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Opinión 08-06-2022 07:00

EL PODER DEL PUEBLO HUMILDE Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

En estos tiempos, cada vez con mayor fuerza, se están manifestando las pretensiones de los gobernantes, que van cayendo en dictaduras más o menos solapadas, y creen que no se advierte. Así pues, si procedemos a hacer un análisis de las diversas formas de gobierno que estamos sufriendo.....Todo esto en un contexto para llegar a una dominación absoluta.

 

En estos tiempos, cada vez con mayor fuerza, se están manifestando las pretensiones de los gobernantes, que van cayendo en dictaduras más o menos solapadas, y creen que no se advierte. Así pues, si procedemos a hacer un análisis de las diversas formas de gobierno que estamos sufriendo, es fácil notar, que lo esencial de estos sistemas no es sólo la poderosa estructura, organización y mecanismo que han generado para el control y manipulación del pueblo, sino que lo más peligroso es el afán de apropiarse de todas las propiedades y medios de producción, sometiendo todo a una gestión centralizada, y en especial a una inhumana sumisión de las masas de la población, avasalladas con una ideología contra la que no se sabe reaccionar.

Todo esto en un contexto para llegar a una dominación absoluta. Su forma de actuación esencial es adueñarse radicalmente del sistema social, construyendo un armazón ideológico fuerte y pujante, que sea suficiente para la construcción de una cosmovisión totalitaria, y llegar a constituir una pseudoreligión secularizada. De este modo cambian la naturaleza del ser humano, tergiversándola por intereses de grupos políticos y económicos. En realidad, se trata de una ideología que impregna todo el cuerpo social con una enorme publicidad, y a cada una de las personas que la componen, se la inserta en la totalidad de las relaciones dominadas por su lenguaje, sus normas, sus dogmas, sus manifestaciones culturales-artísticas de todo tipo y sus ceremonias rituales, de forma que a la persona se le priva de tener un criterio propio y se le introduce en una visión del mundo donde le han incrustado.

Es una ideología que constituye una coartada del sistema, sirve de puente para unificar y confundir al hombre, que se le ha metido en esta estructura. Proceden marcándole con el tipo de persona que quieren elaborar en él, de forma que ya le crean y señalan cuáles deben ser sus auténticas necesidades, lo que debe comer, que ha de ser sin vino o cerveza, dónde debe fumar, etc. Le convencen de quien es, lo que tiene y lo que espera, para lo cual le traspasan una ideología, y éste asume la identidad que le dan. Con lo que preparan el hombre, a capricho de estos creadores de sociedad, para la nueva naturaleza que le adecuan.

Todo ello está ordenado a promover un cambio social, y lograr una estructura de poder, que sea la vía por donde se inmiscuya una nueva naturaleza ideológica, que llegue a ser la asumida por la persona en su interior. Estamos viendo cómo llegan a esto, desde que alcanzan el poder, con la creación de un ordenamiento jurídico, saltándose las normas legislativas e imponiendo leyes por las bravas, sin contar con el pueblo. Ordenamiento que actúa de instrumento interno del poder, y al mismo tiempo lo utilizan como medio para legitimar su actuación ante los ciudadanos. Jugando con la ignorancia de las masas sostienen que la moralidad se deriva de la legalidad, con lo que no tienen más que aprobar una ley, por inmoral que sea, para que se considere ético, aún matar seres humanos, como en el «aborto y la eutanasia». Partiendo de este juego de ideas, el individuo ve condicionado su libertad para actuar, restringido por una ideología de carácter político, que se le impone, pero que limita y condiciona su concepto de moralidad. El individuo carece de iniciativa, todo le viene dado con un valor determinado, todo está organizado y decidido por la burocracia del Estado. De donde la vida de las personas está intimidada por una sarta de mentiras y argucias que se implantan a través de toda esta normativa.

Es hora de tomar conciencia y cambiar urgentemente este sistema. Tenemos que darnos cuenta de que esta situación nos hace renunciar a nuestra propia naturaleza, a nuestra identidad como persona y a nuestra función en la sociedad. Entre estos planes ideológicos está el proyecto de crear personas de un solo molde monolítico, sin personalidad, porque ya te dan todo prefabricado.

Frente a este proyecto la vida, la persona debe encerrarse en su esfera individual, y decidirse a crear su propio modo de proceder. Una vida que con dificultad se propone en esta sociedad, pero que tiene como valor una dimensión existencial, para vivir según su propia conciencia. La cual debe estar regida por una moral derivada de la misma naturaleza humana, y desde este punto de vista tiene que considerar que debe valorar su potencial político, sabiendo que este conocimiento de la realidad llegará en su momento a transformar la sociedad.

Si el ciudadano se hace esta reflexión, advierte que tiene que entrar en la disidencia de los humildes, de los sin poder, frente a la dominación de la izquierda impositora de su ideología, y contra el Gobierno que le va a rechazar calificándola de ultraderecha, al objeto de impulsar el rechazo de las masas. Pero el sentir del pueblo es otro, se considera enfrentado a los poderes de hecho que dominan con su ideología, y espera revivir las tradiciones que dan una valoración de la persona con la función de crear una convivencia propia y personal, en oposición a la nueva sociedad que quiere crear el capitalismo que domina el mundo con destrucción de la familia y la convivencia serena y templada.

Es necesario crear una disidencia como postura de defensa, que sea crítica integral al sistema que pretende imponer esta ideología progresista. Defensa de los derechos naturales de la persona, una dignidad inalienable y una salvaguardia de su naturaleza libre y moral. Hay que dejar claro que el hombre nunca debe ser un instrumento, ni engranaje de una ideología que le someta a esclavitud ideológica. Es urgente, en estos momentos, una rebelión en abierta oposición, sin violencias, pero caminando a que sea el pueblo el titular del poder, y logre con su voto volver a lo que es su propia naturaleza social.

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