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Opinión 12-07-2021 06:29

¿A qué viene una memoria democrática ? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático emérito de la Universidad de Valladolid

Por ello simplemente el título de esta ley de «Memoria democrática», es un sin sentido, una estupidez, una necedad. Así pues. Lo primero que hay que preguntar al ver el interés de este Gobierno, es: ¿Qué sentido tiene una ley para retocar la realidad de lo que fue la historia? Nos guste o no nos guste lo pasado existió y no se puede corregir.

 

Se nos anuncia una nueva ley que se titulará: «Memoria democrática». Una ley se ordena a regular las realidades existentes, no ensoñaciones, ni a deformar el pasado. Del pasado sólo se puede rememorar lo que fue, evocando la sociedad de aquellos tiempos. Por ello simplemente el título de esta ley de «Memoria democrática», es un sin sentido, una estupidez, una necedad. Así pues. Lo primero que hay que preguntar al ver el interés de este Gobierno, es: ¿Qué sentido tiene una ley para retocar la realidad de lo que fue la historia? Nos guste o no nos guste lo pasado existió y no se puede corregir. Evidentemente hay episodios de nuestra historia que nos interesaría borrar, pero los hechos están ahí, y no tienen remedio. Con perspicacia Joaquín Leguina apunta respecto a esta ley que el «objetivo último de esta barbaridad es tener abierto el enfrentamiento entre españoles, y, de paso, acabar con la transición». Por tanto, es incalificable semejante despropósito de ley.

La sociedad actual tiene suficiente enjundia para ajustar la política del Gobierno a los problemas del presente, y no desviarse añorando otros tiempos en los que no se dio la democracia, sino el mayor desbarajuste y desgobierno de la política de España, o en soñar lo que se podrá hacer en la década de los 50 de este siglo. ¿A dónde llega la ensoñación de este presidente? La falacia y el no estar en la realidad hace a nuestro Gobierno vivir en la pura mentira, pero usándola como instrumento para conseguir sus objetivos políticos, como es, el permanecer en el poder y tener embaucado a sus afines de la izquierda.

No voy a decir que no va a salir esta ley, porque el totalitarismo del Gobierno, basado en los partidos basura: separatistas y terroristas como Bildu, están dispuestos a darle su voto. No les importa si es verdad o mentira, sólo interesa mostrar su poder impositivo. Para ellos la verdad es lo que ellos deciden. Así es como actúan las dictaduras: su voluntad es la ley. Esto es fruto de admitir como supremo el derecho positivo, que se reduce a la soberana voluntad del que está en el poder. Ese fue la doctrina de los nazis de Hitler, y se sufrió los efectos de este positivismo legislativo. Pero el tiempo demostró que lo lógico era juzgarlos por el Derecho natural, que fue el derecho con el que se les juzgó en Nuremberg, cuando los llevaron ante los tribunales.

Quienes llevan tanta elaboración en una ley que niegan la existencia de la realidad objetiva, quienes desechan el informe del CGPJ contra el proyecto de esa Ley de Memoria Democrática, no hay duda, que tienen plena conciencia, que lo que quieren legislar es una farsa, pero prefieren la falsedad a la verdad histórica, puesto que consideran que es un juego político, que les sirve de instrumento para permanecer en el poder. Por ello tienen claro, que decir mentiras descaradas, convencidos que les puede servir de arma de defensa, lo consideran como algo legítimo. Así pues, olvidar cualquier hecho que les resulte incómodo y negar la

realidad, no tiene importancia si los mantiene en el poder. ¡Para qué van a tener en cuenta la historia real, si no les favorece, cuando negando la verdad objetiva y divulgando su mentira les viene tan bien!

Cuál fue la realidad de los que quieren defender la democracia de la II República española, pueden examinarlo en las obras de Orwell, y no vamos a hacer referencia a la novela «1984», que bien marca cómo le gustaría poder actuar a este presidente; tampoco a la «Rebelión en la granja», donde los cerdos vienen a hacerse con el poder, y Napoleón, el cerdo mayor, impone su dictadura; sino a su relación «Homenaje a Cataluña», sin duda un libro muy importante para los que quieran conocer como fue la guerra civil española por dentro, pues es uno de los principales escritores de la época y testigo de cómo se actuaba.

El autor británico llegó a Barcelona en diciembre de 1936, en plena efervescencia revolucionaria. Su obra es un testimonio que constituye un texto clave para entender lo que fue la guerra española. Luchó en las trincheras comunistas, como miembro del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), pero en menos de un año tuvo que huir de la implacable maquinaria soviética que le persiguió a muerte. La honestidad y fuerza de la narración de los hechos que vio y vivió le convierten en el testigo por excelencia de lo que fue aquello. Recordemos algunos de sus observaciones: «[… en España, por primera vez, vi reportajes periodísticos que no guardaban la menor relación con los hechos. […] Vi, de hecho, cómo se escribía la historia no según lo ocurrido en realidad, sino según lo que debería haber ocurrido de acuerdo con las “directrices del partido”».

Debe advertir el lector que no estamos en aquella época en la que la memoria guardaba el depósito de la tradición, y donde el tiempo podía difuminar o trastrocar los hechos, sino que no hallamos en tiempo de la escritura, donde la letra conserva los hechos en los libros, y además estamos en un tiempo en el que la lógica nos ha enseñado a razonar para conocer cómo fueron las cosas, y sacar las conclusiones adecuadas. Por tanto, tenemos narraciones de la realidad, acompañados de una lógica que nos lleva a distinguir los hechos cómo han sido, más allá de la ensoñación de algunos que encaramados en el poder que nos quieren seducir con evocaciones de un ideal imaginario, y que despiertan la fantasía de una izquierda consciente de su debilidad.

Esta ley es una anomalía histórica, no pretende recuperar y trastrocar la memoria de otro tiempo, que fue desastroso. Lo que pretende es, como dice Leguina, ocultar miles de asesinatos cometidos en la retaguardia de la II República, promover el enfrentamiento entre españoles y de paso revocar la labor de la restauración, que consiguió grandes avances en una reconciliación nacional.

Como conclusión, la ley de la «Memoria democrática» lleva consigo un nuevo objetivo, limitar la liberta de opinión con una acerba y dura censura. A lo que va añadido una nueva asignatura de formación del espíritu comunista

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Comentarios(1):

PAD - 12-07-2021

Magnífico artículo de Juan Goti, que la mayoría de la gente no entenderá, especialmente si son de la LOgse para acá. Y pudiéramos decir muchos más, como aquella historia del revolucionario Andreu Nin, cuya aniquilación no dejó ni rastro. Es la izquierdfa de hace ochenta años y es la misma izquierda de hoy, la de Pedro Sánchez, Podemos y demás... ¡El futuro es enigmático e incierto!