Rajoy, viaje a ninguna parte
Este martes, ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP, Mariano Rajoy ha anunciado su intención de adelantar al próximo mes de junio el Congreso de su partido. Al mismo tiempo, el presidente del PP ha hecho pblica su voluntad de volver a presentarse como candidato a la Presidencia del Gobierno, en las elecciones generales previstas para 2012.
Mariano Rajoy pretende seguir en la Presidencia del PP y ha enseñado sus cartas, poniendo al descubierto su demencial ambición y el objetivo final de su rechazo a que Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre figuraran en la lista del PP por Madrid al Congreso de los Diputados. Rajoy quería seguir en la Presidencia del partido, sin competidores con acta de diputado, y meciéndose alegremente como líder de la oposición, pasara lo que pasara en las elecciones generales, en las que fue severamente derrotado por José Luis Rodríguez Zapatero, a pesar de los muchos errores del líder del PSOE, que mantiene con el PP la misma distancia en escaños que tenía en el 2004, mientras ha mejorado su posición hasta quedarse a sólo siete diputados de la mayoría absoluta.
Con el pobre argumento de que mejoró, en votos y escaños, su fracaso del 2004, Rajoy ha puesto su ambición personal y ceguera política por delante de los intereses del PP. Se niega a reconocer su flagrante derrota, cree que los dirigentes y las bases de su partido lo adoran, y que los diez millones de votos (muchos de los cuales no votaron por él sino contra Zapatero) de los pasados comicios son, personalmente, suyos. Y para camuflar semejante espejismo, a ver si por arte de magia se convierte en realidad, Rajoy ha organizado una encerrona a sus adversarios en el Comité Ejecutivo del PP, donde los barones del partido —los unos indignados con la impaciencia de Aguirre y los otros jaleados por el tapado Núñez Feijóo, al frente de la clac— le ofrecieron un aplauso compasivo de unidad y de apoyo, que ya veremos lo que dura.
No se ha atrevido a sustituir a Ángel Acebes por Pío García Escudero en la Secretaría General del partido y a Eduardo Zaplana por Soraya Sáenz Santamaría porque lo ha impedido José María Aznar, que le ha pedido a Rajoy que los dos tienen que "salir con dignidad"; pero no solamente ha resistido las presiones de los que han empezado a moverse de cara a la sucesión, sino que ha querido echar un órdago a todos y ha anunciado, en una huida hacia ninguna parte, que será candidato a la reelección en la Presidencia del partido y que, también, será la cara del Partido Popular para las elecciones del 2012.
¿Puede esperar el partido cuatro años para un tercer intento después de dos derrotas en las generales? ¿Es Rajoy, dentro de cuatro años, la figura adecuada para desalojar a los socialistas del poder? ¿Qué discurso va a ser el de un Rajoy que ha sido derrotado por quien, según ha mantenido durante toda la legislatura, y en la campaña electoral, el peor presidente de la democracia, que ha roto España y que ha cedido ante los terroristas? ¿Qué tipo de pacto puede hacer con quien en doce ocasiones en el primer debate y once en el segundo le ha llamado "mentiroso"?
Todas estas preguntas, y decenas de otras parecidas, son las que se hacen hoy muchos militantes y responsables del Partido Popular ante la insólita decisión de Rajoy de continuar a pesar de todo en una desesperada huida hacia adelante.
Él, que tanto invoca el sentido común y que, según repite siempre, es perfectamente "previsible", no ha querido controlar la sucesión, que hubiera sido la solución más lógica y más sensata, y se ha lanzado a una carrera suicida para repetir candidatura dentro de cuatro años.
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Comentarios(1):
¿Seguro que no es una estrategia para controlar la sucesión? Me cuesta mucho creer que pretenda hacer ahora lo que debió hacer hace cuatro años, elegir su propio equipo y recuperar el talante dialogante que había caracterizado su carrera política. Me temo que es demasiado tarde.