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Opinión 10-08-2021 07:01

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HACIA EL POSHUMANISMO. Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Estos movimientos de izquierda, que nos gobiernan, parece que con sus leyes pretenden caminar hacia un poshumanismo. Tendencia moderna, para quienes el humanismo basado en la ética griega vigorizada y expandida por el cristianismo no les conviene, y quisieran dar por acabado.

 

Estos movimientos de izquierda, que nos gobiernan, parece que con sus leyes pretenden caminar hacia un poshumanismo. Tendencia moderna, para quienes el humanismo basado en la ética griega vigorizada y expandida por el cristianismo no les conviene, y quisieran dar por acabado. Por lo que vamos a dar algunas ideas de este movimiento filosófico, literario y, ahora, político, que parece querer superar las épocas por las que ha pasado la historia, y abrir una nueva que deje atrás la Contemporánea. Es una visión nueva del mundo, aunque ciertamente no tienen una idea clara de lo que puede suponer el nuevo mundo que quieren alumbrar. No obstante, en realidad no es una novedad, las raíces del poshumanismo conectan con debates establecidos hace tiempo por la imaginación de algunos novelistas, aun antes de la nueva época de las tecnologías,

El poshumanismo, como se propone hoy, es un término muy difuso, cuyo contenido no está definido. Se puede referir a un punto de vista filosófico, que intenta describir una situación del ser humano, o a un objeto que no se sabe lo que puede ser. Vamos a partir de la definición que nos presenta Heidi Campbell: «Una ideología que prevé el derrocamiento de un mundo centrado en el ser humano, para dar cabida a nuevas formas de humanidad tecnológicamente mejorada».

Como vemos en nuestros políticos, se trata de dislocar el concepto de ser humano, por lo que hablan de género sin estar bien concretado a lo que se refieren. Mal se puede considerar el mundo, como nosotros lo vemos siguiendo la tradición de pensamiento occidental, sin una idea clara del ser humano. Al final, en este poshumanismo, se hace referencia a una forma de ver el mundo, en el que se considera que la humanidad está en una situación evolutiva de su existencia, y en el que el ser humano es un simple componente de la marcha del cosmos, y donde los elementos tecnológicos entran como dispositivos decisivos de los avances del progresismo, pero sin que se sepa la valoración de cada uno de los componentes.

Podemos, por tanto, decir que ya el posmodernismo era una ideología que presentía el fin del humanismo, que se ha desarrollado a través de tantos siglos en la cultura europea, basado en una concepción de la persona, según la filosofía griega revitalizada por la ideología cristiana, para dar paso a una nueva era basada en versiones que se creen tecnológicamente mejoradas de la humanidad. Se trata, ahora, de superar los debates tradicionales de la consideración del hombre, de sus valores y de los avances que ha tenido en su progreso, por lo que se presenta, como dice Campbell, una nueva «visión del mundo que considera que la humanidad evoluciona hacia un nuevo estado de

existencia, en el cual la forma humana es simplemente una etapa de un proceso evolutivo por los avances tecnológicos».

De todo ello se deriva la sugerencia de que la humanidad se va a convertir en un mayor poder con la tecnología. Además, se suscita que la tecnología viene a identificarse con la idea de la transcendencia, de manera que será la tecnología la que vaya a redimir de la dureza del trabajo en el mundo y liberar al hombre de las limitaciones que tiene. Así pues, la tecnología aparece como algo escatológico, al tiempo que considera que la humanidad puede retornar a su perfección original. Al tiempo que se advierte la pretensión del intento de reconquistar el sentido de la creación, y hacer al nuevo hombre con la tecnología: un superhombre que signifique y controle del mundo.

Al final se viene a caer en el adanismo, ya que se busca una nueva creación, que reproduzca una forma de salvación, viniendo a ser la tecnología una especie de redentor, que hace a la humanidad volver a su primitiva pureza, entrando en competencia con el ser divino. Todo esto supone una ensoñación, porque se parte del engaño de que la tecnología dispone de unos poderes, que el mundo ha perdido a través de la historia, aunque no se puede demostrar que alguna vez los hubiera tenido. Atribuir este valor creador a la tecnología, al cabo de la reflexión, no es más que reconocer, copiar y aplicar, con las ilusiones que supone, a la tecnología poderes divinos, cuando en realidad no son más que hallazgos de las fuerzas que Dios incorporó en la creación.

Esta manera de interpretar nos lleva a rememorar el mito de Prometeo, cuando éste robó el fuego a los dioses. En este supuesto se trata de una narrativa donde las tecnologías digitales aparecen como instrumentos con poderes divinos, esto es, poderes que se han arrebatado al Dios creador. Erik Davis lo califica de «techgnosis», donde piensa que las tecnologías de la comunicación y de las digitales son como fuerzas mágicas que se presentan con poderes divinos. De este modo la tecnología viene a sustituir las capacidades deficientes del hombre, y aparece como una fuerza superior que se impone al ser humano, y crea un campo de posibilidades para un futuro desconocido. Esta visión sugiere que la tecnología que llega en nuestro tiempo es un ser todopoderoso que va a dar paso a una nueva concepción del universo. ¡La soberbia del hombre que quiere eliminar a Dios!

En esta visión de la poshumanidad se cree que el uso de la tecnología nos va a llevar a un nuevo sistema de técnicas, que va a sustituir a las creencias religiosas que hasta ahora han estado vigentes, y que van a ser las que fundamenten la nueva convivencia de la sociedad. Y se concluye que, en esta nueva visión del mundo, la tecnología va a definir las estructuras sociales con un sentido algo más grande, superando la existencia humana que hemos conocido hasta ahora.

La visión poshumanista supone una fe en la eficacia universal de la tecnología. Se presenta como el mito de haber robado a Dios los secretos de la creación con la técnica. En consecuencia, se propone considerarla como algo mágico, y aparece como algo infinito sin conocer limitaciones de hasta dónde se puede llegar con los nuevos inventos, y conforme a ellos los seres humanos. Estas narrativas conectan y, en algunos casos, parecen eco de otra serie de historias contadas por las investigaciones que se relanzaron en momentos de euforia por algunos pensadores. Hasta donde podrá llegar el mito del progresismo, cuando un improvisado coronavirus ha hecho temblar esa soberbia y paralizar la sociedad.

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Comentarios(1):

- 10-08-2021

Estupendo artículo, que conviene meditat