Noticias de Cantabria
17-01-2012 11:00

El museo del ferrocarril

Para los que ya peinamos canas, ¿Quién no recuerda aquellos inolvidables viajes, con el traqueteo del tren, el humear de las locomotoras a vapor, el silbato del jefe de estación,…?.

Hace unos días he tenido ocasión de visitar el “Museo del Ferrocarril”, con ocasión de la Semana de Puertas Abiertas que la Asociación Cántabra de Amigos del Ferrocarril, ACAF, ha organizado, con gran éxito, pues muchas personas se han acercado a la decrépita nave existente en mitad de la playa de vías de las estaciones de Santander, dónde se amontonan viejas locomotoras y cientos de artilugios, fotos y recuerdos varios de este medio de transporte tan apasionante…


Para los que ya peinamos canas, ¿Quién no recuerda aquellos inolvidables viajes, con el traqueteo del tren, el humear de las locomotoras a vapor, el silbato del jefe de estación,…?.  Pues eso hemos rememorado el grupo de amigos que realizamos esta visita y dónde contamos con las explicaciones calurosas y emocionadas de unos de sus miembros voluntarios, como  es Manuel López Calderón.


Nuestra región ha estado atravesada por múltiples caminos de hierro, tanto para transportar viajeros como mercancías y en estos últimos deben incluirse los muchos ferrocarriles mineros que hemos tenido…


Desde que el 22 de octubre de 1858 llegase a Santander el primer tren de la línea Alar-Santander, ha pasado más de siglo y medio y en este tiempo nuestra región ha visto como su territorio era atravesado por caminos de hierro, entre los que no puedo olvidar, la línea férrea que nos une con la capital de España, aún en funcionamiento; como tampoco podrán olvidar muchos de los lectores los ferrocarriles de “vía estrecha” que han unido la capital de nuestra región con Oviedo, Bilbao, Liérganes y Ontaneda, éste ya desaparecido; atraviesa el Sur de Cantabria un ferrocarril legendario como el que une La Robla (León) con Bilbao y viceversa. El Santander-Mediterráneo ha dejado en nuestra región varias obras de infraestructuras que han llegado desde la provincia de Burgos hasta la localidad de Boo de Guarnizo y con una herida en el túnel de la Engaña, triste presagio de una empresa que no llegó a su fin…


Algunas zonas mineras tuvieron líneas férreas de gran importancia en otras décadas, como el que unía la mina de Reocín con el puerto de Hinojedo, la línea de Traslaviña-Castro Urdiales, las líneas de las minas de Cabárceno o Arce. Y ello sin olvidar algunos tranvías urbanos como los de Pombo y Gandarillas en Santander o el tranvía de esta ciudad (Por cierto, aún guardan una “jardinera” restaurada); también el tranvía que unía Astillero y Santander. Es una pena que nuestras más jóvenes generaciones estén olvidando algo tan romántico


Podemos hablar de estaciones, como aquellas que se metieron en el centro urbano de Santander y que hoy siguen plasmadas en las fotos antiguas ¡Que bonita era la Estación de Santander!. Como la vida en estos lugares de espera y encuentro; como el trasiego de personas, animales y cosas, ¡Ay, aquellas renoveras del mercado de los jueves en Torrelavega!; como los trabajadores y útiles ferroviarios, entre los que yo no olvidaré al jefe de estación de mi pueblo, con su uniforme recién planchado, bandera en mano para dar la salida al tren o el sonido de la “ticadora” de aquellos billetes de cartón. ¡Perdonen estos recuerdos de mi niñez!.


Algunos fogonazos nos han llevado en las últimas décadas a mostrar este pasado glorioso, ya sea con publicaciones históricas, exposiciones, recuperaciones y rehabilitaciones de algún elemento móvil o fijo, etc. y esta exposición es un ejemplo de ello. Pero debe darse un paso más y posibilitar que nuestra región tenga un Museo del Ferrocarril digno, como lo tienen nuestras vecinas comunidades del Principado de Asturias o País Vasco, que esté ubicado en lugar funcional y de fácil acceso, dotado de un adecuado edificio y dónde pueda mostrarse toda la riqueza ferroviaria de Cantabria.


Soy consciente de que estos momentos no son los más adecuados para una iniciativa de estas características; pero habrá que empezar a caminar, establecer la ruta y que ella nos lleve, lo antes posible, a asistir a la inauguración de un buen MUSEO DEL FERROCARRIL (ya sin comillas y en mayúsculas), que nos recuerde pinceladas de nuestro pasado, que nos permita conservar elementos de nuestra cultura, transmitir a las generaciones venideras el amor por el ferrocarril y que sea un nuevo elemento dinamizador, educativo, cultural y turístico.

 

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