¡Confinados, asustados e indignados!

¡Nunca pensábamos que esto podía sucedernos! Estábamos en una sociedad de confort, donde ni siquiera valorábamos las pequeñas cosas cotidianas, que creíamos de lo más normal y, de la noche a la mañana, todo se ha puesto patas arriba. Aún no salimos de nuestro asombro y los cuentos del abuelito de tiempos de sacrificios de hace décadas, pensábamos que eran, ¡Cuentos!, que jamás volverían a suceder.

Y cuando todo era anodino y parecía que la vida funcionaba por pura inercia, no nos importaba que muchos de nuestros gobernantes fueron gente absolutamente anodina y mediocre, que ninguna empresa seria les iba a contratar; muchos habían comenzado a pegar carteles y han acabado de ministros. ¡Insólito! Pero les hemos votado los españoles, no sirve ahora sorprenderse. Y no me extrañará que cuando pase esta tormenta, ¡Que pasará!, volvamos a las andadas.

Y así hemos observado cómo nuestro actual Gobierno está absolutamente sobrepasado, incapaz de adoptar medidas lógicas, divididos entre ellos, echando culpas a otros y obstruyendo medidas sensatas que algunos responsables autonómicos intentan implantar… Y, lo más grave, nos oculta la realidad y nos manipula. Como diría en su día Rubalcaba, “Los españoles no nos merecemos un Gobierno que nos mienta”.

Y en el mundo sanitario, como sucede en otros aspectos, ya hemos visto la descoordinación de los 17 “reinos de taifas” en que hemos convertido España; porque una cosa es “transferir las competencias y la gestión” y otra muy distinta erigirse en “independientes” y pasar de la coordinación necesaria, para que sigamos teniendo un “Sistema sanitario español”, con una tarjeta única, mismas reglas de juego legales, equilibrio en las dotaciones, etc. y que no suceda que en algunas comunidades autónomas es más importante saber el idioma vernáculo que haber hecho un doctorado para ocupar una plaza de médico. ¡Ahora tenemos las consecuencias de tales desatinos!

Lo de Cataluña y País Vasco, ya lo hemos constatado que ni en plena vorágine de la crisis sanitaria, cejan en su empeño independentista, en su odio a todo lo español y al resto de los españoles. Y cuántas más dádivas se les da, más exigen, más nos odian, hasta el punto de que han puesto en circulación aquello de que “España nos contagia” y aún el Gobierno de Pedro Sánchez se pone a sus pies y anda con paños calientes. ¿Cómo es posible que, ante esta emergencia sanitaria, se desdeñe la intervención del Ejército para apoyar en las tareas de desinfección, logísticas, apoyo a las fuerzas de seguridad, etc.? ¡Y el Gobierno de Pedro Sánchez lo tolera y el reaccionario de Pablo Iglesias lo secunda!

Y el contrapunto a tanta insensatez, lo están poniendo otras comunidades como Madrid, Galicia o Andalucía, que anteponen sus posiciones ideológicas y sectarias para ayudar a sus ciudadanos. ¿Recuerdan el sainete de la requisa de mascarillas en Jaén, que ya habían sido encargadas y pagadas por la Junta de Andalucía?; ¿O las llamadas insistentes desde su confinamiento de la presidente de Madrid, al Gobierno de la nación, para que no le ponga impedimentos al material adquirido por ser este imprescindible?... Algunos han pensado que este Gobierno, insensato e irresponsable, está intentando “aplastar” a algunos territorios cuyos dirigentes no son de su “cuerda”.

Hace unas semanas nos sorprendíamos de que China montase un hospital de 1000 camas en diez días; hoy debiéramos de hacerlo porque en Madrid se haya montado en el Ifema un hospital para 5000 camas en 48 horas. ¡En España somos así!

Quienes sí están dando un ejemplo de disciplina, solidaridad y responsabilidad son los ciudadanos españoles. ¡Chapeau! Siempre hay algún irresponsable suelto, pero los ciudadanos se han recluido en sus casas, muchos están practicando el teletrabajo, nos comunicamos por teléfono o medios digitales más que nunca, reconocemos el papel de algunos servicios públicos como la sanidad o las fuerzas de seguridad, aplaudimos la actitud de empresas y personas privadas poniéndose a disposición de la sociedad para lo que haga falta, somos más solidarios entre nosotros y confío que cuando pase la tempestad valoremos más algunos aspectos que hemos desdeñado en el pasado…. ¡España sale al balcón!

No puedo dejar de citar casos como los del Sr. Amancio Ortega, tan criticado por algunos de los actuales miembros del Gobierno cuando donaba equipo médico de última generación y altísimo valor, y que ahora está apoyando incondicionalmente con la aportación personal para adquirir en China y transportar a su costa material sanitario imprescindible para paliar la actual situación; a Ana Botín, presidente del Banco de Santander, que ha hecho una cuantiosa donación a la Comunidad de Madrid, para la adquisición de bienes sanitarios imprescindibles, que el Gobierno de España le ha regateado, a pesar de ser la capital de España el principal foco de contagio; a la alcaldesa de Santander, Gema Igual, que está dedicando su tiempo libre para confeccionar mascarillas que nos protejan del peligrosísimo virus, como tantas otras personas de Cantabria y España que se afanan en la misma tarea. ¡Y a tantas otras personas, anónimas, que están poniendo su granito de arena para ayudar a sus semejantes!

El mayor porcentaje de afectados por este maldito virus lo tienen el actual Gobierno de España y sus familiares y allegados. ¿Se han preguntado por qué? Pues, simplemente, por la irresponsabilidad de haber consentido, incitado y aplaudido aquellas manifestaciones del 8 M, solamente por su interés sectario e irresponsable de obtener rédito político.

¡Los ciudadanos les importábamos un pito!