El futuro es presente
Lo dejó dicho Alex de la Iglesia en el escenario del Real: "Internet no es el futuro, es el presente". Tiene razón. La Red forma parte del presente de tal manera que ya no se puede entender ni explicar el mundo ni nada de cuanto sucede a nuestro alrededor sin tener en cuenta Internet.
Lo dejó dicho Alex de la Iglesia en el escenario del Real: "Internet no es el futuro, es el presente". Tiene razón. La Red forma parte del presente de tal manera que ya no se puede entender ni explicar el mundo ni nada de cuanto sucede a nuestro alrededor sin tener en cuenta Internet.
Precisamente por eso, por que es parte indisoluble del presente, es por lo que se necesitan reglas. Y ojo, las reglas no significa censura, sino algunas normas que sirvan para poder relacionarnos libremente los unos con los otros. Porque no hay libertad si un sector de la sociedad explota a otro.
Hago esta reflexión después de haber contemplado durante un cierto tiempo a las gentes de Anonymous que se concentraron delante del Teatro Real para gritar a la familia del cine y a la ministra Sinde. El pecado de cineastas, artistas, escritores, guionistas, etc, es querer cobrar por su trabajo. Ni más ni menos. Pero frente a este derecho se alzan las voces de quienes afirman que la ley de la Red es el gratis total.
Es curioso que quienes se gastan fortunas en comprarse los últimos avances tecnológicos que les permiten navegar mejor por la Red, quienes pagan sin rechistar su cuenta del teléfono todos los meses, quienes son manejados por la propaganda y la publicidad, a lo único a lo que se niegan es a pagar por los contenidos. Es decir, pagan por el continente y por tener servicio para ese continente pero se niegan a pagar por los contenidos aludiendo que la cultura no puede tener cortapisas, que no puede haber censura. ¡Naturalmente que no puede haber censura! Ni en Internet ni en la vida real, pero la censura nada tiene que ver con pagar el importe de una película, de una canción, de un libro.
Dijo también Alex de la Iglesia que la gente no va al cine porque ahora pasa las horas delante del ordenador y que por tanto el futuro del cine está en la RED. Puede ser, pero en todo caso lo que no es admisible, precisamente en nombre de la libertad, es que quienes han elegido el ordenador como centro de sus vidas nos quieran imponer a los demás que sea el centro de las nuestras. Hay muchas personas que preferimos ver las películas en pantalla grande, acariciar las páginas de un libro, escuchar un CD o pinchar un disco. De manera que cada cual se divierta como quiera, y que nadie intente imponer a los demás cómo leer, cómo ver películas o escuchar música, y eso sí, lo menos tolerable es que haya quienes pretendan imponer que quienes crean cultura lo hagan gratis, sean los nuevos esclavos que divierten a los señores de la Red.
Verán, yo creo que es estupendo que las películas, los libros, las canciones, cualquier cosa, esté al alcance de todo el mundo y a través de Internet. También creo que eso puede ampliar el número de lectores, de fans de la música, de gente que vea una película. Pero sobre una base: el respeto a la propiedad intelectual. También es exigible que los internautas respeten el derecho de quienes no quieren ver sus obras en la Red.
La guerra que ha estallado por parte de algunos ladrones de contenidos nada tiene que ver con la libertad de expresión. Tiene que ver con algo tan simple como que hay quienes no quieren pagar por lo que sí tendrían que pagar si fueran a una tienda o al cine. A estas alturas, todos somos internautas, de manera que el mundo no está dividido entre unos y otros, la división sólo existe entre quienes siendo internautas tienen espíritu cívico y pagan por lo que compran y consumen y quienes tienen la desfachatez de querer que les regalen por la cara el trabajo de los demás. Esa es la única diferencia, todo lo demás es mentira.
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