La cuestión marroquí. Por Pedro Arce

Justamente este año se cumple un siglo del Desastre de Annual, que dejó una imborrable huella en la conciencia de los españoles, con una larga y sangrienta guerra de Marruecos, que tantas vidas se llevó por delante y de poco sirvió a España, salvo a generar dolor, mucha sangre derramada, tensión política y nada bueno para nuestros intereses…

Pues, ahora, un siglo después estamos asistiendo atónitos a los acontecimientos de una auténtica marcha de invasión de la ciudad española de Ceuta que a muchos nos ha recordado aquella “marcha verde” que Marruecos organizó para apropiarse del Sahara Español y echar a nuestros militares con el rabo entre las piernas; Marruecos se aprovechó, una vez más, de la debilidad de España, con el general Franco agonizando, el Príncipe Juan Carlos como interino y nuestro país sumido en la incertidumbre del momento.

Pues, ahora, con un gobierno débil, desorganizado y sin saber por dónde tirar, Marruecos ha vuelto a poner todo patas arriba y nos volvemos a encontrar en una gran incertidumbre, donde hasta al propio presidente se le insulta y zarandea en su visita relámpago a Ceuta por los propios ceutís, hartos de un gobierno pusilánime.

Marruecos ha visto la ocasión propicia, con una ministra de Asuntos Exteriores que no sabe por dónde le sopla el aire y ha dejado escapar la ocasión de atar el espinoso y vergonzoso tema de Gibraltar, que viene coleando en nuestra historia desde hace más de tres centurias. ¡El Brexit era la ocasión propicia!

Pero Marruecos tiene más resquemores, pues Pedro Sánchez rompió la tradición de visitar al monarca marroquí el primer día de su gobierno, como habían hecho todos sus antecesores. ¡Prefirió hacerse la foto con Macron! Y para más inri, los EE. UU. de Trump han reconocido a Marruecos su derecho sobre el antiguo Sahara Español, hoy muy valorado por sus recursos mineros, pesqueros y petrolíferos; y Joe Biden no ha cambiado esta posición y ni siquiera devuelve a Pedro Sánchez su felicitación presidencial, lo que demuestra lo que representa nuestro presidente en el contexto internacional.

No hace mucho tiempo, Marruecos “dejó partir” miles de personas de su territorio hacia las islas Canarias, que convirtieron a este archipiélago en un desastre migratorio, con un gobierno sin saber qué hacer, pues tan solo Ábalos aprovechó para irse de vacaciones a Canarias y Pedro Sánchez, con sus amigos, también veraneó en Lanzarote, para olvidarse de la pandemia del Covid. Y Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno echó más leña al fuego, que es lo suyo.

Y no contentos con esto, metieron el dedo en el ojo de Mohamed VI, el rey todopoderoso de Marruecos, trayendo a España con nombre falso y a escondidas al líder Polisario saharaui, Brahim Gali, para un tratamiento médico; líder que, por otra parte, tiene cuentas pendientes con la justicia y otros temas turbulentos (delitos de lesa humanidad, violación, etc.) y ya el juez Pedraz ha activado el caso, que ya veremos cómo acaba.

“¡Esto tendrá consecuencias!”, ha dicho la embajadora marroquí, mientras hemos visto en los medios de comunicación como miles de marroquíes de todas las edades entraban impunemente en Ceuta, con las Fuerzas de Seguridad y el propio Ejército observándolo impasibles (Supongo que tendrían órdenes de actuar de esa manera) y actuando como una ONG para atender a quienes llegaban en condiciones deplorables. ¿Y saben cómo tratamos en Ceuta a nuestros guardias civiles que están en Ceuta? Pues hoy les han dado una lata, cinco rodajas de chorizo y dos panes para que se alimenten. ¡Qué vergüenza, Marlaska!

¡Europa no se lo cree!; ¡Los españoles estamos sorprendidos e indignados por la inanición de este Gobierno de España!, sobre todo cuando nos enteramos que el mismo día que Pedro Sánchez sale bravuconamente a dar una rueda de prensa para decirnos que defenderá la unidad territorial de España, el Consejo de Ministros aprueba una subvención de 30 millones de euros para Marruecos.

Como esto es un culebrón y yo no pretendo aburrir al lector, les diré que la parte podemita del Gobierno ha dicho, para embardalar más el tema, que el antiguo Sahara Español tiene derecho a la “libre determinación”. Pero faltaba Puigdemont, otro de los socios de Pedro Sánchez, quien ha dicho desde Bruselas, donde está huido y vive a costa nuestra, que “apoya a Marruecos y defiende su derecho a plantear la cuestión de la soberanía sobre Ceuta y Melilla”. ¡Ay quien dé más!

Esto lo hubiera arreglado el rey Juan Carlos I con una simple llamada a Mohamed V; y lo haría nuestro rey Felipe VI, pero el gobierno le tiene medio secuestrado y no le deja, para que no se ponga “medallas” y les deje en ridículo.