La destrucción de la familia es la destrucción de la persona y del Estado Por Juan Goti Ordeñana Catedrático de la Universidad de Valladolid
Nuestras soñadoras y marxistas ministras han creído, que, con disponer de un Ministerio de la Igualdad y dictar leyes, han llegado al paraíso comunista imaginado, y que con sus disposiciones han terminado las desigualdades, y alcanzado el utópico paraíso marxista, como el momento final de la historia. ¡Mera ilusión y engaño!
Es muy grave la normativa que se quiere establecer en la nueva ley de familia. La familia no se puede definir a capricho de una delirante ideología progresista y feminista. Tiene una historia muy antigua, muy amplia y muy elaborada por los usos de los pueblos. En todos los pueblos, desde la más remota antigüedad, hay unas líneas fundamentales de lo que es la familia y las relaciones humanas derivadas de esta institución, que no se pueden olvidar, para introducir en la idea de familia la ideología comunista de Podemos.
Lo que pretende la nueva ley, es eliminar la institución familiar, creyendo que la persona debe ser algo individual, una isla, sin conexiones de parentesco, y viviendo en el imaginario paraíso soñado por el marxismo. Donde todo se arregla con una ley de convivencia perfecta, pero imaginaria, que no se da en la realidad, y que, en verdad, no responde a la naturaleza humana. La persona vive en relación a los demás, y si se le priva de estas relaciones que le proporciona la afinidad del parentesco, se hace un islote, perdido en la marea del caos social.
La idea de familia, como pretende este grupo de marxistas, no puede nacer de la superación de las alienaciones de que nos habla Marx, base de donde parte esta delirante legislación: alienación religiosa, alienación filosófica, alienación social, alienación política y alienación económica. Porque por mucho que los comunistas crean, no se han superado ninguna de estas alienaciones, y, por tanto, no se ha alcanzado el paraíso marxista. Lo cierto es, que no se han llegado a superar estas alienaciones, ni alcanzado el final de la historia, el soñado paraíso comunista. Al ver que no se lograba ese ideal, se cambió de programa y se propuso lograrlo con tiranías de unos Gobiernos comunistas, que toda persona de la cultura occidental conoce las siniestras consecuencias a que han llagado. A dictaduras estatales, muy lejos del ilusorio fin de la historia, donde las alienaciones se han acentuado, y logrado la destrucción de la persona y de la convivencia social.
Nuestras soñadoras y marxistas ministras han creído, que, con disponer de un Ministerio de la Igualdad y dictar leyes, han llegado al paraíso comunista imaginado, y que con sus disposiciones han terminado las desigualdades, y alcanzado el utópico paraíso marxista, como el momento final de la historia. ¡Mera ilusión y engaño!
Pero este iluminismo no responde a la realidad de este mundo. Es necesario volver a reconocer al Creador, y empezar a investigar cómo es la naturaleza humana, por lo que es necesario que volvamos a descubrir los misterios que tiene la creación y desarrollar las condiciones del ser humano, dejando las delirantes ideas que se derivan de un soñador, que no estuvo conforme con la realidad, y creó el mayor desajuste en la evolución de las sociedades.
Por tanto, es necesario que la política se desentienda de todas esas utopías y vuelva a su ser, una convivencia adecuada al ciudadano normal, que anda por la calle, y que necesita un medio de personas con las que convivir, comunicarse y defenderse. El medio ideal es la familia de parentesco que se haya formado a su alrededor con verdaderos y sinceros compromisos. Compromisos que ha ido elaborando y concretando el derecho hasta llegar a un esquema de normas, que responden a la afectividad y a cubrir las necesidades de la persona.
Como entrada, en todas las tradiciones de los pueblos hay una idea general de la familia a la que responde la siguiente definición que nos aporta el Diccionario de la lengua española: «un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas, por razón de parentesco y convivencia». La familia no es cualquier encuentro de personas, y aunque la definición del Diccionario de la lengua española, ante las nuevas ideologías, parece que abre el abanico de posibilidades, hay elementos esenciales, que no se indican expresamente, como el nacimiento de las relaciones por un compromiso jurídico que se ha concretado históricamente en la idea de matrimonio de mujer y hombre, que crea las líneas de relaciones entre esposos, hijos y demás miembros que pueden entrar en trato con ellos por razón del parentesco.
Además, la familia es el núcleo fundamental de las sociedades organizadas, lejos de la ingeniería social que pretende el ideario totalitario, que nos trata de imponer la ideología comunista. A través del cual, la persona se encuentra insertada en la sociedad, siendo el primer círculo de relaciones que encuentra la persona. La descomposición de la familia, como pretende esta legislación, y advertimos en la sociedad actual, muestra ya la multiplicación de consumos de ansiolíticos, drogas, aumento del número de suicidios, en especial, entre niños y jóvenes, y del número de individuos que se ven desorientados con la necesidad de acudir a psicólogos, porque no se encuentra en un medio adecuado por ellos. El gran número de desviaciones sociales se deben al triunfo que están teniendo la imposición de esta nueva ideología, que ha desorientado a la generación actual. ¿Esto supone algún progreso?
El fracaso de la ideología comunista, que no ha podido corregir las alienaciones que se habían establecido como base de mundo ideal, hace que, dejando la génesis de su lucha, se hayan desviado y pretendan llegar a la utopía comunista por otros caminos. Y lo peor de estas acciones es, que, partiendo del fracaso de su filosofía, han encontrado vía para su triunfo siguiendo y favoreciendo los intereses de las enormes fortunas, que aprovechando la ocasión condicionan y dirigen toda la convivencia social a sus intereses.
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Comentarios(2):
Gran articulo y mejor opinión
Que excelente artículo,debería salir en todos los periódicos y todos los días.