Noticias de Cantabria
Opinión 02-11-2020 10:30

La promesa de 800.000 puestos de trabajo, por Juan Goti Ordeñana

Vivimos un mundo en el que el observador debe sacar sus conclusiones de la España que han tomado las izquierdas, sin saber estos políticos a donde llevan a la sociedad, ciertamente no al bien común de las personas que es el lema del Derecho natural.

 

      En ningún momento quiero partir con una acusación a la realidad de estos momentos, sino observar la incoherencia en que vivimos por la inconsciencia de nuestros gobernantes. Vivimos un mundo en el que el observador debe sacar sus conclusiones de la España que han tomado las izquierdas, ya que se han subido a un globo dirigido por los vientos de la globalización, esto es, sin saber estos políticos a donde llevan a la sociedad, ciertamente no al bien común de las personas que es el lema del Derecho natural, sino por caminos de destrucción de la persona.

        El miércoles, día 7 de octubre, día nefasto para el Gobierno por las acusaciones de algunos altos cargos del equipo dirigente, la presentación del programa por el presidente, Pedro Sánchez, quedó en un segundo plano, y se ha comentado poco en la prensa. ¡Puede que fuera la causa del berrinche contra Madrid!  Extraña mucho que el plan de futuro del Gobierno, en un momento de crisis económica como el actual, haya quedado a la sombra. Por ello quiero hacer un breve comentario y preguntar por qué ha quedado tan apagado en la prensa: ¿Es porque lo que dice el presidente ya nadie lo cree, salvo sus hooligans, ante la serie de mentiras que nos ha predicado tan reiteradamente, o porque los 800.000 puestos de trabajo, que ha prometido, no son nada ante el paro que está consiguiendo en su mandato?

       El presidente se ha presentado con gran aparato, y una pomposa soflama: Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía. Y la noticia de mayor atractivo ha sido la promesa de la creación de 800.000 mil puestos de trabajo en los tres próximos años. Sabíamos que el presidente copia todo, como muestra, basta citar su tesis doctoral, pero la creación de este número de puestos de trabajo ya lo oímos al PSOE en otros tiempos en el que miraba con más optimismo el futuro. Todos los que vivimos la Transición recordamos a Felipe González que, en una campaña de elecciones generales que le auparon a la Jefatura del Gobierno en octubre de 1982, prometió esta misma cantidad, y parecía ser el principal objetivo de la legislatura. No logró cumplir con su propósito, por lo que al final fue sincero, y le reconocemos su honradez política al confesar que: «prometí crear 800.000 puestos de trabajo, y lo que creamos fueron 800.000 parados más. Los puestos de trabajo los crean los empresarios, no el Gobierno». Actitud que será difícil que ahora adopte el actual presidente.

        En aquellos tiempos optimistas del PSOE era perdonable hacer alguna promesa de este tipo, pero en estos momentos con los niveles de paro que venimos sufriendo, causado por esta pandemia y por la mala gestión económica de este Gobierno, que van a superar los cuatro millones, es un brindis al sol. Sánchez debería haber tenido en cuenta la experiencia y el consejo de su antecesor, y haberse ahorrado de hacer el ridículo. Se hubiera evitado la tacha que le va a acompañar en todo el tiempo que pueda disfrutar de su cargo. A lo mejor esto no va a ser tan largo como se promete, pues los desafueros de los miembros de su Gobierno con todas las acusaciones que están en curso, no le van a proporcionar las ilusiones que se está haciendo, como asoma en los optimista discursos con los que cree convencer al pueblo.

         Lo malo de este proyecto es que no atiende al consejo que le daba su predecesor Felipe González, que no es el Gobierno el que crea puesto de trabajo, sino las empresas y no se ven en la ideología del actual gabinete promover las empresas que hagan un pueblo industrioso. Ese ha sido un error que arrastra el PSOE desde su primer Gobierno: solucionar el problema del paro creando funcionarios. Con lo que en realidad se agrava el problema, pues lleva a aumentar el gasto del Estado, que no se soluciona con subir impuestos, ya que el eje de la producción son las empresas, no el Estado.

        Esta ilusión de Pedro Sánchez se basa en los miles de millones de euros que espera de la Comunidad europea, pero la línea del pensamiento de estos dirigentes no parece que se vaya a dirigir a promover la industria, sino aumentar funcionarios y dar subvenciones a ONG de dudosa utilidad. Aunque la verdadera política debería ser la de la promoción de la industria, pero para esto se necesita generar un horizonte de tranquilidad, y para ello se requieren unas personalidades en el Gobierno que den confianza y seguridad jurídica y económica necesarias para atraer inversores, y promover emprendedores entre nosotros. En estos momentos el gobernante que piensa en el futuro debe tener en cuenta la necesidad de formar un equipo de colaboradores que responda a las necesidades de promoción de la sociedad, no de ideología abstrusas. Con el actual aparato no se puede soñar en marchar hacia adelante.

       Los 800.000 mil puestos de trabajo que Pedro Sánchez ha prometido crear, en tres años, lo ha debido hacer por copiar a su antecesor, pero sin ver la realidad, pues ante la necesidad de procurar trabajo para cuatro millones se me antoja, a todas luces, escasa y mezquina la promesa. Y si fuera capaz de estudiar las necesidades de la sociedad podía haber observado los últimos años donde se ha dado algo de recuperación económica, no en el ritmo requerido, pero si con una línea de mejora, donde hubo una recuperación media de medio millón de puestos de trabajo por año. Por lo que plantearse sólo 800.000 en tres años es muy poco, ni siquiera el ritmo de épocas tan criticadas que le han precedido, por tanto, si fuera cierto sería una recuperación muy raquítica, pues al terminar su mandato, si se cumplieran sus números quedarían más de tres millones de parados. Si los números son así, debería pensar que su labor es inútil, y no estaría mal que recapacitara en dejar su puesto a algún otro equipo con más capacidad de trabajo.

        Ha llegado la crisis económica y superarla va a ser difícil, si como parece se pretende solucionarlo, disparando el gasto público. Es la receta que puso en marcha Zapatero en el 2008, cuando se asentó la crisis financiera internacional, y Pedro Sánchez con su vicepresidente Iglesias quiere repetir el mismo plan para solucionar el trance que está causando el coronavirus y su incapacidad. Aquello no funcionó y Zapatero se esfumó ante la catástrofe que estaba encima. Por mucho que se empeñe el actual Gobierno, este camino no es una solución. La única esperanza, como entonces, es que se produzca una extraordinaria intervención del Banco Central Europeo. Sólo con pensar en la política que se lleva, está temblando toda la sociedad consciente española.

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Comentarios(1):

T. Jefferson - 05-11-2020

No hombre no, que le han interpretado mal, dijo 800 o 1.000.