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Opinión 30-11-2020 10:30

De la visita de nuestro presidente al Papa, por Juan Goti Ordeñana

Ha pasado un mes desde la visita de Pedro Sánchez al Vaticano, y aún no ha dado ninguna explicación de lo hablado en la entrevista ni de su contenido

 

Ha pasado un mes de la visita de nuestro presidente del Gobierno al Vaticano. El hecho merece una reflexión de lo que Sánchez no ha dado ninguna explicación, ni hablado del motivo de esta entrevista y mucho menos del contenido de la misma, cuando tiene tantas actitudes y proyectos contarios a la Iglesia católica, y están los católicos a la expectativa de cual a ser la conducta del Gobierno.


Comenzó bien Pedro Sánchez la entrevista, regalando al Santo Padre el «Libro de Horas», que fuera del obispo Juan Rodríguez Fonseca, aquel que fue en los primeros tiempos administrador de la política castellana en las nuevas tierras descubiertas de América. Este regalo debió recordar al santo Padre, nacido en las tierras descubiertas, el desajuste de las políticas sudamericanas y española en la actualidad, y le ha venido a rememorar la doctrina de los teólogos de la Escuela se Salamanca, de cómo debería ser la gobernación de los pueblos.


El origen argentino del papa, y la situación de España y Sudamérica en estos tiempos, le ha llevado a hacer memoria, de cuál fue el juicio que hicieron Francisco de Vitoria y sus discípulos de la política que se llevó tras el descubrimiento en América, y la problemática por la que se está pasando ahora. Con aquel motivo la escuela de Salamanca hizo una crítica de los motivos justificantes del asentamiento de los españoles basados en el Derecho europeo, concluyendo que no eran políticamente legítimos. Al tiempo que estimó que había otras razones de Derecho natural, que justificaban la estancia de los españoles en las nuevas tierras, que calificó de legítimas, donde se establece la doctrina que sirvió para orientar la acción de España, y, aún más, para proponer unos principios por los que se deben regir los gobiernos de las naciones. Con ellos mostraban que la acción del Gobierno se ha de dirigir al bien común, que la soberanía residía en el pueblo y que, si es contraria al bien del pueblo, podría ser depuesto el príncipe. Enseñanza de tanto éxito, que la política europea se rige hasta estos días por los principios entonces enunciados de la dignidad de toda persona, la igualdad y la libertad. Principios que este Gobierno quiere eliminar.


Por lo que el Romano Pontífice ha querido advertir a la delegación española, formada por Pedro Sánchez, su esposa Begoña Gómez, la embajadora ante la Santa Sede, Carmen Peña, y algún otro representante de la presidencia del Gobierno que le acompañaban, cuál es la orientación de aquella doctrina de la Escuela de Salamanca, que constituye la tradición política en España. Sin duda el papa conocía los atisbos de desviación, que el presidente español quiere iniciar dejando de lado aquellos principios que son los auténticos para dirigir a los pueblos, y cambiarlos por los de un despotismo alarmante, que ya se había pretendido en el absolutismo de los Borbones, y pasó a la historia. Por ello, ha dirigido estas palabras para recordarles, cómo al disponer una tradición tan rica de ideas políticas, no debía desviarse de ellas.


Les ha prestado una alocución de 20 minutos en la que el papa ha indicado que el fin de un gobierno es el bien común de la sociedad, por lo que «la política es una de las formas más altas de caridad». Caridad que significa en su sentido original, como dice Cicerón al crear esta palabra en su tratado «Lelio o de la amistad»: un amor de entrega total, desinteresado, sin esperar recompensa y durante toda la vida. Idea recogida por la Iglesia como el amor perfecto (San Pablo: I Cor.13). Y ahora un término casi olvidado, pues se usa poco en este sentido.


Al mismo tiempo le ha advertido del peligro de las ideologías que le están rodeando, las cuales no suponen un servicio al pueblo, sino a intereses extraños y siempre egoístas, y que con facilidad se apoderan de la Nación, no con el objetivo del bien común, sino de explotación. De modo que «es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la patria», en lugar de atenerse a los grandes principios de la dirección de la comunidad que fueron enunciados por aquellos grandes teólogos.

Y como la situación de estos momentos es alarmante por el peligro a donde conducen al pueblo, es interesante advertir la mala experiencia, que hemos tenido en Europa en el siglo pasado por el dominio de unas ideologías. Momento que aprovechó para rememorar la segunda guerra mundial mencionando el libro «Síndrome 1933», de los años 50 del siglo pasado, del escrito de Siegmund Ginzberg, que siendo de origen turco emigró a Milán. En él el autor analiza el fin de la República de Weimar de Alemania, y cómo fue el ascenso de Hitler al poder, y por esto recordó los estragos que supuso su gobierno. El hecho fue efecto de entrar las ideologías en el gobierno del Estado alemán, y estamos ahora en una situación alarmante, ya que están penetrando unas raras ideologías en naciones como España, que quieren subvertir la forma democrática de gobierno, por unos autoritarismos inquietantes. Para corregir males debemos aprender de la historia, y estar avisados porque «cuidado que estamos llevando un camino parecido»


Recordada la doctrina de la escuela española y este mal incidente de la historia de Europa, le ha avisado que el objetivo de un político ha de ser el bien común «construyendo una patria para todos», y esto no puede ser cuando se quiere «armar la patria sobre la idea que tengo en la cabeza, y no sobre la realidad de la gente del pueblo que yo he recibido y tengo que llevarlo hacia adelante». En realidad, ha sido una relección magistral, como aquellas de la Universidad de Salamanca del siglo XVI, sobre el gobierno socialcomunista, por la derrota que ha tomado en España. Respondiendo a movimientos ideológicos, que están triunfando sobre todo en hispanoamérica y que han entrado en España.  Las cuales están triunfando contra las prioridades de la ciudadanía, especialmente en estos momentos en los que se está pasando por enormes dificultades la mayoría de la población.


Después de esta visita debemos preguntar ¿a qué respondía esta visita al Vaticano? La política que lleva este Gobierno es francamente anticatólica, está tratando de borrar la idea del cristianismo tanto de la educación, como de las fiestas, que son, en realidad, los hechos que guardan, todavía, el sentir de las personas, con el fin de erradicar los principios cristianos de la vida social. ¿Para qué fue esta entrevista con el papa? Sólo para sacar una foto. Parece que haya podido ser este el objetivo, por la representación que llevó, y por la ausencia de toda explicación, pues de otra manera hubiera tenido que haber habido una exposición de los temas tratados, pues interesa a muchos españoles el tema religioso. A pesar de la política llevada en España, todavía, hay una mayoría de católicos y que tienen interés por esta religión.


¿Se puede dar mayor incoherencia que ir a visitar al papa para sacarse una foto, y luego perseguir el catolicismo de España? Nada extraña en este Gobierno, pues las incoherencias de Pedro Sánchez, no tiene límites, ya ni llaman la atención.

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