El duelo de los miércoles.
No hay miércoles en que el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, no pregunte al presidente Rajoy por las cosas de la economía. Y es que las malas noticias sobre la marcha de la economía se suceden por más que desde el Gobierno se empeñen en asegurar que va a mejor.
El último disgusto nos lo ha dado el Fondo Monetario Internacional asegurando que de aquí a fin de año en España aumentará el paro y el déficit. No es que nos hayan cogido desprevenidos los malos augurios del FMI, solo que cuando un organismo internacional como este lo dice parece que somos más conscientes de la situación.
Verán, no me cansaré de repetir que estoy convencida de las buenas intenciones de Mariano Rajoy, de que el presidente realmente hace lo que cree que es mejor. Pero tampoco me cansaré de repetir que es evidente que las recetas que nos imponen desde Bruselas y desde Berlín son un dislate cuyos efectos son catastróficos. A los hechos me remito.
Rubalcaba no deja de alertar al presidente sobre los efectos devastadores de la política económica del Gobierno y el presidente no hace más que recordar al secretario general del PSOE que la culpa es de la herencia recibida. Según Rajoy, estamos como estamos porque "la medicina" que mato a la economía fue la que aplicó el PSOE. Como frase queda vistosa, para un titular, pero no se corresponde con la realidad. Es verdad que el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, del que Rubalcaba era parte, fue un auténtico desastre en lo que a materia económica se refiere y que empeoró las cosas negándose a admitir lo evidente: que había una crisis económica mundial y que en España la crisis era más aguda a cuenta de la burbuja inmobiliaria. Pero la misma cerrazón de Zapatero es la que demuestra Rajoy. El primero negando la existencia de la crisis, el segundo negando que las medidas impuestas hasta ahora han empeorado la situación.
Son interesantes los "duelos" de los miércoles entre Rajoy y Rubalcaba. Duros de fondo, mantienen las formas, se adivina que hablan más de lo que sabemos, que a pesar de estar en bancadas diferentes hay un reconocimiento de fondo. En todo caso, es un "duelo" sin ganador, en el que miércoles tras miércoles uno y otro desgranan los mismos argumentos, los mismos reproches sin salirse del guión.
Ya he dicho en alguna ocasión que en el Parlamento se habla mucho y no hay ningún presidente, que salvo necesidad extrema porque necesite votos prestados para sacar una ley, tenga en cuenta los argumentos del contrario. Desde luego, los dos grandes partidos jamás se escuchan el uno al otro. Da lo mismo que sea el PP quien gobierne o lo sea el PSOE, el juego consiste en decir no. Por eso, el duelo de los miércoles sabe a poco.
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