Noticias de Cantabria
15-02-2008 00:40

Fascistas, rojos, azules y de toda la ralea

Las campañas electorales no suelen ser un escaparate de la inteligencia política sino, más bien, el zoco donde los partidos intentan vender sus productos a precio de votos. Sólo algún iniciado en el misterio profundo de las urnas sabría cuántos votos puede obtener el PSOE calificando de xenófobo a Rajoy porque se le haya ocurrido lo de obligar a los inmigrante a firmar un contrato de respeto a nuestras leyes y costumbres. Los inmigrantes sólo aspiran a firmar un contrato de trabajo, y quienes ya lo han conseguido contribuyen a que nuestra Seguridad Social pueda pagar la pensión de un millón de jubilados.

Tampoco es fácil calcular el número de votos que irían a las urnas socialistas porque Rubalcaba insista en que Rajoy ha sido el peor ministro de Interior de la democracia. Se ignora asimismo cuanta gente cree a Rajoy cuando afirma que el gobierno de Zapatero es el peor de la Historia de España. Muchos ciudadanos en la tercera edad y con memoria podrían citar gobiernos no sólo peores que el de ZP, sino verdaderamente represores y sanguinarios en el pasado siglo.

De lo poco que llegaría a saberse por pura intuición es que el "popular" Acebes no va a conseguir un número sustancial de votos para su partido acusando a Zapatero de quitar dinero a los 'mileuristas' para dárselo a los artistas que le apoyan, entre los que abundan los de prestigio internacional y gran solvencia económica, sea dicho para resaltar su independencia. Es, sin embargo, posible que el nacionalista catalán Pere Macià, "número dos" al Congreso por CiU, logre despertar el victimismo de algún sector de su clientela augurando que podría desencadenarse dentro de veinticinco años una guerra civil si prosperase la idea, expuesta por Rajoy, de que el castellano sea la lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña.

Paparruchas, que decían nuestros abuelos. Paparruchas salpicadas de algunas situaciones de cierto dramatismo social, como recordatorio de que España tiene raíces hasta en lo más negro de su historia. Es más que una anécdota electoral el hostigamiento, acoso e intento de agresión a María San Gil, gallarda líder de los "populares" vascos, por unos descerebrados independentistas gallegos en la Universidad de Santiago de Compostela. Ese tipo de jóvenes radicales despiertan la misma curiosidad antropológica que los fascistas/falangistas/neonazis que, brazo en alto, recibieron en Toledo anteayer al presidente del Gobierno, al que insultaron con la coreografía y la indumentaria de rigor.

A los ciudadanos más jóvenes no les sorprende la fatuidad, vaciedad e insustancialidad de la dialéctica electoral, pues a lo largo de la legislatura ya parece haberles habituado la clase política a lo que, a veces, de pueril y torticero tiene la lucha entre partidos. Pero la reaparición de jóvenes con camisas azules, flechas bordadas en "rojoayer" y la salvación de España como su cerril proyecto despierta en la juventud española una curiosidad puramente antropológica, como seres llegados a la actualidad política desde paleolítico inferior. Convendría ilustrar a las nuevas generaciones de lo que el fascismo/falangismo perpetró en España durante y después de nuestra guerra incivil, y hasta en algún momento de la transición.

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