Noticias de Cantabria
20-08-2016 09:30

La huella de un profesor

Hace unos días fallecía el profesor de Filosofía Gustavo Bueno, curiosamente dos días más tarde del fallecimiento de su esposa; hace casi medio siglo comencé mis estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo y aquel primer curso lo inicié tarde y como alumno “libre-oyente”, para cual se precisaba la autorización expresa de cada uno de los profesores y el primero al que me dirigí fue, precisamente, a Gustavo Bueno....

Hace unos días fallecía el profesor de Filosofía Gustavo Bueno, curiosamente dos días más tarde del fallecimiento de su esposa; hace casi medio siglo comencé mis estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Oviedo y aquel primer curso lo inicié tarde y como alumno “libre-oyente”, para cual se precisaba la autorización expresa de cada uno de los profesores y el primero al que me dirigí fue, precisamente, a Gustavo Bueno y he de decir que me dio toda clase de facilidades…

Gustavo Bueno llevaba muy poco tiempo en la Universidad de Oviedo, pero su manera de ser y pensar había revolucionado a la entonces tradicional ciudad de Vetusta, más cercana a la época de La Regenta que al Oviedo actual; y por ello afrontó resistencias desde amplios sectores, que a veces exteriorizaron su posición metiéndose con su coche o arrojándole un bote de pintura gris; precisamente, esto último sucedió un día al comienzo de la primera clase de la mañana y fui testigo del ataque y de la reacción del profesor, quién, casi sin inmutarse, se dirigió al baño, se quitó la pintura que pudo de la cabeza y de su ropa e inició la clase como si no hubiera sucedido nada. ¡Con el temple de un torero después del revolcón del morlaco!.

En aquel curso 1968-69, la clase de Fundamentos de Filosofía versaba fundamentalmente sobre la lógica matemática, base de muchos otros conocimientos, como la misma informática, aún en pañales y omnipresente en nuestros días; incluso, puso en funcionamiento unos “tribunales populares” para examinarnos y valorar nuestros conocimientos, lo que supuso una auténtica revolución en la Universidad de Oviedo. En aquella época, recuerdo nítidamente la gran afluencia de alumnos de otros cursos y facultades, deseosos de escuchar a Gustavo Bueno, hasta el punto de que en una ocasión se había quedado en clase una escalera de tijera de los obreros y en sus peldaños se albergaron alumnos; seguíamos ávidos todas sus explicaciones y era la época de “coger apuntes”. Yo obtuve en aquella asignatura un Sobresaliente y al curso siguiente en la Historia de los Sistemas Filosóficos, un Notable.

Acabados los estudios de “Comunes” (Había dos cursos comunes para todos y tres de la especialidad), me sugirió Gustavo Bueno que realizase estudios de Filosofía Pura; yo creo que tenía una aptitud mejor en el mundo de las matemáticas y las ciencias, pero las circunstancias de aquel momento, ya con plaza en propiedad como docente, me obligaban a elegir alguna de las especialidades de la Universidad de Oviedo y elegí realizar Historias.

Decía con mucha frecuencia el profesor Bueno que las Facultades se dividían en Facultades de Cuentas y Facultades de Cuentos y yo dirigí mis pasos hacia una “facultad de Cuentos”, realizando los estudios de Historias, pasión que me ha permitido ejercer profesionalmente la enseñanza y que ahora, ya jubilado, es una de mis aficiones favoritas.

Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, 1924-Niembro, Asturias, 2016), fue un riojano que se formó intensamente en la filosofía escolástica, sumergiéndose también en el conocimiento de Kant, Hegel, Marx…, desarrollando el sistema filosófico denominado “materialismo filosófico” y se ha sumergido en la ontología, filosofía de la ciencia, historia de la filosofía, antropología, filosofía de la religión, filosofía política, ateísmo, televisión...

Tras impartir docencia en  un Instituto, su paso por la Universidad de Oviedo, como catedrático de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos, dejó huella, al menos a mi me la ha dejado. Fue también profesor emérito de la referida universidad y en la capital asturiana se constituyó la Fundación Gustavo Bueno, sede de la escuela de Filosofía de Oviedo y el ayuntamiento de la capital ovetense le concedió en 1995 el título de Hijo Adoptivo. Dos años después, su ciudad natal le nombró Hijo Predilecto y allí reposan sus restos.

De mediana estatura, con ojos profundos que siempre miraban de frente, tras unas gafas claras; el cabello algo alborotado, casi desaliñado; solía vestir siempre de la misma e invariable forma: con un polo y americana que siempre tenía uno o dos botones abrochados

Al comienzo de los años noventa y siendo Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santander, organizamos una exposición de arte, degustación de productos de Cantabria, conferencias y grupos folklóricos que llevamos a la Universidad de Verano de la Axarquia malagueña (Vélez Málaga) de la mano de Francisco González de Posada y allí me encontré con Gustavo Bueno; no pude resistir la tentación de asistir a una de sus clases y me vi transportado a casi un cuarto de siglo antes y así se lo dije al finalizar; hasta vestía de la misma e inveterada forma, hablaba con su inconfundible tono de voz y puso los mismos ejemplos que ya había escuchado cuando era un estudiante.

Gustavo Bueno no ha pasado indiferente por la Universidad de Oviedo, ni por la ciudad y me atrevería a decir que para muchos españoles que le han visto en múltiples programas televisivos; estoy seguro que, lo mismo que me ha sucedido a mi, otros muchos cientos de personas han quedado marcados por este singular filósofo, pensador y polemista.

 

Ha escrito numerosos libros, ha participado en tertulias de todo tipo y ha opinado sin complejos y sin atenerse a lo “políticamente correcto”; nos deja una profusa obra, digna de analizar y obtener conclusiones muy válidas.

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Comentarios(2):

Carlos Magdalena Menchaca - 20-08-2016

Muy bonito el artículo Don Pedro cargado de sentimiento y sensibilidad que demuestra su propia persona. Qué pena que estos políticos ,los peores que hemos tenido en este país no lean un poquito un abrazo y enhorabuena

Juan Antonio - 14-09-2017

Una de las mentes más claras del siglo XX en nuestro país. Y una sabia decisión, dedicarle tu artículo.