Noticias de Cantabria
Opinión 28-10-2019 12:43

Cataluña ¿queda tiempo?, por Javier Gómez-Acebo Lasso

A menudo se cambia de opinión tan fácilmente que oímos o decimos la conocida frase de “yo no he dicho eso”. No es tan fácil decir yo no he escrito eso, cuando tienes delante el texto o lo plantan delante de tus ojos.

Escribir es por tanto una ventaja y una desventaja, pero permite en todo caso un ejercicio de introspección retroactiva que siempre es conveniente, no sólo para ver en qué acertaste o te equivocaste, sino sobre todo, para ver cuando tienes que enmendar.

 

Yo estoy haciendo estos días un ejercicio de introspección, repasando algunos de los artículos que sobre el problema catalán he escrito en estas dos últimas décadas, lamentando en algunos casos, que lo que era un mero artículo, se hubiera constituido en una premonición.

Así en octubre de 2006 publiqué uno titulado ”El convenio colectivo catalán”, en el que comparaba la negociación de los convenios colectivos con la negociación de los estatutos autonómicos.

Escribía entonces, que en unos y otros los agentes sociales, o los partidos políticos metían la cuchara por riguroso turno, hasta que contra toda predicción, acababan firmando un acuerdo. Terminaba diciendo lo siguiente ”puede ser que el Estatuto Catalán sea el fin del mundo, como anuncian a voces algunos de los barones del PSOE y todos los del PP y sus tertulianos adláteres  de la COPE (pese a que el episcopado  catalán haya dado unánimemente su adhesión al texto), pero en el supuesto de que no sea así, en el supuesto de que los españoles seamos personas normales, de que las diferencias de opinión no hayan que dirimirse con las armas, de que las verdades eternas sólo lo sean para quienes crean en ellas, de que el derecho a equivocarse no sea menor que el derecho a tener razón, en el supuesto de que no haya que salvar a la fuerza a esa mayoría de la población de Cataluña y de que las verdades de unos y otros no sean exclusivas y excluyentes, seguramente se podrá negociar, como un convenio colectivo más el Estatuto en el Parlamento. Cómo se negoció la Constitución y como llevamos negociando durante los últimos 30 años pues la democracia consiste eso. Y como en todas las negociaciones quien no negocie se quedará de oyente”.

 

En enero de 2006 publiqué otro artículo titulado ”Cava, catalán por favor”. Hacía referencia a la última guerra por entonces de los españoles, la guerra del cava, aquel boicot promovido por el entorno del Partido Popular en el que empezaba diciendo que “suponía que las guerras eran siempre iguales, que las promovían los insensatos e irresponsables y las pagaban los inocentes”. decía también que la estrategia de la crispación pasaba por perder las tierras catalanas para mantener las castellanas. (Aclaro que cuando me refiero a castellanas me refiero a los del antiguo reino de Castilla) y acudiendo al refranero castellano de aquellos polvos estos lodos, recuerdo ahora que el PP consiguió en las últimas elecciones generales un meritorio escaño en Cataluña.

 

En octubre de 2012 escribí otro artículo que se titulaba ” Españolizar” en el que hacía referencia a las declaraciones del entonces Ministro de Educación, quien había declarado que había que españolizar a los niños catalanes. Mi comentario personal a aquella declaración era que “como todo el mundo sabe la mejor forma de apagar incendios es echándoles gasolina”. Algo debió de salir mal, porque en las fotos de estos días los niños de entonces estaban todos en la calle manifestándose.

En el mismo artículo comentaba que tras ser aprobado el Estatuto por los Parlamentos catalán y español había sido recurrido por el Partido Popular y que el ”Tribunal Constitucional, sometido a todo tipo de presiones y recusaciones tras varios años de debate y mercadeos, dictó sentencia anulando 14 artículos y retocando un total de 50 de los 114 recurridos, sentencia que había dado lugar a que 1 millón de ciudadanos indignados salieran a protestar a las Ramblas el 10 de julio de 2010, que se habían convertido en 1 millón y medio el 11 de septiembre de 2012 para pedirle al honorable president que organice el viaje, que se marchan”.

Odio ser agorero, pero pareció como si el no honorable president me hubiera oído, y escuchado el mensaje, pues a continuación se pusieron manos a la obra de forma que algunos de los dirigentes terminaron marchándose a vivir al extranjero.

Algunos de estos artículos y otros que no cito, se publicaron en este periódico en los últimos años, haciendo siempre referencia en ellos a que el tiempo se nos acababa. En el titulado “Aquí hay un ruido horrible” hacía referencia a que lo mejor era dejar de buscar culpables y buscar las causas y soluciones y recordaba, que cuando Artur Mas convocó aquellas elecciones plebiscitarias, tuvimos la suerte de conservar la mayoría social aun cuando perdiéramos la mayoría política en la representación parlamentaria, lo que nos ha permitido decir que aún hay partido.

Tal como yo veo las imágenes de las manifestaciones de estos días y de las de octubre de 2017, lo único que puedo decir es que la alteración demográfica es lenta pero inexorable; hoy nos favorece ligeramente por la longevidad de los adultos, pero los nacidos en los últimos años son irreductiblemente independistas (no sé lo que serán mañana), de manera que todavía existe la posibilidad de algún tipo de solución, que no sé cuál puede ser, pero evidentemente pasa por llegar a un acuerdo en el que los constitucionalistas de allí no sigan pasándose en bloque al independentismo, pues con un 48% de independentistas, los constitucionalistas tenemos razón moral, pero con un 70% no la tendremos.

 

O encontramos pronto una solución para los próximos 25 años, o tarde o temprano se producirá la ruptura sin vuelta atrás, por ello deberíamos ser conscientes de que el tiempo corre en contra nuestra.

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