Noticias de Cantabria
Opinión 09-06-2019 19:39

Reflexión sobre las pasadas las elecciones

Terminado el tiempo de las elecciones, y antes de llegar a definirse la ocupación de los cargos, se puede hacer alguna reflexión sobre la función que los partidos van a jugar en la sociedad que se nos promete.

El triunfo del 28 de abril, publicado con tantas alharacas por el PSOE, ha sufrido un chaparrón en las elecciones del 26 de mayo, con lo que ha quedado anegado en los resultados, pues las derechas superan en muchos lugares a los progresistas de izquierdas. Y parece que, a pesar de las soflamas de la noche de las elecciones de mayo, a los pocos días, al analizar los resultados, y verlas desde otro punto de vista, han advertido que no han sido tan clamoroso el triunfo del PSOE. Lo que sí es claro, es que la sociedad española se encuentra dividida, casi por mitades, en dos tendencias, que no se arregla con unas encuestas preparadas para unos determinados fines.

En consecuencia, el presidente Pedro Sánchez, que se sentía vencedor en abril, ha visto las orejas al lobo en mayo, y ha ido corriendo al presidente francés Emmanuel Macron, quien públicamente había aconsejado a Rivera que pactase con la izquierda, a pedirle que influya en Ciudadanos, y les fuerce a acordar con las izquierdas, porque de otra forma se pone en peligro su Presidencia del Gobierno, y la pérdida de un montón de Autonomías y Ayuntamientos. ¿Dónde está la euforia del presidente Sánchez? ¿Y dónde está el meollo del partido de Ciudadanos?

Pero este recurso a Francia, no trae buenos augurios. El interés de los gobiernos franceses para influir en España ya viene de antiguo, recuérdese los Pactos de Familia del siglo XVIII, firmados por Felipe V y Carlos III, que nos comprometieron con la política francesa, sin ningún beneficio para nuestra patria, y la otra acción de Francia con Napoleón a quien se le vieron las intenciones de dominar España. Nunca en el pasado nos ha ido bien cuando el poder francés ha pretendido dirigir nuestra nación. Y ahora ha nacido un nuevo partido que no sabíamos de donde procedía ni qué apoyos tenía. Después de estos hechos se ve que tiene unos apoyos en el extranjero, aunque no sabemos hasta qué límites llegan las ayudas. De todas formas, la dependencia del extranjero, explicaría algunas actuaciones.

Los españoles que votaron a Ciudadanos, creo que no sabían estas influencias, pero Pedro Sánchez sí, pues al advertir que quedaba en peligro su presidencia del Gobierno, y limitado su poder en las Autonomías y Ayuntamientos, corrió en busca de una influencia para atraer a su lado al partido de Ciudadanos.

Pero los votantes de Ciudadanos debían haber sospechado, porque el nombramiento del afrancesado Manuel Valls Galfetti para candidato a la alcaldía de Barcelona, y la forma como éste aboga para que se inclinen por las izquierdas sin un razonamiento, muestra con claridad por qué barrios anda, cuando el partido se califica de derechas. Y este candidato sin remilgos, para ir contra las derechas, clama aún dar la alcandía de Barcelona a Colau, con lo que define su campo de acción, bastante incompatible con lo que predica Rivera. Menos mal que la dirección del partido más coherente, temiendo a las bases, que no podrían comprender estos desmanes, ha sido más comedido, aunque queda navegando entre varias aguas.

Las pretensiones del Elíseo, que no habían conseguido entrar en las políticas de los partidos tradicionales de España, han conseguido introducirse en el nuevo partido de Ciudadanos. Pues no sólo han impartido indicaciones paternales a Rivera, que cada vez más aparecen como órdenes. Como aquella que partió de la secretaria de Estado de

Asuntos Europeos de Macron, que se arrogó imponer con quién podía pactar Juan Marín, cuando se planteó formar el Gobierno de Andalucía. Así como el jefe operativo de la República en Marcha, Stéfane Séjourné que se permitió increpar a Ciudadanos, de forma descarada, por el tripartito de Sevilla, con la intención de dirigir su actuación con reiteradas amonestaciones. Sin dejar de referir la intervención del Belga Guy Verhofstadt, que desde Alde (Grupo de Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa), diariamente les está advirtiendo, desde su despacho en París, cuál es la política que deben seguir. Es lógico pensar que Francia ha encontrado el partido con el que pueden introducirse en la política de España.

Con los vaivenes que esta sufriendo Ciudadanos ante sus aspiraciones, ya pretendiendo ser oposición en el Parlamento, sustituyendo al PP, que es el lógico por la tradición y mayor número de diputados, y pretendiendo, siendo tercero, imponerse en los pactos para Autonomías y Ayuntamientos, no se ve claro el lugar que debe ocupar. No hay nada peor que medirse con ensoñaciones, porque sugiere una desorientación de su pensamiento básico.

No obstante Ciudadanos es un partido decisivo hoy para formar Gobierno en Autonomías y Ayuntamientos, y además con voluntad de supremacía, lo que siendo tercero desencaja en la firma los pactos de muchas entidades. Veremos como sale en estas complicadas decisiones.

Y aún llega a más su incoherencia, cuando se niega a reconocer y encontrarse con un partido como Vox, reconocido en el sistema constitucional español, y con un porcentaje de votos necesarios para resolver muchos de los supuestos conflictivos, y sin cuyo voto no se pueden llegar a las mayorías en la resolución de Autonomías y grandes Ayuntamientos. ¿Esta actitud, no será para no se den a la derecha la presidencia de Autonomías y Ayuntamientos?

Esta dependencia del partido de Ciudadanos de decisiones extranjeras hace que se tenga que poner en duda su legitimidad, pues una cosa es pertenecer a la Comunidad Europea y por ello tener relaciones con otros países y aún pertenecer a las Alianzas de Grupos Europeos, y otra depender de ellos para caminar y decidir en la política de España.

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