora y este y el resto de sus socios de correría, nos dicen que están todo el día invitando a los clientes de la entidad. Por si acaso lee este articulo el juez de turno, o el fiscal de turno: Las únicas invitaciones que hacen los bancos, y los directores de los bancos es a que saldemos nuestras deudas y a ponernos al día en las cuentas.
Lo demás, es administración desleal, malversación de fondos, golfería o cualquiera de los calificativos jurídicos o morales que queramos hacer. Santa paciencia la de los jueces instructores, teniendo que escuchas a tanto sinvergüenza, y santa paciencia la de este país, teniendo que escuchar atónito, como los suyos y los contrarios se lo gastaban en putas y copas. Y hablando de putas, esas señoras respetables. Con un volquete de ellas, se propuso celebrar el presunto falso testimonio de un testigo, cuando tal extremo fue informado en una reunión en casa del vicepresidente de la Comunidad Madrileña, por hechos ocurridos cuando el dueño de la casa, el tal Granados, era consejero de Presidencia y Justicia de dicha comunidad, y habían decidido jugar a los espías. Y no pasa nada señores.
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