Noticias de Cantabria
19-11-2016 07:00

El Rey y el Monocoque de Hedilla

Hoy 19 de noviembre, hace ya más de un siglo, en que el Rey Alfonso XIII visitó la Escuela Nacional de Aviación de Getafe; y en esa larga visita, había sido menospreciada la persona de Salvador Hedilla (Castillo, Siete Villas, 1882-Barcelona, 1917), quién era “instructor auxiliar” y que había diseñado y construido un avión. ¡Y hubo una demostración aérea!.

Hoy 19 de noviembre, hace ya más de un siglo, en que el Rey Alfonso XIII visitó la Escuela Nacional de Aviación de Getafe; y en esa larga visita, había sido menospreciada la persona de Salvador Hedilla (Castillo, Siete Villas, 1882-Barcelona, 1917), quién era “instructor auxiliar” y que había diseñado y construido un avión. ¡Y hubo una demostración aérea!. Y como en esta demostración aérea, quien brilló con luz propia fue precisamente el aviador cántabro y con un aeroplano de su invención, el Rey se interesó por el mismo…

Y al entonces capitán Kindelán, director de esta Escuela, no le quedó más remedio que sacar a nuestro humilde, pero grande, aviador y presentársele al Rey; y el Monarca ya había oído hablar del tal Hedilla, pues hacía dos años que había sido justo ganador de la Copa Montañesa donada por él mismo y sabía de sus vuelos en Santander y sabía de su valentía sin límites…

Así, pues, hubo una larga conversación entre el Rey y el aviador-constructor de aeroplanos y hablaron del Monocoque que  había construido y que tan bien volaba. Salvador Hedilla se había forjado en Argentina como un experto mecánico que, además de la técnica y la práctica, tenía una imaginación y empuje que le hacía iniciar y llevar a cabo cualquier empresa, como aquellas modificaciones que hizo en las primeras bicicletas bonaerenses o las modificaciones técnicas en sus motos o coches….

Y cuando llegó a Francia y visitó las fábricas que construían los primeros aeroplanos, tuvo claro que él por ese camino podría llegar muy lejos y con indudable éxito. Y en Francia, adquirió un Morane-Borel, después un Morane-Saulnier y, más tarde, un Vendôme, al que puso por nombre “Santander”, en agradecimiento a los que le habían ayudado generosamente a su adquisición, y este aparato le sirvió de inspiración para iniciar el diseño y construcción de su Monocoque (Monocasco), que suponía un considerable avance sobre lo que existía en aquellos tiempos.

Primero en Santander y después en Madrid y en el taller de Amalio Díaz en Getafe, pudo finalizar la construcción del prototipo del Monocoque en el otoño de 2015; diseñó un aeroplano novedoso, pues pretendía que fuera un aeroplano normal y transformable en anfibio o hidroplano, desmontando el tren de aterrizaje y sustituyéndolo por dos flotadores realizados como una barquilla de madera, revestidas de tela impermeable. Y hay otro detalle que él ya había diseñado antes y es que los mandos no fuera necesario reglarlos cada vez que se monte el aparato como consecuencia de un traslado, pues son de varillas rígidas en vez de cables, lo cual ahorra mucho tiempo y ofrece mayor seguridad; tenía una estructura de madera y tela.

Este monoplano, llamado Monocoque, tiene una longitud de 5 m., con una envergadura de 9 m. y su peso es solamente de 360 Kg.; iba dotado de un motor Le Rhône de cinco cilindros y 80 CV, lo que le permitía desarrollar una velocidad de 135 Km/hora y poder alcanzar una altitud de 1.000 m. en 5 minutos, lo que supone mejorar ostensiblemente al aparato francés.

Lo probó el 7 de octubre de 1915 en Getafe y un periodista de la época lo definía así: “…de tamaño diminuto y líneas gallardas. Imaginaos la proa de un balandro a la que colocáis dos alas y tenéis el aparato de Hedilla. En el fuselaje desaparece la tela, cubriéndose con madera de dos colores, muy brillante, algo así como la caja de una mandolina por su punta. El estabilizador está colocado en el centro del sillín, de cuyos lados se derivan las alas. En la parte superior, que tiene la forma de la popa del balandro, va el motor”. Y tras la bendición, realizó el primer vuelo con el nuevo aparato, demostrando su perfecto funcionamiento; incluso realizó un segundo vuelo, con varios intentos de “montaña rusa”, virajes, resbalamientos sobre el ala, etc., a los que el aparato respondió adecuadamente y los asistentes quedaron estupefactos.

El Rey Alfonso XIII se interesó por muchos aspectos de este novedoso aeroplano, que al año siguiente sería mejorado y así construyó el Hedilla Monocoque II “Pujol nº 5”, con el cual hizo la primera travesía aérea de Barcelona  a Palma de Mallorca, la travesía de Mar a Mar (Barcelona-Santander) o ganar la Copa Tibidabo. Y como vemos en la foto, estaban rodeados de los militares e invitados, entre los que se encontraba el capitán Kindelán.

En aquellas semanas, Salvador Hedilla y su Monocoque se hacen muy populares en la capital de España,  pues la villa de Madrid tenía no mucho más de medio millón de habitantes y Hedilla sobrevolaban diariamente Madrid y ya muchos madrileños se habían familiarizado con el piloto y su Monocoque; además el piloto procuraba hacer maniobras de cierto riesgo y belleza que los madrileños agradecían y les hacía estar pendientes de los vuelos del trasmerano.

 

Y como colofón, decir que a veces menospreciamos a los nuestros, los minusvaloramos e ignoramos y tenemos a muchos de nuestros paisanos que desde sus humildes orígenes, y gracias a su personal esfuerzo y dedicación, han llegado muy alto, por méritos propios y en beneficio de los demás; en el pasado y en el presente. Y ya dice el refrán que “de bien nacidos es ser agradecidos”.

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