Noticias de Cantabria
30-11-2009 09:00

Cubiertos por sus propias pieles

Ser niño/a y padecer esclavitud es un infortunio presente en nuestros días, y todas las calamidades públicas, en cierto modo, recaen sobre ellos. Porque al carecer de la alimentación necesaria, toda la serie de enfermedades y calamidades hacen mella en esos cuerpos desnudos infantiles, que están cubiertos por sus propias pieles y huesos.

Y son tres niños vestidos con sus propias pieles y huesos de los que yo hablo aquí: hay miles de ellos en nuestro Globo Terráqueo… 

Y es que el hombre, que es por naturaleza ambicioso y orgulloso–no es malo tener orgullo y ambición en esta vida–, no encuentra, en principio, el porqué otro hombre de su misma naturaleza ejerce mando sobre él, hasta que la propia necesidad de subsistencia así se lo hace comprender. Más la explotación de un hombre por otro hombre, haciéndole trabajar más horas de la debidas, y pagarle mucho menos de lo estipulado por el ‘Contrato individual de trabajo’ es conocida por un nombre solamente: “Esclavitud”, lisa y llana, de un hombre por otro hombre.

Ser niño/a y padecer esclavitud es un infortunio presente en nuestros días, y todas las calamidades públicas, en cierto modo, recaen sobre ellos. Porque al carecer de la alimentación necesaria, toda la serie de enfermedades y calamidades hacen mella en esos cuerpos desnudos infantiles, que están cubiertos por sus propias pieles y huesos. Y son tres niños vestidos con sus propias pieles y huesos de los que yo hablo aquí: hay miles de ellos en nuestro Globo Terráqueo.

Y evidente es, sin duda, el considerar que en nuestra vida terrenal, han de existir ricos y pobres: no lo voy a negar. Pues la fortuna, la iniciativa privada y la propia industria creada por ambas, han de encargarse de marcar las naturales diferencias entre los primero y los segundos. Sin embargo, nunca jamás ha de consentirse que nuestras calles estén llenas de indigentes y desheredados de la fortuna. Y aquí, realmente, el Ejecutivo actual representado por nuestro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha de explicar y tratar de resolver, por todos los medios habidos y por haber, que nuestra economía española marche por buen camino en la creación de empleo. Desde luego, él no sabe lo que es pasar hambre, ni el que suscribe tampoco en los momentos actuales, como funcionario jubilado que soy (no obstante, he de informar que nací en el año de 1938, en Madrid, y era muy pequeño para recordar ahora el hambre pasada por aquel entonces. Fueron los tiempos de nuestra Guerra Civil (1936-1939), guerra civil que, en mi humilde opinión (no soy historiador), fue el fracaso de la política de izquierdas y de derechas.

El niño solitario puede ser que, y esto es obvio, se desarrolle como consecuencia de una conducta familiar problemática. La conducta de los padres– de ella y él–, repercute en el niño/a como consecuencia de ser el elemento familiar más vulnerable. Se puede consolidar de esta forma una enfermedad que tiene actualmente cierto desarrollo: la depresión infantil. En el mundo del niño es de suma importancia que reciban afecto–sentirse queridos y protegidos, por sus progenitores, o, en su defecto, por las personas que los sustituyan cuando estos faltan por muerte, desidia, abandono...

La separación o divorcio de los padres, es prudente decir, que repercute de una forma directa en el desarrollo de la personalidad y conducta de los niños: la esperanza del mañana. Los niños, y esto está comprobado, hacen los que ven y oyen. Es decir, imitan a sus padres. Los numerosos trastornos psicológicos y psicopatológicos, que se manifiestan durante la infancia, o, a veces, cuando llega la adolescencia, son debidos al entorno familiar en que han vivido.

Ser niño se ha convertido en una esclavitud, y de esto no me cabe la menor duda, que se está fomentado más y más cada día que pasa. Lo vemos con nuestros propios ojos: tantas y tantas son las forma de explotación de menores, a saber: trata infantil–de niños/as–, comercio sexual con fines lucrativos, trabajos en minas de la muerte, trabajos en la agricultura, los denominados "Niños soldados”creados como escudos humanos para una muerte cierta, matrimonios infantiles forzosos, esclavitud domestica por parte de sus propios padres, abusos sexuales cometidos por los últimos, pederastia( cuando el menor tiene 13 años de edad, y da su consentimiento, resulta que el ‘pederasta’ no comete delito alguno).

Todos sabemos que han existido, y probablemente existen sacerdotes católicos pederastas en todo el mundo. Casos concretos se pueden citar: en Dublín–República de Irlanda, 2002–, en Boston–Estados Unidos, 2002–, en Canadá...Y de aquellos también hay constancia en otras religiones del mundo. Pedofilia: la ejercen hombres desaprensivos e inhumanos–casados y solteros–, que buscan placer enfermo en las pobres criaturas que Dios creo, etc. Así se encuentra el Código Penal español. Respeto esta ley pero no la comparto. Y seguimos convirtiendo a nuestros menores en juguetes rotos.

En la Declaración de los Derechos del Niño [1.Proclamada por la Asamblea General en su resolución 1386 (XIV), de 20 de noviembre de 1959] se estableció lo siguiente: Principio 1: El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.

Los niños/as dan y desean recibir amor, y, desde pequeños, son receptivos a éste. Sin amor el niño–hombre mañana–crece entre el olvido y la oscuridad. Evidentemente existe la ‘Inteligencia Infantil’, y sabemos que, el niño o niña posee ésta en vías de desarrollo. Pero hemos de comprender que, la facultad que tienen los menores para aprender, ha de estar motivada por la enseñanza para que más tarde se adapten al medio ambiente: desarrollo cultural, verbal, problemas concretos, situaciones problemáticas...: a todo esto se le llama Enseñanza por antonomasia. Y es que... mientras los adultos enseñen a los menores a tener miedo, existirán siempre ‘semillas de violencia’ anidadas en sus pobres corazones.

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