Los misiles Tomahawk una baza que tiene Trump para dar pasos para la paz en Ucrania
Los misiles Tomahawk, fabricados por Estados Unidos, se han convertido en una de las principales peticiones de Ucrania a Washington para mejorar sus capacidades militares y llevar a cabo ataques en profundidad en Rusia, en el marco del conflicto desatado en febrero de 2022 por la orden de invasión dictada por el presidente ruso, Vladimir Putin.

Estas armas, llamadas BGM-109 Tomahawk y fabricadas por la empresa Raytheon, son misiles de crucero lanzados desde buques, submarinos y lanzaderas terrestres, con capacidad para golpear objetivos situados a distancias de hasta 2.500 kilómetros, un rango muy superior al de las armas enviadas hasta ahora a Ucrania por sus socios occidentales, incluidos países europeos.
Hasta ahora, Kiev ha empleado misiles como los británicos Storm Shadow, que tienen un rango de unos 250 kilómetros, y los estadounidenses ATACMS, con un alcance de cerca de 300 kilómetros, una distancia muy inferior a la de los Tomahawk, que son además misiles que portan cabezas altamente explosivas y que van a velocidad subsónica, haciendo su detección por radar más difícil al volar además a baja altitud.
El Departamento de Defensa estadounidense recoge en un documento sobre las características de este misil que el Tomahawk puede portar "cargas nucleares o convencionales", mientras que su modalidad terrestre incluye variantes con una cabeza explosiva de mil libras (unos 453 kilogramos) y más de 150 submuniciones.
Raytheon explica en su página web que la versión más reciente, llamada Block IV Tactical Tomahawk (TACTOM), cuenta con la capacidad de "cambiar objetivos estando ya en vuelo". "Puede permanecer inmóvil durante horas y cambiar de rumbo instantáneamente cuando se le ordena", afirma, algo que resalta igualmente el Departamento de Defensa, que indica que puede llevar a cabo "maniobras evasivas" tras su lanzamiento.
El desarrollo de este tipo de misiles de crucero --que usan alas de elevación y un sistema de propulsión por reactor, portando además una carga explosiva convencional o incluso nuclear-- arrancó en la década de los setenta, siendo usados en combate por primera vez durante la Guerra del Golfo, en 1991.
Sin embargo, estas armas sufrieron problemas de navegación durante la invasión de Irak en 2003 y se considera que debido a las características desérticas de parte del país el sistema de ubicación no era el adecuado para fijar la ubicación de los objetivos, con diez misiles impactando en Turquía, Arabia Saudí e Irán, según recoge el `think tank` Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Las variantes posteriores incluyeron sistemas de navegación de coincidencia de contornos del terreno (TERCOM), GPS y de área de correlación en correspondencia de escenas digitales (DMAC) para mejorar sus capacidades. Estados Unidos ha usado estos misiles también en Afganistán, Somalia, Libia y Siria.
Además, Ejército estadounidense desarrolló en 2024 una nueva lanzadera terrestre para el disparo de misiles Tomahawk y Typhon --tras realizar las primeras pruebas con los primeros apenas un año antes--, lo que permitiría que no tengan que ser lanzados desde buques o submarinos, si bien Moscú argumenta que para su uso sería necesaria una implicación de Washington con la entrega de equipamiento o incluso datos sobre objetivos.
La entrega de estos misiles permitiría a Ucrania atacar más de 1.500 "objetivos militares" en Rusia, según el `think tank` estadounidense Institute for the Study of War (ISW), que destaca en un reciente informe que esta cifra sería de 1.655 --incluidas 67 ases aéreas-- en el caso de los Tomahawk con alcance de 1.600 kilómetros, y de 1.945 --incluidas 76 bases aéreas-- en el caso de la variante con un rango de 2.500 kilómetros.
Estos objetivos incluyen "bases permanentes, sedes de unidades, almacenes, arsenales, depósitos de combustible, instalaciones de radio, centros de mando, centros de defensa aérea, bases aéreas, bases de reparación, fábricas de armas, centros de entrenamiento y objetos similares", entre ellos la importante base aérea de Engels y una destacada fábrica de drones kamikaze en Tartaristán.
La posesión de estos misiles por parte de Ucrania pondría además bajo su radio de alcance la capital de Rusia, Moscú, que se encuentra a menos de 500 kilómetros de la frontera común, lo que ha hecho saltar las alarmas entre las autoridades rusas, que han dicho que estas entregas a Kiev suponen una línea roja.
Ucrania cuenta por ello con que la entrega de estos misiles pudiera suponer un giro en el equilibrio de fuerzas que fuerce la mano a Moscú en un proceso de conversaciones de paz tras más de tres años y medio de invasión, en la que Rusia ha ocupado parcialmente varias provincias que aspira a anexionar junto a la península de Crimea a través de la mesa de negociaciones.
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