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Opinión 08-07-2019 07:00

Roger Bacon, por Juan Goti Ordeñana

Merece la pena hacer una reflexión sobre las dificultades y objeciones al desarrollo de la ciencia que hace referencia Roger Bacón, y que coinciden con las dificultades en la evolución de nuestra política, donde la ignorancia y el populismo lastran la evolución de la sociedad.

 

 

Vamos a exponer sucintamente los errores e inconvenientes que expone un personaje del siglo XIII que, en un siglo de grandes pensadores como Santo Tomas de Aquino y San Buenaventura que dejaron expuesto el pensamiento sobre el derecho natural, destacó en la Universidad de Oxford. Se trata de un fraile franciscano, Roger Bacon, profesor de esta Universidad, y polifacético, pues era filósofo, físico, teólogo, teórico de la música, astrólogo, alquimista y con importantes estudios de óptica. Es conocido como Doctor Mirabilis.

Se han atribuido a autores posteriores proyectos de grandes inventos, pero veamos lo que este fraile franciscano augura en su obra Opus Maius, una enciclopedia del saber de su tiempo, escrito a instancias del papa Clemente IV, y donde augura lo que puede llegar a ser el mundo del futuro:

«Mencionaré ahora algunas obras de arte maravillosas y también algunas otras obras maravillosas de la naturaleza, que nada tienen que ver con la magia y que la magia no puede llevar a cabo. Pueden hacerse instrumentos gracias a las cuales grandes barcos serán guiados por un solo marino; dichos barcos viajarán muy rápidamente como si tuvieran a bordo una tripulación numerosa. Se podrán construir carros que se trasladen de un lado a otro, con increíble rapidez, sin ayuda de animales. Cabe que se construyan aparatos para volar, en los cuales el hombre, sentado con toda comodidad y meditando sobre cualquier tema, podrá batir el aire con sus alas artificiales, tal como hacen los pájaros… y también máquinas que permitan a los hombres caminar en el fondo de los mares y de los ríos» (Opus Maius, Traducción de Luis Diez del Corral en El rapto de Europa).

Pues estudiando la vida y obra de este gran pensador franciscano, advertimos las dificultades que encontraba para investigar, y que venían causados por los errores, equivocaciones y obstáculos que ponen los grupos humanos, y que dificultan el conocimiento de la verdad, y la búsqueda de la perfección y la sabiduría. Obstáculos para la investigación, según este autor, pero que podemos aplicar a la extraña situación en la que nos encontramos en nuestra realidad política, y son como él dice: «el ejemplo de una autoridad frágil e indigna, el hábito arraigado, la opinión de la muchedumbre ignorante y el encubrimiento de la propia ignorancia con una muestra de sabiduría aparente».

Problemas que Bacon advierte en la investigación que quiere hacer, pero que pasado al medio político de hoy día se puede aplicar a los populismos actuales, y a los grupos que se atienen a sus hábitos y usos. Adaptando, pues, estas dificultades a la política de hoy encontramos una cierta paridad: pues los partidos políticos se encuentran condicionados por una autoridad frágil e indigna, con hábitos arraigados que les condicionan, y con ignorancia tanto de los dirigentes como de las masas, con lo que se fomentan los populismos con lemas prefijados.

El primer inconveniente para el reconocimiento de la verdad, como sucede en nuestra sociedad, es el seguimiento que se hace a una autoridad frágil e indigna, que se fundamenta en un populismo, que ha puesto una ciega confianza en un líder.

Incluso cuando habiendo sido rechazado por su partido, fue impuesto por los militantes, con una ignorancia demostrada de su historial: que copió la tesis, y se le dio regalado un doctorado, y se advierte en su actuación que está obviamente equivocado, ya de hecho ya moralmente.

El segundo obstáculo para llegar a deparar una buena administración, es que se apoya en el hábito arraigado de la tendencia populista, donde ha recurrido sin ningún escrúpulo a terroristas y a separatistas, al tiempo que se pierde en eslóganes basados en estereotipos y en prejuicios.

En tercer lugar, la dificultad, según Bacón, está en la opinión pública desinformada, y en que los partidos basados en el populismo son inclinados a la apelación de que se consideran depositarios del sentir común. Y el populismo no procede tanto por ser de derechas o de izquierdas, cuanto por la forma de argumentar de los partidos. De aquí que se vea más claramente en las izquierdas, que con frecuencia utilizan los argumentos denominados ad hominem y ad populum. El argumento ad hominem es el intento de negar la verdad de una afirmación dirigiendo la atención a las características o creencias negativas del individuo que lo expresa. Y el argumento ad populum es un intento de probar la verdad recurriendo de una afirmación, como hacen frecuentemente, alegando que son portavoces de la creencia de la mayoría, y que mucha gente es de su pensamiento.

Los partidarios de este tercer obstáculo, de la opinión pública desinformada, tienden más a la violencia con manifestaciones, escraches, homenajes a personajes indeseables, etc. Todo lo malo, dice Bacon, que le sucede a la raza humana se produce cuando la gente celebra sus errores-mentirás como verdad y su mal como bien.

El cuarto error es el encubrimiento de la propia ignorancia, a través de los medios de publicidad, de forma que se revisten con capa de ciencia y la presentan como conocimiento o sabiduría, lo que afirman sin fundamento. A los defensores de este obstáculo no les importa ni la verdad ni el bien, igual que a algunos partidos de hoy.

Bacón piensa que la opinión pública desinformada es incluso más peligrosa que depender de una autoridad indigna o un hábito arraigado, «porque la autoridad solicita y el hábito ata, pero la opinión pública da origen y confirma al obstinado [en su obstinación]». En su original latino: «nam auctoritas solum allicit, consuetudo ligat, opinio vulgi obstinatos parit et confirmat».

En su perspectiva, los partidos, defensores del error, ponen su confianza en la multitud, como si la magnitud de ésta constituyera la prueba de la verdad. Los populismos ponen su confianza en el pueblo como un todo que está totalmente de su parte: argumentan ad populum. Así mismo afirma Bacon los partidarios del error esperan usar a la multitud para derrotar a quienes «no habían podido derrotar mediante la razón».

Los esquemas de la actuación de la sociedad actual, siguen las mismas líneas, y se encierran en el egoísmo, entendido éste, según hace la RACE: como «el amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidamente su propio interés». Y mientras los políticos están encerrados en sí mismos hablan de altruismo y trabajo para la sociedad, algo que debe ser para los demás, pues ellos laboran para su propio provecho.

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