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Opinión 06-01-2022 18:57

Pródigo en «garzonadas». Por Jesús Salamanca Alonso

Cuando un ciudadano europeo acuda al mercado no leerá la etiqueta de la tipología de granjas. Su cerebro le estará diciendo «no compres carne de España que es de mala calidad, procedente de animales maltratados».

 

Cuando un ciudadano europeo acuda al mercado no leerá la etiqueta de la tipología de granjas. Su cerebro le estará diciendo «no compres carne de España que es de mala calidad, procedente de animales maltratados».

 

"No puede seguir ni un minuto más sentado en el Consejo de ministros", dicen los partidos de la oposición, varios presidentes autonómicos con Lambán a la cabeza, el sector ganadero al completo y la industria cárnica. Es tal el daño de este muchacho, comunista y ministro-cuota, que ha faltado tiempo a los gobiernos alemán y francés para pedir explicaciones al gobierno español. De momento, mientras no se clarifiquen las cosas, se paralizarán determinadas exportaciones de carne española. Tremendo error del ministro comunista-caviar, ahora que teníamos un mercado estable en Europa y China tenía había desarrollado su mercado cárnico con productos españoles.

 

Mal asunto eso de mezclar masculinidad, maltrato animal, consumo de carne, productos de baja calidad, macrogranjas, ganadería extensiva? ¡Cómo se nota que ese ministerio carece de competencias y sigue siendo inservible! Para hacer lo que hace el comunista Garzón hubiera servido con una jefatura de sección, pero como había que cortar la tarta en muchos trozos, pues al niñito-pijo le dieron un pedazo que no sabe digerir, a la vez que destrozaron la tarta.

 

¡Vaya ridículo más escandaloso! Y es mayor el escándalo desde el momento en que ha recibido apoyo de algunos de sus compañeros. Jamás en la democracia española había habido un ministro más cutre, desinformado, y sin entender los conceptos económicos que le competen. Ah, y con fama de vago. La ignorancia demostrada por este ministro-cuota le ha llevado a meter la pata en numerosas ocasiones, hasta el punto de haber tenido que acudir Sánchez a echarle un cable, en vez de cesarle al instante.

 

El peligro no es sólo Alberto Garzón, sino la corte de «cencerros» que acuden en su apoyo. Ante el atolladero en que se ha metido y ha metido al gobierno, la portavoz echa balones fuera y dice que las declaraciones «son a título personal», lo que confirma la clara descoordinación de los dos subgobiernos que tenemos en España. Y digo yo: ¿Se hubiera creído eso la mastuerza izquierda si lo hubiera hecho un ministro de la derecha? Recuerden la injusticia que se cometió con el ministro canario por unas «offshore» que ni siquiera eran suyas.

 

No hay asociación u organización vinculada a la ganadería y al sector cárnico que no exija la dimisión de Garzón, algo que el gobierno alemán reclama a Sánchez si no son ciertas las afirmaciones tajantes del ministro comunista. No es de extrañar que se hayan puesto en marcha acciones legales contra el titular de Consumo. Alberto está más solo que la una, aunque no han faltado compañeros de la degenerada bancada comunista bolivariana que se han metido a bandoleros intentando justificar sus afirmaciones, rebuscar en las macrogranjas y en la ganadería extensiva. El caso es que han hecho el ridículo, también.

 

Los más ignorantes siguen viendo una cacería contra Garzón. Sabido es que la siniestra intenta demostrarlo todo, aunque sea mintiendo y vendiendo a su progenitora por dos alfileres y tres dedales. Tres días tardaron en salir algunos apoyos al ministro-bocachanclas en las redes sociales, pero lo hicieron a título personal u obligados por el jefe; en eso la siniestra no da puntada sin hilo, por muy calamitoso que sea el asunto. Ahí tienen a tres esperpentos de la política mediocre y desnaturalizada, como Echenique, Asensio y Santiago, dispuestos a autoinmolarse políticamente con tal de salvar la cabeza de su jefe-cuota, sector comunista.

 

En estas cuestiones hay más seriedad en el PSOE, pero no porque sea un partido serio y riguroso, sino porque no se mueve un hilo sin que Sánchez abra el ojo de la aguja. Férreo marcaje, pero rentable siempre. Ahí están Javier Lambán y García Page pidiendo la dimisión de Garzón y una rectificación puntual, además de pública. Ni que decir tiene que Garzón se sabe necesario en el pacto socialcomunista: no por sus conocimientos y preparación, que son casi nulos, sino porque la suma es la suma y, Pedro Sánchez «El mentiroso», necesita dormir en el colchón de Moncloa.

 

Un ministro no puede hablar a título personal de un tema de consumo que afecta al gobierno al que pertenece. Puede hacerlo en la bodega con sus amigos y extraoficialmente, pero no con luz y taquígrafos, además de desinformado y con mala fe. Al ciudadano de la Unión Europea no le quedará la información sobre macrogranjas o ganadería extensiva, perfectamente legales y reguladas jurídica y sanitariamente en España, sino lo de «la carne de mala calidad». «España exporta carne de mala calidad procedente de animales maltratados». Ese es el mensaje y no el otro. ¿Era de mala calidad el solomillo que se sirvió en su boda? ¿Compró el solomillo en el mercado negro?

 

Cuando un ciudadano europeo acuda al mercado no leerá la etiqueta de la tipología de granjas. Su cerebro le estará diciendo «no compres carne de España que es de mala calidad, procedente de animales maltratados». La torpeza de Garzón no llega hasta ahí; da hasta donde da, que no es mucho. Tiene que ser muy duro demostrar a diario que se es vago y despreciable a la vez. Pues este chico lo ha conseguido.

 

Una pena tener un degenerado social como ministro-cuota de Consumo. Sí, me refiero al autor de las «gorzonadas». Por cierto, no confundir las «garzonadas» de Alberto con las «marlascadas» y «fakes» de Fernando Grande durante la pandemia. Otro que tal baila.

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