La perdición de Cantó
Verán, vengo observando el quehacer de Toni Cantó en el Parlamento y tengo que decir que desde el primer día se le nota que hace un esfuerzo por estar a la altura de su papel de diputado.
Verán, vengo observando el quehacer de Toni Cantó en el Parlamento y tengo que decir que desde el primer día se le nota que hace un esfuerzo por estar a la altura de su papel de diputado.
Cantó se suele preparar a conciencia sus intervenciones consciente como es que en el Parlamento muchos le consideran poco más que un titiritero con más intuición que formación política.
Lo cierto es que Toni Cantó habría pasado la prueba del algodón si no se empeñara en twitear. Pero Cantó está demasiado pendiente de Red y para él twitear es parte de su cotidianeidad. El problema de Cantó es que no termina de comprender que en la red hay que medir todas y cada una de las palabras. Y ahí le pillan siempre.
La última metedura de pata del diputado de Unión Progreso y Democracia ha sido mofarse de la manera de hablar del Presidente Rajoy por lo que ya ha tenido que disculparse.
Meterse con la dicción del presidente supone una puñalada trapera, algo inconcebible en los usos y costumbres de la Cámara. En realidad no es de recibo y aunque se ha disculpado, su nueva metedura de pata empieza a provocar preocupación entre sus compañeros de filas.
Cantó no es un político profesional pero aún así debería de ser mas prudente a la hora de twitear. Toni Cantó actor puede decir lo que le venga en gana, aunque no debería de faltar el respeto a nadie, pero Toni Cantó político tiene la obligación de medir sus palabras.
Las redes sociales son un lugar de encuentro, pero las personas responsables deberían medir no solo el tiempo sino lo que dicen a través de la Red. Esa obsesión de ir contando cuanto se hace y lo que se piensa sobre cualquier cosa, esa incontinencia, tarde o temprano lleva a meteduras de pata como a las que no está acostumbrando Cantó.
Es una pena que Toni Cantó no sea más cauto. Ya digo que en mi opinión se toma en serio y trabaja con ahínco en los cometidos parlamentarios pero lo hecha todo por tierra por su manía de twitear compulsivamente sin ton ni son.
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