Noticias de Cantabria
08-06-2014 12:00

El lenguaje "sexista" del PSOE...

Durante décadas, el PSOE nos ha venido dando la vara con su lenguaje “sexista”, confundiendo “churras con merinas” y haciendo piruetas con el lenguaje, patrimonio de todos, quizás el más importante; incluso, ha llegado a plasmar en el BOE alguna de sus extravagancias lingüísticas, acrecentadas en la funesta época zapateril y mantenidos aún hoy en día….

Durante décadas, el PSOE nos ha venido dando la vara con su lenguaje “sexista”, confundiendo “churras con merinas” y haciendo piruetas con el lenguaje, patrimonio de todos, quizás el más importante; incluso, ha llegado a plasmar en el BOE alguna de sus extravagancias lingüísticas, acrecentadas en la funesta época zapateril y mantenidos aún hoy en día….

Pero el lenguaje evoluciona y lo hacen los ciudadanos con su uso, no las políticas del PSOE que pretenden condicionarnos nuestra vida, incluido el uso del lenguaje (¡Vaya con el PSOE de las libertades!); y la Lengua Española, hablada por muchos millones de personas en todo el mundo, la perfilan cada día todas estas personas. Y la Academia de la Lengua Española, junto con otras academias, son las que “limpian, fijan y dan esplendor” al lenguaje. No las estrambóticas ministras del PSOE, como aquella Bibiana Aído, ya de lejano recuerdo, pues bien poco aportó a este país.

No hace mucho, se ha publicado la “Nueva gramática de la lengua española”, la cual nos ha dicho cosas tan interesantes como que aquello de que “miembra” no es admisible, que quizás fue la gran aportación lingüística de la ministra Aído.

Los socialistas y otros “progresistas” suelen confundir género y sexo; el género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente y produce efectos en la concordancia con los determinantes, los adjetivos y que no siempre está relacionado con el sexo biológico. Por ello, la expresión “violencia de  género” sea incorrecta porque la violencia la cometen las personas, no las palabras; en nuestra lengua se debe decir  violencia sexual  o violencia  doméstica, como nos indica la Real Academia Española.

Otro aspecto habitual es la utilización redundante del masculino y del femenino: “Los santanderinos y las santanderinas”, “los ciudadanos y las ciudadanas” es un circunloquio innecesario, pues el criterio básico de cualquier lengua  es  su economía y simplificación; es decir, obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos. 

La ignorancia y ridiculez de este PSOE, llega a tales extremos que una comisión del parlamento andaluz se dirigió a la Real Academia Española solicitando un informe sobre la corrección de los desdoblamientos tipo; “diputados y diputadas, padres y madres, niños y niñas”,... La RAE respondió puntualizando que tales piruetas lingüísticas son innecesarias.  El empleo de circunloquios y sustituciones inadecuadas: “diputados y diputadas electos y electas” en vez de diputados electos, o llevaré “los niños y las niñas” al colegio en vez de llevaré los niños al colegio resulta empobrecedor, artificioso y ridículo (Por este criterio, hemos sustituido la APA de los centros educativos por la AMPA, uno de tantos modernismos de la LOGSE).

Y para la Sra. Aído se creó todo un Ministerio de la “Igualdad” (Igual da), el cual, junto al machismo, que subordina todo al ser macho, creó el hembrismo. Y olvidaron lo central, el ser hombre, en sus dos vertientes.

Para estos nuevos “lingüistas”, el mundo se reduce a sexo: ese es el lema de esta moderna herejía. Ahora comprenderán su reflejo lingüístico. Primero confunden género y sexo: una silla es femenino pero no hembra, un sillón es masculino pero no macho... El género común es útil, evita pérdidas de tiempo, sintetiza abarcando ambos géneros y ambos sexos: es más económico decir, cuando traducimos el Evangelio, “dejad que los niños se acerquen a mí” que decir “los niños y las niñas”. Decir, incluso, con Quintiliano, al niño se le debe máxima reverencia, evidentemente a  niños y niñas.

La propia RAE ha tenido que afirmar que es estúpidamente incorrecta la expresión lingüística de “para todos y todas”, “los compañeros y las compañeras”,  “los cántabros y las cántabras”,  matraca políticamente correcta, al decir de sus usuarios. Sustituir los funcionarios por “los funcionarios  y las funcionarias”, es tonto e inútil, destroza la economía del lenguaje.  ¡Es grotesco!.

Otro absurdo es la utilización que hacen algunos de la “arroba”, para evitar las engorrosas repeticiones a que da lugar la reciente e innecesaria costumbre de hacer siempre explícita la alusión a los dos sexos (los santanderinos y las santanderinas, los ciudadanos y las ciudadanas, etc.); pues, bien: algunos han comenzado a utilizar el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, ya que este signo parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s. Debe tenerse en cuenta que la arroba no es un signo lingüístico y, por ello, su uso en estos casos es inadmisible desde el punto de vista normativo; a esto se añade la imposibilidad de aplicar esta fórmula integradora en muchos casos sin dar lugar a graves inconsistencias, como ocurre en el Día del Niñ@, donde la contracción del solo es válida para el masculino niño.      

¿Y qué es la arroba?. Pues para los no versados, les diré que es un  “símbolo que se utilizaba, y algunos aún utilizan, para representar la unidad de masa equivalente a 11,502 Kg. (En Aragón, 12,5 kg.); también se utiliza en informática y en muchos libros de texto la hemos visto como representación del área, especialmente en libros de matemáticas e ingeniería. 

Circulan por Internet algunos “pps” que informan y ridiculizan algunos de estos aspectos, de dónde he tomado prestadas algunas de las referencias de este artículo. En los últimos tiempos, destacados miembros de la RAE, como Arturo Pérez Reverte,  Gregorio Salvador o Francisco Rodríguez Adrados han venido rebatiendo estas estrafalarias teorías lingüísticas, algunas de las cuales han calado entre los usuarios de la lengua española.

 

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