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Opinión 11-10-2021 10:13

HACIA UNA UNIVERSIDAD IDEOLOGIZADA Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Con esta nueva ley de universidades se completa el circuito de la enseñanza en España, para que la instrucción que se dé en todos los grados de estudios, esté en manos de la izquierda más cerril.

 

 

Con esta nueva ley de universidades se completa el circuito de la enseñanza en España, para que la instrucción que se dé en todos los grados de estudios, esté en manos de la izquierda más cerril. Con la Ley Celaá, se aparta de la enseñanza la labor de la Escuela, pues los alumnos no tienen que estudiar, ya que, como todo está en Internet, según el ministro Castell, ¿para qué se necesita tener conocimientos? Y dentro de su lógica, en la nueva ley de Universidades se deja en manos de cualquier iletrado la dirección de las Universidades españolas. ¡Fantástico el porvenir de la excelencia de los estudios en España!

Esta nueva ley de Universidades no pretende corregir las corruptelas que, sin duda, se dieron en la Universidad anterior, aumentadas desde que la izquierda introdujo la forma de concesión de las plazas, sino que introduce, en su máximo grado: perversiones endogámicas, clientelares y aún nepotistas, con actuaciones de raíces mafiosas. Ya no hay ningún cuidado por guardar las formas, ni mirar por el prestigio corporativo, para cumplir el mínimo de dignidad científica. Pues se introduce una discriminación y favoritismo insolente, premiando a un manifiesto don nadie con una cátedra, como ha empezado a aparecer en España. El ejemplo más notorio es el del mismo Castells, que es muestra del escándalo discriminatorio, ya institucionalizado, puesto que, habiendo impartido docencia por algunas Universidades del mundo, no ha llegado a acceder a una cátedra de sociología en la Universidad pública española. Pero no tiene duda, que con esta normativa se le abre la puerta para una nueva oportunidad.

Envuelve cierto pesimismo del ciudadano que lee el proyecto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), el ver que se trata de una ocasión perdida. Cuando había llegado el momento de revitalizar la universidad española, en especial sus funciones, para alcanzar un alto grado de formación, y ampliar los trabajos de investigación, se crea un claustro de enseñantes sin calificación, cuando debería ser el guía para la renovación de los estudios y elevación de la naturaleza de la Universidad, como «Alma Mater».

Parece que en este proyecto no tiene importancia la selección y contratación del personal para elevar la calidad de la enseñanza y de la investigación. Se cree que con proponer una algo mejor financiación se resuelve el problema de la marcha de la Universidad. Este aspecto es el que se debería pensar, sobre todo, para ampliar las esferas de la investigación, para fomentar la independencia de la Universidad y para no hacer de estos altos estudios un laboratorio del sectarismo de la izquierda, introduciendo sus símbolos e imponiendo sus complejos y dogmas. Esta nueva normativa tiene como objetivo, hacer desaparecer al doctor, que en toda la tradición de la universidad había sido el elemento clave para diferenciar el nivel de la ciencia que caracterizaba

a estos estudios, mientras ahora se quieren sustituir por puestos de trabajo estables, a la vez que se promueve el peso y el poder de los alumnos en los órganos de gestión de la Universidad.

Aunque es verdad que reporta algunas novedades por la mejor financiación que puede dar relevancia a los centros, y la pretensión de una formación permanente, con una liberal idea de conciliar estudio y trabajo, no es menos cierto, que comprende significativas deficiencias, pues le falta la libertad de pensamiento lastrado por el sectarismo, con un profundo anclaje en el área intelectual de la izquierda y afianzado con una publicidad sistemática.

No se comprende por qué se ha de eliminar al titulado de doctor, que desde los inicios de la universidad era el reconocimiento de la altura de estos estudios, y que siempre había sido el primer paso para acceder a una oposición en la universidad. Por el contrario, en la nueva ley, se da más peso a los alumnos en los órganos de decisión universitaria, porque le es más fácil a la política de izquierdas dominar desde esta área la universidad, ya que sólo los grupos de izquierda organizados van a torpedear o patrocinar los proyectos de la Universidad.

Y un tema muy preocupante en estos tiempos: se camina hacia el arrinconamiento de la lengua española en los centros universitarios de las Autonomías, dando impulso a las lenguas cooficiales y extranjeras, mientras se relega y expatría la lengua oficial del Estado español.

No deja de asomar esa nueva barbaridad de la «memoria democrática», dentro de la educación de los jóvenes, menoscabando la realidad de nuestra historia por un resentimiento de haber perdido aquella deleznable república, que trajo, como consecuencia, la desnaturalización de lo español. Con lo que se pretende la negación de le historia con una interpretación, que no resiste la más mínima crítica real de los hechos históricos.

Y como no podía faltar, se introduce, puesto que es tema obligado en estos momentos, la política de género, aunque no se advierte motivo para imponerla, ya que el número de catedráticas mujeres ha ido aumentando en los estudios universitarios, y llegarán a ser mayoría si se observa el superior número de alumnas que hoy día estudian. Por tanto, el objetivo es llevar a cabo una «política de género» que llegue a dominar toda la estructura universitaria, y crear unidades de «igualdad y diversidad» obligatorias. Y se ataca a las universidades privadas a las que carga con un fuerte IVA, al objeto de obstar la enseñanza no oficial.

Con todo ello, es evidente que se tiende a popularizar la enseñanza universitaria, y dejar de lado la excelencia de estos estudios. Se pretende con esta ley, que los profesores titulares puedan llegar a ser rectores, que antes estaba reservado a catedráticos. Esta rebaja del perfil del candidato para la cúspide de la estructura universitaria, deja claramente propiciar la oportunidad para que sea dominada la universidad por la izquierda. Con ello se abre el camino para desterrar la excelencia de la Universidad, y dar paso al control de los claustros y de toda la estructura académica por ciertas ideologías. Con lo que no se busca la eminencia sino al candidato que mejor se ajuste a la idea sectaria que domine.

Así que, la Universidad que se ha considerado siempre como el centro de la enseñanza superior, de investigación, de la formación de las personas importantes de la sociedad y del avance de la sociedad, se convierte, con esta intervención de la izquierda, en el púlpito desde el que se va a proclamar su ideario y establecer un nuevo modelo social.

Con ello se viene a completar el adoctrinamiento, que se ha iniciado en la escuela con la pretensión de un modelo único de ciudadano. Por ello más que un proyecto de estudios científicos en la Universidad, se trata de crear una sociedad a gusto de esta izquierda que nos domina.

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