Noticias de Cantabria
05-10-2010 09:00

Todos contentos

Los sindicatos han salvado los muebles y el Gobierno también ha salvado los suyos, y es que la huelga general no ha sido un fracaso pero tampoco un éxito. Y como siempre hay que preguntarse ¿y ahora qué?

Dado el resultado de la huelga, es evidente que el Gobierno no va a dar marcha atrás en la recién aprobada reforma laboral, pero también lo es que los sindicatos se sienten con fuerza para continuar presionando e intentar obtener algún rédito por pequeño que sea.

Lo cierto es que durante los meses previos a la huelga, las vísperas e incluso el mismo día de la huelga, el Gobierno ha evitado declaraciones altisonantes y el choque de trenes con las centrales sindicales. La huelga general se había convertido en un mal trago que todos tenían que pasar, pero desde luego Zapatero no ha dejado de tener claro que quiere continuar manteniendo una vía de dialogo y complicidad, en la medida de lo posible, con los sindicatos. De manera que dos no se pelean si uno no quiere, y el presidente del Gobierno no tiene intención de pelearse con los sindicatos a pesar de la huelga, ni tampoco los sindicatos parecen tener intención de romper todas las amarras con el Gobierno.

Así las cosas, no hay vuelta atrás en la reforma laboral y ahora viene la segunda parte en los planes del Gobierno, que es la reforma de las pensiones, con el proyecto de aumentarnos a todos la edad de la jubilación. El presidente no está dispuesto a dar marcha atrás en sus compromisos internacionales o, lo que es lo mismo, salirse de la senda que le han marcado los mercados internacionales preocupados por que la crisis en España es más profunda que en otros países de la UE.

Zapatero tiene que ofrecer una imagen de solidez ante los mercados y demostrar que por mucho que le duela no hay marcha atrás en las reformas que le han exigido y puesto en marcha, de manera que después de esta huelga pocas cosas van a cambiar, aunque seguro que habrá alguna puesta en escena por parte del Gobierno para acercarse a las centrales sindicales.

Pero más allá del resultado de la huelga, lo cierto es que quienes llevan las riendas de la economía mundial y, en primer lugar, los que han provocado la crisis son los que están apuntándose todos los tantos logrando que en todo el mundo haya un recorte de derechos laborales, amén de que la crisis la estén pagando los de siempre, los trabajadores. Y lo que es peor: la gente tiene tanto miedo (justificado) de perder su puesto de trabajo que pocos son los que se atreven a alzar la voz contra esos recortes para no poner su puesto de trabajo aún más en precario.

De esta crisis financiera y económica lo único claro es que pierden los de siempre, que hay una merma en los derechos de los trabajadores, conseguidos durante las últimas décadas. Esa es la única lección de este tsunami financiero: pagan los de siempre.

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