La lección de Alexander Solzhenitsin Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid
Cuando en estos tiempos, vemos resurgir totalitarismos con unos gobiernos envolventes de todos los elementos del poder en los países de nuestro alrededor, escribimos para mover a una reflexión, advirtiendo a dónde nos puede llevar esta progresía
Cuando en estos tiempos, vemos resurgir totalitarismos con unos gobiernos envolventes de todos los elementos del poder en los países de nuestro alrededor, escribimos para mover a una reflexión, advirtiendo a dónde nos puede llevar esta progresía. Para curarnos en salud, me parece saludable recordar la obra del Archipiélago Gularg (1918-1956) de Aleksandr Solzhenitsyn, por el valor que tuvo en su momento, como remarcó en el prólogo Raúl del Pozo: «Su libro cambió la vida de mucha gente, al estilo de aquellos libros que llevaron a Santa Teresa y San Ignacio por el camino de Dios. La fábula tiene una honda raíz religiosa y la escritura es terrible y hermosa».
Solzhenitsyn fue una de las personas que estuvo dentro de los millones de víctimas, que han sufrido los efectos del comunismo en la historia. Ponderemos lo que nos cuenta en primera persona: cómo el totalitarismo comunista ha pretendido substraer de lo que es el ser humano y convertirlo en un individuo aislado, solo, para que caiga en una esclavitud dentro del sistema que monta, para que sea un simple sirviente del sistema, que arrastra a la plena alienación.
Este libro testimonio de solidaridad de muchas personas que colaboraron con Solzhenitsyn, y que recibió en 1970 el premio Novel de Literatura, es testimonio del terror de lo que supone estar bajo el peso de la bota soviética. Es una obra clave para conocer, por dentro, la realidad del comunismo, que en algún tiempo se vio en occidente como una aurora de unos tiempos nuevos, pero este libro hizo despertar la atención de lo que suponía el lastre soviético, y la posible influencia en los países cristianos.
Aunque, tampoco, el momento de desarrollo del capitalismo en que vivimos, es un sistema idóneo, pues ha llegado a desarrollar puntos negativos, que Solzhenitsyn apuntaba en aquellos años, y que en estos momentos se ven muy acentuados: «No tengo ninguna esperanza de Occidente. Su excesiva comodidad y prosperidad, han debilitado la voluntad y su razón? Occidente carece de recursos morales y espirituales para resistirse a su propia decadencia».
Solzhenitsyn que fue profesor de matemáticas y física, con motivo de una crítica de la estrategia de guerra del stalinismo, fue mandado al Gularg, donde sobrevivió al duro trato del destierro, y donde advirtió las bases materialistas e inmorales del sistema, lo que le indujo a abandonar la ideología marxista, y darnos testimonio de lo que puede suponer la ideología comunista.
El hecho de que, a Solzhenitsyn, ni siquiera se le permitiera asistir a la recepción del premio Novel, despertó en Europa el estudio por la
conculcación de los Derechos Humanos, y se advirtió que, miles de personas estaban encarceladas y condenadas a trabajos forzosos o recluidas en centros psiquiátricos, por sus opiniones sobre el régimen soviético.
Esta obra de Solzhenitsyn es fundamental para que podamos reflexionar sobre lo que suponen el totalitarismo comunista. En él se enseña, cómo los totalitarismos de estilo marxista pervierten el alma humana y desestructuran los puntos de referencia fundamentales de la conciencia, de modo que el sistema totalitario concreto comunista, lleva a destruir el ser humano en su intimidad.
Esta situación le llevó a una reflexión: de que sólo con una vida espiritual podría sobrevivir, por lo que se convirtió al cristianismo, que le llevaba a mantener su dignidad. Por ello dejó escrito: «si el día de hoy se me pidiese que formule en la forma más concisa posible la principal causa de la desastrosa revolución que consumió a cerca de sesenta millones de personas en nuestro pueblo, no podría decir con mayor precisión que los hombres han olvidado a Dios; es por eso todo esto que ha pasado».
Según nos enseña Solzhenitsyn, el establecer la mentira, como herramienta política, es la enseña del totalitarismo comunista. Y utiliza los medios de publicidad para subvertir las mentes de los ciudadanos, de modo que los lleva a decir lo contrario de lo que piensan e incluso lo contrario de lo que ven. Y la publicidad, por consignas de los políticos, repiten, constantemente, las verdades que se les ordena, aunque en su interior sean conscientes de su falsedad.
La obra de Solzhenitsyn nos muestra, la necesidad de crear una resistencia al totalitarismo que nos envuelve. Para ello hay que ser valiente para decir la verdad. Ahora bien, quien tome esta actitud ha de saber, que va encontrar todas las dificultades en esta sociedad montada por una ideología totalitaria, y va a tener que soportar insultos, censuras, y sufrir un medio social donde se ha trastrocado la verdad, pues las cosas no responden a la realidad con unas leyes destructoras de la naturaleza humana y de las formas normales de convivencia.
Solzhenitsyn con su obra del Gularg nos anunció, con tiempo, hacia dónde camina esta sociedad en manos del comunismo, con una ideología de la sociedad elaborada en laboratorio. Completada por unas feministas desnortadas, ignorantes y soberbias, y un Gobierno déspota basado en la mentira, con dominio de los medios de publicidad, y volteando la conciencia de los ciudadanos. De modo que si no se toman medidas a tiempo. ¿Cómo va ser el siglo XXI?
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Comentarios(1):
Lamentablemente, el mundo tecnológico ha ido muy deprisa, demasiado deprisa. Por el contrario, el mundo de las ideas se ha ido estancando. Esto ha creado un desequilibrio que está teniendo unas consecuencias desastrosas para la sociedad. Seguimos con la balanza "comunismo/capitalismo", mientras uno no sabe crear riqueza, el otro no sabe distribuirla. Nada nuevo, Prof. Goti. Le felicito por este buen artículo.