Noticias de Cantabria
Opinión 09-07-2019 05:00

Willians y Yancey llegan a Santander y baten un record de distancia….por Pedro Arce Díez

Ya iba a caer la noche del día 9 de julio de 1929, hace ya la friolera de 90 años, cuando unos jugadores del equipo de fútbol Fortuna, de La Albericia, vieron un aeroplano, no reconocible que daba vueltas sobre la ciudad y bahía de Santander, quizás intentando buscar un lugar donde aterrizar; y se les ocurrió apilar unos escajos y prenderles fuego para señalizar una pista de emergencia…

 

Se trataba de Luís Bolado, hermano de Enrique quien había hecho la travesía a Madrid con Juan Pombo, y los jóvenes Roberto Lanza, José María Ortiz, Víctor Gómez y José González. Todos ellos conocían perfectamente la pista del aeródromo de La Albericia.

 

A la izquierda, los aviadores americanos Roger Williams y Lewis A. Yancey, fotografiados en La Albericia con el cónsul de los EE. UU. en Santander. En el centro, información de La Voz de Cantabria del día siguiente y a la derecha, una imagen de ambos pilotos, con sus respectivos nombres.

 

El avión llegó hasta Cabo Mayor, sobrevoló Santander, describiendo una espiral sobre Peñacastillo al reconocer la pista y tomó tierra en el aeródromo de La Albericia; del mismo descendieron sus dos tripulantes, Lewis Alonzo Yancey y Roger QuincyWilliams, eran americanos y no hablaban español, pero quiso la casualidad que un vecino de La Albericia, Alfonso Díez, que hablaba inglés, se trasladase inmediatamente a la pista de aterrizaje y se pudieron conocer las circunstancias del mismo.

La primera conversación discurrió en estos términos:

-          ¿Dónde estamos, en Francia o en España?

-          En España –contestó Alfonso Díez-; están ustedes, aproximadamente, a noventa y cinco millas (Sic, eran Kms. y aún exageraba) del lugar donde aterrizó el avión francés “Pájaro Amarillo”.

Al oír estas palabras, el júbilo de los dos tripulantes no tuvo límite; se abrazaron emocionados y lloraban de alegría porque habían batido al avión francés que había salido de la misma playa de Old Orchard el 13 de junio anterior.

Así, pues, los pilotos se enteraron que estaban en España, ya que habían salido el día anterior de Old Orchard Beach, Maine (EE.UU.) con la intención de llegar hasta Roma y batir el record de distancia; para ello habían hecho un vuelo sin complicaciones, volando a unos 12.000 pies de altura, pero les debieron fallar los cálculos y al avistar una costa, que era la española por el cabo Ortegal, descendieron y siguieron la misma, siendo avistados en Gijón, buscando un lugar adecuado en donde tomar tierra, pues ya no tenían mucho combustible y la noche se les echaba encima. Y comprobaron que habían hecho una travesía de 31 horas 31 minutos desde su despegue, atravesando al Atlántico.

 

El Pathfinder Bellanca en el aeródromo de La Albericia, observado por muchos curiosos santanderinos que no salen de su asombro

 

Roger Quincy Williams (Brooklyn, Nueva York, 1894-California, 1976) era bajo y delgado y ya era un piloto veterano pues había participado en la Primera Guerra Mundial y estaba considerado como uno de los mejores pilotos americanos, dentro de la aviación militar de su país y es el capitán de la expedición; Lewis A. Yancey(Chicago, 1895-Nueva York, 1940) era alto, delgado, expresivoy fue un experimentado piloto, que se enroló en la Armada de los EE. UU. Ambos llegaban impecables y recién peinados y afeitados, lo que sorprendió a todos.

Williams y Yancey con el Pathfinder, que ese era el nombre del monoplano de ala alta Bellanca, con un motor Wrigth Whirwind de 200 CV de potencia y refrigerado por aire, ya habían intentado despegar de esta misma playa, con el “Green Flash” (Rayo o destello verde) el 13 de junio junto con “L’Oiseau Canari” de los franceses Armand Lotí, Jean Assolant y René Lefèvre, pero al accidentarse en el despegue, se vieron obligados a desistir; era una amistosa competición, bautizada por algunos periódicos como “regata aérea trasatlántica”.

Y aquí se enteraron de que aquel aeroplano que pretendía llegar a París, había aterrizado en los arenales de Oyambre, con lo que ellos habían batido el record de distancia. El “L’Oiseau Canari” o Pájaro Amarillo se había encontrado con un polizón a bordo y tras recorrer 5.472 Km. (3.770 millas) en 29 horas y 22 minutos, unía por vez primera los EE. UU. y España por vía aérea. Igualmente, también superaron al aeroplano Cruz del Sur que en el vuelo Honolulú-Australia había hecho 3.180 millas; ellos hicieron 3.400 millas

El Pathfinder es un pequeño aeroplano, que ofrecía un aspecto muy elemental para haber atravesado el Atlántico; parecía un “cuatro latas”, incluso con alambres, asientos de madera y contaban que en una ocasión estaba en un prado y unas vacas se comieron parte de un ala, pues parece que los aceites de la pintura eran de su agrado. Sin embargo, el motor era magnífico y ese es el que les trajo de costa a costa. Durante la travesía, arrojaron una corona de flores donde se suponía que se había hundido el Old Glory, primer avión norteamericano que intentó la travesía del Atlántico.

En Santander fueron magníficamente recibidos y tratados; trasladados al Gobierno Civil fueron recibidos por el General Saliquet y alojados en el Hotel Royalty, mientras el aparato estuvo en La Albericia custodiado por la Guardia Civil y dónde recibió las atenciones técnicas y el repostaje de combustible. Fueron obsequiados con una cena en el Club Marítimo, en cuyo album escribieron las siguientes frases: “La última ciudad de la costa de España es el primer aeródromo de Europa” (Williams) y “Estoy muy agradecido al maravilloso espíritu demostrado por todos al aterrizar en Santander desde Old Orchard” (Yancey); después Yancey se trasladó al Hotel Real dónde participó en una fiesta que le ofreció la Sra. Chacón, norteamericana afincada en Santander, alojándose en el mismo, mientras Williams se fue a descansar al Hotel Royalty, dónde también quedó escrito: “En este cuarto durmieron la noche del 9 de julio de 1929 los aviadores Lewis A. Yancey y Roger Q. Williams, después de haber dado felizmente el salto del Atlántico”. El incendio de 1941 destruyó ambos documentos.

A La Albericia se acercaron también muchos santanderinos que no quisieron perderse este acontecimiento único y máxime cuando quedaban aún próximos los ecos del aterrizaje del “Pájaro Amarillo” en los arenales de Oyambre, el mes anterior, lugar donde se hizo un monumento conmemorativo, varias veces restaurado por sufrir daños ante las arremetidas del mar. Incluso muchos dejaron su firma en las alas del Pathfinder.

 

 

Al día siguiente, a media mañana y ante la presencia de numerosas personas, del Jefe del Regimiento Valencia nº 23, Coronel Bosch y del propio alcalde de Santander, Fernando Barreda y Ferrer de la Vega, despegó el Pathfinder y después de realizar un viraje de despedida enfiló el Este, llegando al aeródromo Littorio de Roma sin novedad ese mismo día, a pesar de ser ya de noche, pero fueron recibidos por una multitud de gente y los reflectores les indicaron claramente el campo de aterrizaje. Dado que la llegada se retrasó sobre el horario previsto, Mussolini, que les estaba esperando para darles la bienvenida, se había marchado minutos antes de su aterrizaje.

 

En los siguientes días, La Voz de Cantabria nos deleitó con varias y documentadas informaciones sobre el acontecimiento de este vuelo, incluida una página completa de publicidad de Coca Cola, que degustó en Santander el aviador Lewis A. Yancey.

 

En este verano de 2019, cuando se cumplen 90 años de esta llegada aérea a Santander, con un record de la aviación mundial, que tuvo en su día un gran impacto mediático, es deseable que el 9 de julio no pase inadvertido.

 

¡Qué mejor que un monumento conmemorativo para que las futuras generaciones no olviden este interesante retazo de nuestra Historia!

 

Nuestras autoridades tienen la palabra y los medios para hacer realidad este anhelo.

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Comentarios(2):

paco - 09-07-2019

Precioso artículo

CMM - 09-07-2019

Gran articulo que te ha requerido un esfuerzo solo apto a gente como tu Por fortuna este art esta en redes y s puede leer