Belmonte, un ejemplo a seguir...
Durante mis vacaciones estivales he tenido la oportunidad de visitar la bella localidad lusa de Belmonte y he disfrutado de sus sencillas callejuelas, de sus gentes, de su paisaje, de sus museos….

Belmonte es una villa portuguesa, capital del municipio de su mismo nombre, que se encuentra en el distrito de Castelo Branco, región del Centro y subregión de Cova da Beira, que tiene unos 3.200 habitantes; muy bien comunicado con sus centros urbanos próximos como Guarda, Covilhá o Castelo Branco; el valle está recorrido por el zigzagueante y aún poco caudaloso río Zêzere.
Hay vestigios de la Edad del Bronce y los romanos establecieron en este lugar el Centum Cellas o antigua quinta romana; también quedan aún las ruinas de la Quinta Fórnea. El lugar recibió del Rey Don Sancho I su fuero en 1199 y en este lugar se asentó un numeroso grupo de judíos expulsados por los Reyes Católicos en 1492…
En este lugar nació a finales del siglo XV, Pedro Álvarez Cabral, navegante portugués conocido por haber descubierto Brasil en el años 1500.
La vida continuó en este lugar durante siglos, con sus habitantes dedicados a las tareas agrícola-pastoriles y con un caserío apiñado en lo alto de la colina.
¿Por qué traigo este tema a la palestra?
Pues lo traigo aquí por la transformación que han realizado en las últimas décadas para aprovechar los recursos culturales, cuando la tierra ha ido dejando paso a otras ocupaciones de sus habitantes. Y este podría ser el ejemplo a seguir por alguna de nuestras localidades de Cantabria.
El lugar tiene un castillo, de mediano porte, que ha sido rehabilitado y reacondicionado de forma sencilla, pero práctica. La entrada es libre y gratuita y en el mismo se encuentran algunas dependencias, como la oficina de turismo y tienda de venta de regalos y recuerdos.
Hacia el Suroeste se desparraman las viviendas y las cuidadas y empedradas calles, con interesantes rincones que satisfacen a los muchos visitantes que tiene el lugar y que ha generado algunos negocios de hostelería, venta de regalos, etc. Tuve la ocasión de recorrer toda la villa, de asistir a la Santa Misa del domingo y de gozar de un lugar sencillo y tranquilo…
…Pero lo más importante y por lo que atrae a muchos visitantes es por la existencia de cinco museos ¡Cinco!, que tienen un precio de entrada verdaderamente asequible y de forma especial, si se adquiere el billete para todos ellos.
Y estos museos, recogidos en un sencillo díptico en portugués e inglés (“Viaje por la Memoria del Tiempo”), son los siguientes:
* La iglesia de Santiago, que es panteón de la familia de los Cabral y que posee objetos de cierto valor, como algunos miliarios romanos, esculturas,…
* Museo Judaico, como expresión de la vida de esta comunidad asentada en el lugar y que conserva interesantes documentos, objetos diversos, etc. La villa cuenta también con una moderna sinagoga.
* Ecomuseo del Zêzere, que representa todo el valle de este río, con su riqueza paisajística, biológica, cultural, etc.
* Museo del Aceite, instalado en una viaje almazara que ha estado funcionando hasta finales del siglo XX.
* Museo del Descubrimiento del Nuevo Mundo, aprovechando la imagen de Álvarez Cabral, y que es un magnífico museo, con diferentes espacios y una tecnología digital que impresiona.
Todos los museos tienen el adecuado y agradable personal a su cargo, la venta de interesante merchandising y unas instalaciones muy adecuadas, museísticamente hablando, con un gran sentido práctico.
Cuando visitaba este lugar, mi pensamiento se trasladaba a muchas de nuestras villas y pueblos, dónde podría aprovecharse un viejo molino para hacer un pequeño museo de sitio; una antigua imprenta, para hacer un museo de las artes gráficas; una antigua explotación ganadera, para hacer una granja interactiva, que permita a los visitantes conocer la importancia que la agricultura y ganadería tuvo en el pasado en nuestra región….
En fin, que iba soñando despierto y quiero hacer partícipes a todos de estos sueños y de estas ideas.
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