Corrupción institucionalizada en Ecuador

El pequeño país andino se encuentra en una seria encrucijada, la elaboración de una nueva Constitución, ¿cuál es el modelo?. Su presidente Rafael Correa es un hombre intelectualmente bien formado, gran comunicador y hasta ahora con el carácter suficiente como para haber llevado con éxito la empresa de iniciar un período constituyente. Ha ganado ampliamente con mas de un 62% la votación para realizar una Asamblea constituyente de 130 diputados, que durante unos seis meses elaboren una nueva Constitución. La mayoría absoluta de Correa le permitirá elaborar medidas legales, constitucionales, que permitan en su desarrollo modernizar Ecuador. No es empresa fácil en un país cuyos índices de pobreza exceden con mucho lo que se podría esperar de un país pequeño de unos 14 millones de habitantes, con petróleo, con unos tres millones de ciudadanos fuera del país, trabajando como inmigrantes en EEUU y Europa, que proporcionan millones de euros y dólares a Ecuador, y cuya aportación ha permitido reflotar la economía.

A pesar de todo la duda es grande. La población no confía demasiado en sus dirigentes políticos. Hay demasiados intereses, hay demasiados grupos de presión y no es fácil llegar a acuerdos entre las excesivas fuerzas políticas con intereses distintos y socialmente muy distantes . Quizá sea este el mayor inconveniente, la enorme distancia social entre los que tienen y aun les sobra, y los que tienen lo justo o ni siquiera lo justo para sobrevivir. Las medidas sociales en cuanto a sanidad y educación por poner un ejemplo clásico, además de la seguridad ciudadana y la seguridad jurídica que tiene que emprender Correa son de tal calibre que las dificultades se amontonan y son de todo tipo y no solo de la resistencia natural de los poderosos frente al cambio.

Por otra parte, en un mundo globalizado necesariamente el país tiene que abrirse aún mas a empresas internacionales, a bancos extranjeros que eviten el monopolio y los abusivos intereses. Hay que tomar medidas, serias medidas ante la corrupción institucionalizada. Nada nuevo. Son las mismas lacras sociales que asolan a muchos paises del continente sudamericano en mayor o menor grado.

Hay otro peligro, la sombra de la semidictadura de Chávez en Venezuela y su posible imitación, a juzgar por los eurodiputados que han seguido en Quito la votación de este domingo. Que en la nueva constitución haya una concentración de poder en la figura del Presidente que permita casi un totalitarismo a imagen de Chávez, o que convierta a Ecuador en satélite de Venezuela. Los constituyentes habrán de estar muy atentos en la elaboración de sus leyes porque la democracia siempre es frágil, y en mas de una ocasión hemos visto que es reversible y que lo que comienza en democracia termina en totalitarismo mas o menos encubierto, o en una partitocracia de grupos de presión como hasta ahora.

Ecuador ha pasado en estos últimos años por la destitución de Presidentes con la consiguiente inestabilidad política y económica que evidenciaba el fracaso de las instituciones. Unas nuevas leyes, una nueva Constitución, era una necesidad porque es imprescindible acometer políticas de estabilidad y seguridad, para desarrollar las grandes posibilidades económicas del Ecuador. Los constituyentes tienen la responsabilidad de hacer leyes justas, y de prever sus consecuencias, haciendo oídos sordos a las presiones de los grupos tradicionales de poder y los cantos de sirena de Chavez.

Los ecuatorianos que han tenido que salir de su país dejando sus costumbres, sus familiares, su entrañable entorno, merecen poder volver un día no lejano a Ecuador, para encontrarse con un país próspero, moderno, estable, con servicios sociales dignos, porque han contribuido decisivamente, y gracias a su enorme sacrificio, a la modernización del país. Los constituyentes tienen esa responsabilidad.

¡Mucha suerte, Ecuador!