Fumando espero...

Y no es que me haya dado por la nicotina ni por coleccionar vitolas, sino que mis bocanadas de humo serán tan ilusorias como los proyectos anunciados a bombo y platillo desde hace ya seis años y que siguen siendo agua de borrajas, más agua que borrajas.

Tampoco es que me haya dado de alta en la cofradía revillista de fumadores de habanos. Y es que nuestro Presidente aprovecha cualquier resquicio televisivo para cultivar su ego. Mientras hacía zapping, me sorprendió su voz en un infumable programa, de nombre G-20 - “Garrulos 20”- o algo así, conducido por un tal Evaristo (Risto, para los amigos) reclamándose socio del Club del Habano y oponiéndose a la entrada en el mismo de Joan Laporta, el presi del Barça. Sus declarciones eran vitoreadas por un público entregado y manejado por el regidor (Un día contaré quienes hacen de regidores y palmeros presidenciales en Cantabria, a cambio de suculentos contratos publicitarios).

Y es que en eso de echar humo, mucho humo, Revilla es infinito. A su lado, me contento con encender un cigarrito (me gustaban los “Kaiser”) y repasar datos.

El primer cigarrillo lo enciendo a la salud de La Remonta. Han pasado ya seis años desde las luchas por la construcción de viviendas sociales y hasta la fecha ni una grúa, ni un albañil, sólo el humo que sale por la chimenea de la casa del guarda.

El segundo me sorprende dando un paseo por la calle Castilla y la cacareada reunificación de las estaciones. Van a hacer falta muchos puros para ver hecha realidad la infografía de la inmensa torre Bocarte que presidirá la entrada a Santander.

Más que tabaco necesitaremos para subir en el AVE en Santander. Va a hacer falta recurrir a ciertas sustancias importadas desde el Norte de Africa para coger un colocón y vislumbrar el último hijo de Renfe, Adic o como se llame para entonces la entidad gestora de ferrocarriles, poniendo proa a Madrid.

En pipa fumaré  cuando en las aulas de la universidad, instituto o fundación Comillas, ciudadanos venidos de todo el mundo (o chinos, como declaró en su día el Presidente) sean de nuevo hijos de la cultura y se imparta enseñanza reglada conducente a titulaciones oficiales. Mucho humo en el proyecto vio Agustín Vera, al hacerse cargo en noviembre pasado de la dirección académica, pues aún está frotándose los ojos.

Humo será  el que echen los coches por la inconclusa circunvalación de Santander, cuya inauguración por tramos de cuatro kilómetros garantiza cortes de cinta hasta las próximas elecciones, o la ampliación a tres carriles de la autovía Santander-Torrelavega. De momento, llevan más de cinco meses para un tramo de dos kilómetros entre Bezana y Mompía y están aún rellenando el firme.

Y están que echan humo los trabajadores de la fábrica GFB que ven impotentes cómo se van a la calle antes de abrir la empresa y asisten atónitos a las promesas de Revilla en el pleno del parlamento Regional del pasado lunes afirmando que, en 48 horas, daría a conocer el nombre de dos grandes empresas interesadas en retomar la actividad. El gremio de joyeros debería regalar un reloj al Presidente, pues su reloj debe habérsele parado ya que, transcurrido dicho plazo, de su boca sólo sale el humo de sus habanos.

Y a señales de humo de los indios debe estar esperando para iniciar el gran proyecto de “La Ciudad del Cine” en Cuchía, que, a estas alturas, suena a película de horror o a comedia de Cantinflas. Por no hablar del Moneo o Moneíto o como quiera denominarse al engendro de Puertochico, previsto para dar acogida a todas las consejerías y ahorrar gasto y que acabará siendo palacete privado de Presidencia, con o sin cava para habanos...

Hay mucho, excesivo humo que impide una buena visibilidad del futuro regional. Tal vez por ello, Revilla apuesta fuerte por los molinos de viento, para que sus aspas disipen todo el humo vendido.

Así que, admirada Sara Montiel, permíteme que copie tu cuplé y, recostado en mi sofá, imite tu gesto picarón y cante aquello de “Fumando espero, la región que yo quiero”.