¡Vaya güevos!..., por Pedro Arce Díez
Con cierta periodicidad suelo realizar un viaje por las tierras de Cantabria con el grupo gastronómico-cultural Compangos, para realizar alguna actividad cultural y finalizar con un almuerzo en uno de los muchos restaurantes existentes en nuestra Comunidad; en este caso, Casa Enrique, de Solares
Y en esta ocasión también hemos visitado la granja de huevos camperos Pontana que se encuentra en Agüero (Marina de Cudeyo), donde el empresario Carlos Martín se ha embarcado en la producción de huevos con gallinas al aire libre…
¡Vaya güevos!...
Recuerdo en mi infancia aquellos huevos que ponían las gallinas de mi madre y que siempre estaban al aire libre y corriendo a sus anchas; después vino el sistema de producción de huevos en pequeñas jaulas donde las gallinas no se podían mover y, para más inri, les ponían luz nocturna para que pusieran más huevos; eran granjas de miles de gallinas ponedoras en un sistema de máxima producción y de explotación máxima de la gallina.
Pero los tiempos han cambiado y ahora deseamos alimentos más naturales, con ausencia de maltrato animal y con una vuelta a los orígenes y a los productos de proximidad. ¡Y este es el camino que ha emprendido hace ya diez años nuestro amigo Carlos Martín, con granjas en Agüero y Anero y que ofrece huevos camperos de una calidad excepcional!
Ha sido una gran experiencia encontrarnos allí con más de tres millares de gallinas, libremente en una finca de más dos Hectáreas, donde viven al aire libre, pican en el suelo y sólo entran en la gran nave cuando desean comer pienso, al anochecer o cuando quieren “poner el huevo”.
Este huevo “campero” llega a la cinta transportadora que le clasificará y de allí, tras su control y sellado, irá directamente a la huevera, a la caja y listo para distribuir al mercado; y está siendo distribuido en las principales cadenas alimenticias de Cantabria, en muchos de los mejores restaurantes de nuestra región y en los clientes particulares que así lo desean, porque saben que van a degustar un huevo de excelente calidad que ha sido puesto por una gallina sin estrés y en un ambiente de total libertad.
¡Claro que es más caro! Y el cliente decidirá si quiere adquirir un huevo más barato en el súper, que han sido puestos por gallinas encerradas en jaulas o un huevo campero con gallinas al aire libre; lógicamente, en este caso también se han seleccionado los alimentos y todo el proceso vital de la gallina ponedora.
Granja Pontana adquiere las pollitas a una empresa de Zaragoza, que crecen en su propia instalación, con todos los controles administrativos y sanitarios, y cuando se hacen adultas, comienzan a poner huevos, ¡Qué güevos!, finalizando su ciclo a los 16 meses. Este es el huevo que los compradores se van a encontrar en el comercio, salvo si optan por un huevo de granjas enjauladas, aunque dentro de unos años, la Unión Europea prohibirá las gallinas enjauladas.
¿Qué hacen con las gallinas viejas?... Pues tienen que llevarlas a un matadero de Galicia y no llegan ni a compensar los gastos del transporte, a pesar de que, una vez matadas, se aprovecha todo, pues las crestas y patas llegan a los países orientales, otras partes se venden en Hispanoamérica y algo de la misma llega a los lineales de las grandes superficies, pues no se desaprovecha nada.
Carlos Martín, de la Granja Pontana (www.granjapontana.com) nos ha enseñado toda su instalación, el proceso de producción y comercialización y lo orgulloso que se encuentra por poder ofrecer un huevo campero que cada vez es más apreciado por el consumidor, consciente de que se encuentra en el camino adecuado para ofrecer un producto que es sostenible del medio ambiente, que sus gallinas tienen una existencia sin maltrato animal y que el consumidor se va a encontrar con un producto absolutamente natural, como aquel huevo que yo consumía en mi casa y que mi madre recogía en el nido de las gallinas.
Estos huevos ya se pueden encontrar en muchos de los comercios de nuestra zona, los podemos degustar en muchos de los restaurantes de Cantabria y hasta venden directamente a los clientes, con una penetración comercial que crece de día en día, aunque lógicamente no puedan competir en precio con los huevos de gallinas enjauladas en ambiente cerrado y con luz permanente.
Los nuevos modos de vida nos llevan por los caminos de vuelta a los productos naturales, a ser posible de proximidad y con unos sistemas más sostenibles y que puedan crear empleo en nuestro entorno, evitando el despoblamiento rural que tanto preocupa en nuestros días.
Y nuestro amigo, que es un gran emprendedor, también tiene una granja ecológica y ya piensa en criar pollos, de aquellos que comíamos en nuestras casas que pesaban 4 o 6 kilos y cuya carne era tersa y exquisita. ¡Aunque muchos ya lo han olvidado y otros, por su edad, no han tenido la ocasión de experimentar su sabor!
En el futuro que nos espera, este puede ser el camino inteligente de la gastronomía, volviendo a nuestros ya olvidados orígenes naturales…
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