Memorias de África
Hay una escena memorable en la película de la novela homónima de Isak Dinesen, y es aquella en la que Sarah, el Farah de Karen Brien (Meryl Streep), le dice a esta, cuando ella está construyendo una presa para asegurarse el agua en su hacienda, aquello de: “este agua vive en Mombasa”, pues no entiende cómo el agua se puede retener.
Seguramente pretendía decirle que “aquel agua era libre y no le gustaba que la encerraran”, que “tenía su alma que no cabía en una presa”. Me viene a la memoria la escena, cuando contemplo estos días la playa de la Magdalena, como hago habitualmente y veo que parte de la pasarela instalada a lo largo de la misma, ha sido juguete de las olas y se la ha llevado la marea por sexto año consecutivo, que ya es no haber aprendido.
Como llevo viendo retroceder el talud artificial desde que se vertió la arena en primavera, como sucede todos los años, marea tras marea, fotografiando el retroceso, para mí, lo mismo que para los que conocen la dinámica de la playa, no ha sido ninguna sorpresa, pues todos sabíamos que era sólo una cuestión de tiempo. Lo que sí ha sido una sorpresa es la reacción del ayuntamiento con el catastrofismo de las declaraciones de sus técnicos y regidores, que ha demostrado haber aprendido rápidamente lo que son las fakenews, (noticias falsas) y su uso, pues es difícil creer que no le hayan explicado que las corrientes y mareas marcan el perfil de invierno de la playa a una cota determinada. Lo que en la novela y película antes citada describen como que el agua vive en Mombasa.
Desde 1973 se vienen efectuando los rellenos en la playa, que año tras año la marea se los lleva de este a oeste, lo mismo que año tras año, la marea se lleva la pasarela porque no tienen la precaución de retirarla a tiempo, como hacen en la mayoría de los ayuntamientos que colocan pasarelas como la nuestra. Aunque si es posible que las mareas no se lleven el trozo de pasarela instalado delante de la pared que cierra la playa, porque previamente se otorgó una concesión de 398 m² para instalar un muro de escollera que queda oculto por la arena de relleno y la propia pasarela.
En el primer artículo que publiqué en este periódico sobre el tema de las escolleras titulado ”Nos merecemos esta mierda”, decía que parecía que algún imbécil se había creído que por echar arena en la playa esta se iba a quedar allí, como si fuera la tierra que se echa en el jardín de una piscina.
Con marea alta de coeficiente equinoccial o sencillamente con un coeficiente alto alterado por circunstancias meteorológicas la marea llega hasta los muros, porque estos se construyeron en el límite de la playa y de aquellos polvos estos lodos. Se destruyeron los taludes, dunas y reservas de arena que eran los reguladores naturales de la zona marítimo terrestre, lugar máximo de la marea según define la Ley de Costas y la disipación de la energía de las olas ha encontrado un obstáculo distinto, que son los muros y esa es la causa de que enrabietadamente les descarne.
En esta marea de noviembre las aguas ya han llegado al muro del balneario, como vienen haciendo desde que éste se construyó hace 145 años. El desnivel en las escaleras no obstante sigue siendo de seis escalones, pero como la marea ya está allí, presumiblemente con las próximas mareas se convertirá en 12 o 13 escalones antes de llegar en las siguientes a los 15 /17 que se corresponde con el perfil morfológico de invierno en esta zona de la playa. Al agua de la bahía le gusta bañarse en el balneario de la Magdalena como lo viene haciendo desde que éste se construyó. El agua vive en Mombasa dicen en aquella película.
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Comentarios(3):
En ningún momento del comentario que escribí la semana pasada falté el respeto al Sr. Gómez Acebo, cosa que él si me lo ha faltado en una ocasión en otro medio digital. Gracias por su censura.
No me consta haber faltado nunca el respeto, ni en este, ni en ningún otro medio por iniciativa propia.Soy consciente de que la tercera ley de Newton tiene su aplicación en el ámbito de las polémicas y nunca empiezo ninguna en el personal, y Alejandro, créame , no se quien es usted.
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