Apaciguar al monstruo.
Los "buenistas" y los "escapistas" suelen coincidir en las políticas de "apaciguamiento". En los años previos a la II Guerra Mundial los gobiernos europeos pensaron que era mejor pasar la mano por el lomo de la hiena representada por Hitler.
Solo Churchil clamó contra esa política de apaciguamiento asegurando que no serviría para nada. Tenía razón.
En los últimos días no dejo de pensar en la política de "apaciguamiento" al ver como actúan los líderes europeos de hoy con respecto a Angela Merkel y Alemania, y he vuelto a pensar en ella al leer los comentarios sobre la legalización de Sortu. Son dos temas que no tienen nada que ver el uno con el otro, pero la política de apaciguamiento parece que está de moda.
Vayamos al tema Sortu. Hay quienes señalan que el Tribunal Constitucional, en la línea de lo que nos tiene acostumbrados, a vuelto a cometer un error al legalizar a Sortu porque hay que echarle mucha imaginación para asegurar que esta formación no es heredera de Batasuna y de ETA. Frente a esta opinión está la de quienes defienden que no se puede hacer un juicio de intenciones a Sortu, que sus miembros ya han dicho que no avalan la violencia y que esa declaración de principios es suficiente para que sean legales y se les considere un partido "nuevo" sin lastres del pasado. Quienes defienden estas opiniones también añaden que con Bildu ya se dio el primer paso para abrir la puerta a que los abertzales se vayan incorporando a las instituciones democráticas y caminar hacia lo que llaman "normalización" del País Vasco, olvidándose eso sí, que si el País Vasco no es "normal" es a causa de ETA y de quienes les han apoyado.
El ya felizmente expresidente Rodríguez Zapatero puso todo su empeño en adoquinar el camino para llegar hasta esta sentencia del Tribunal Constitucional, y si me permiten, les diré que el PP tampoco ha sido ajeno a esto más allá de las declaraciones de sus dirigentes. En realidad, la clase política daba por descontada la legalización de Sortu seguramente porque les gusta las emociones fuertes ya que es más que previsible que esta formación gane las próximas elecciones autonómicas en el País Vasco.
Los "buenistas" aseguran que la normalización del País Vasco no será posible sin los abertzales y miran hacia Irlanda donde antiguos terroristas hoy ocupan cargos públicos.
La verdad es que tengo sentimientos encontrados respecto a la legalización de Sortu. No sé si efectivamente es un adoquín más que hay que poner para el fin de ETA o es un ejercicio de ingenuidad suprema. En cualquier caso, permitanme decir que la decisión duele, si, duele mucho. También irrita, porque ya digo que hay que echarle una imaginación mayor a la de los hermanos Grim para asegurar que Sortu no es hija de ETA. Esa afirmación no se la creen ni los defensores de la sentencia, al menos que no nos tomen por tontos. El Tribunal Constitucional ha optado por pasar la mano por el lomo del monstruo.
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