Abraham Lincoln

    “Si una minoría prefiere la secesión a la conformidad a la norma, ejerce un precedente que, en su momento, la dividirá y destruirá; porque una minoría de entre ellos preferirá en el futuro la secesión a la conformidad (…). Por ejemplo, no podrá acaso una porción de la nueva confederación, un año o dos más tarde, separarse arbitrariamente de nuevo, precisamente de la misma manera en que porciones de la presente Nación desean separarse de ella”.

    Pero, ¿por qué es relevante esta cita de Lincoln? Porque si hay algo que puede llegar a fallar hoy en EEUU es el sentimiento nacional de ciertos sectores apadrinados por el Partido Demócrata. Pero es que en España eso falla ya fehacientemente. Es aún oposición la parte del pueblo español que se resiste a abandonar la idea de nación.

    Las tensiones centrífugas aumentan en la Madre Patria de los hispanos. Tras una legislatura del PSOE y de Rodríguez Zapatero en la cual las concesiones a los nacionalistas separatistas fueron la norma, las consecuencias se están pagando ahora. En las dos regiones donde mayoritarias minorías independentistas detentan el poder, como son Cataluña y el País Vasco, la afrenta se reproduce.

    La crisis del agua en Cataluña señala a esta Comunidad como la beneficiaria de unos trasvases que se les niegan a otras áreas españolas más necesitadas. En la tierra del terrorismo separatista, el País Vasco, la violencia de ETA amenaza a un gobierno que paga ahora la ruptura de su negociación con ésta hace apenas un año.

    Y es en estas circunstancias españolas, cuando se pierde el orgullo de pertenecer a la nación más antigua de Europa para perjuicio de todos, donde las palabras de Abraham Lincoln se alzan más  vivas que nunca. No obstante aún en su ejemplo y sus palabras hay lecciones esperanzadoras para España: “Mientras que el pueblo mantenga su virtud y vigilancia, ningún gobierno, por extremadamente malvado o loco que se vuelva, puede seriamente dañar al Estado en el corto espacio de cuatro años”.

    La perspectiva de los próximos cuatro años en España es complicada e incierta. La revalidada mayoría socialista así lo preludia. Pero es aún menos clara la situación si advertimos la crisis por la que atraviesa el Partido Popular. En estos momento su amplia representación parlamentaria debiera ser utilizada para revitalizarse ideológicamente y marcar claros límites ideológicos con el socialismo.

    No obstante no está ocurriendo así, y se están ofreciendo numerosos y notables flancos débiles al rival, y lo que se logró mantener con contundencia puede ahora irse por ese desagüe situado en el centro de la bañera política.