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Opinión 21-06-2022 06:55

LA ESPAÑA VACIADA Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Cuando uno viaja por la cornisa cantábrica, observa magníficas vistas de campos verdes, ciertamente un paraíso natural para la vista, pero no para el desarrollo social, pues no se avistan tierras sembradas. El trabajo en las aldeas se va perdiendo, y sólo el turismo rural, en algún aspecto, las salva.

 

 

Se ha empezado a hablar de una «España vaciada», como un lamento por el abandono que sufre el campo español. Las provincias que no son industriales van perdiendo habitantes, al tiempo que notan cómo se abandonan los cultivos, y los pueblos ven caer sus caseríos, si no se trata de mansiones que se dedican al turismo rural. Cuando uno viaja por la cornisa cantábrica, observa magníficas vistas de campos verdes, ciertamente un paraíso natural para la vista, pero no para el desarrollo social, pues no se avistan tierras sembradas. El trabajo en las aldeas se va perdiendo, y sólo el turismo rural, en algún aspecto, las salva.

Pero, a pesar del abandono que se está haciendo del sector terciario, como se califica a esta industria, es la primera que existió, la que desarrollo las civilizaciones, y la que, aún hoy día, abastece la alimentación del mundo. La guerra que ha promovido Rusia en Ucrania nos da el aviso: que dejar la producción de alimentos en manos extrañas, conlleva gran peligro. Ha tenido que venir una guerra para que Europa se dé cuenta del riesgo que tiene no producir sus propios alimentos.

Muchos han advertido que Europa ha entrado por un mal camino. Está asustada por una guerra en este tiempo, cuando se había rechazado su posibilidad, pero los hados han vuelto a situaciones ancestrales. Las actuales circunstancias, en que hemos entrados, son una advertencia de la fragilidad de la política moderna, han inventado una enorme maquinaría, pero se han olvido de lo qué es la persona, y para remate se imponen unas ideologías que destrozan la sociedad.

El curso actual de la guerra es una advertencia de hacia dónde nos puede llevar el abandono de nuestros campos. En Alemania han saltado las alarmas pidiendo que se hagan acopio de alimentos en casa, porque esta situación puede ser grave por falta de víveres, y durar largo tiempo. Ya se está sintiendo la falta de grano, y algunos sectores empiezan a clamar porque van a quedar sin abastecimiento para la industria. La causa de este estado se debe al abandono, por lo visto general, de los campos de labranza en los países europeos. Se optó por la gran industrialización y se abandonó la agricultura que en toda la historia ha sido la primera industria que ha mantenido y desarrollado la cultura de Occidente. Juan Velarde Fuertes, comentando un libro, advierte que nuestra balanza agraria, sistemáticamente deficitaria, puede cambiar, pues en otro tiempo, con la reestructuración que hizo Lamo de Espinosa en el ministerio de agricultura se reformó la tendencia, y «comenzó a variar en 1981, cuando se llevó a cabo una importante operación de exportación de trigo (más de 1.000.000 de toneladas) y de harinas a la URSS, lo que elevó la tasa de cobertura de la balanza comercial a cifras cercanas al equilibrio (96 %)». Ahora, sin embargo, ha cambiado, estamos en manos de ucranianos y rusos para el abastecimiento de grano, y cuando por causa de la guerra se ha bloqueado la salida de los productos de estos países, Europa ha empezado a temblar.

Las políticas europeas, en vez de pensar en las necesidades vitales de las personas, se han derivado a dominar los pueblos con ideologías avasalladoras, pero la realidad es paro, carencia de alimentos, carestía de la luz y falta de medios de qué vivir. Esto advierte que el hombre debe volver aquella esfera de subsistencia vital, que es lo que le hace feliz, y le permite vivir en el medio que es propio del ser humano.

Hace unos días me presentaron un proyecto que establece un «reto demográfico», y constituye un ensayo y experimentación de un modelo socioeconómico para la aldea del siglo XXI. El proyecto es una gran idea, cuando el desconcierto que se ha implantado en Europa, con la situación de guerra, mueve a reflexionar sobre el error que ha sido el abandono de la agricultura. El problema es: ¿Se podrá revertir la orientación que se ha seguido en los pasados años?

En verdad, la dificultad está en la búsqueda de una nueva viabilidad socioeconómica para volver a la aldea basada en la recuperación económica de los pueblos. Sin embargo, la reflexión de la crisis a la que estamos llegando en la situación actual de Europa, la falta de trabajo de la juventud y la crisis que está sufriendo la sociedad, nos debe llevar a pensar que la persona está más centrada cuando realiza su propia labor, y la del campo es la que más centra a la persona, porque es algo suyo.

Muchas han sido las causas del abandono del campo, pero creo que hay una en especial, se ha creado la idea de que la vida en la ciudad es más fácil, ciertamente exige un menor esfuerzo, pero es una llamada a la alienación y al paro. Es mucho más satisfactoria para la persona, cuando programa su trabajo, ve los resultados de tu labor y vive cerca de la naturaleza, pero para ello se necesita una atención especial y adecuadas ayudas. ¡Cuando hay tanto trabajo en el campo!

En este abandono de la agricultura ha tenido mucha importancia la enseñanza. Se ha inventado el bachillerato para todos, aún con suspensos.

Para ello se han cerrados las escuelas que enseñaban a vivir en el campo y que daban una instrucción adecuada, mejor de la que muchos piensan, e invitaba a amar su terruño y su labor en el pueblo. En su lugar se han creado institutos para todos, donde se enseña una cultura para alejarse de la aldea. Se ha llegado al punto de mover a todos a lograr un título universitario, aunque no sea esto el anhelo y la capacidad de muchos jóvenes. La vocación de muchos es otra, y convendría inventar una enseñanza dirigida a satisfacer las inclinaciones de cada uno. Ahora bien, resulta muy difícil volver al campo, cuando te han metido en la cabeza que tienes una cultura, aunque lo haya conseguido con suspensos. ¡Pues te crees universitario! Es necesario volver a educar para volver a la agricultura. Es un enorme campo de puestos de trabajo, y de facilitar una alimentación sana y ecológica a la población.

El pacto verde, que se quiere imponer, es un colosal programa de ingeniería social, un engaño, que destruye a la persona y a la sociedad.

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