Yo no aplaudo, por Carlos Magdalena

    Al día de hoy, aunque lo he intentado, no he conseguido averiguar de dónde y por qué, y con qué fines, se han iniciado los aplausos a mis amigos de toda la vida los médicos, las enfermeras, los celadores, los auxiliares etc. ¿Ha sido algo espontáneo, o tal vez inducido? ¿Y qué hay detrás del aplauso? ¿agradecimiento? ¿desagravio a la clase médica porque siempre han estado en segunda fila sin ofrecerles mayor relevancia? En un principio todos nos veíamos arrastrados al aplauso, nos “mimetizabamos” con el entorno, con el vecindario.  

Claro es que en esta España vale más -un pega patadas al balón- que un cirujano, investigador o científico.
 

    Y ahora algunos han descubierto que la clase sanitaria es la columna vertebral del estado de bienestar, juntamente con los educadores: profesores de secundaria, universitarios, catedráticos, etc..

      Recordémosles pero no aplaudan más, manténganse en silencio hasta el final, sin aplaudir y piensen lo que les ha costado a estos chicos y chicas sacar una carrera de medicina, pasear con sus batas relucientes por Valdecilla con su profesor para ver y poder  tocar al paciente, sus prácticas, su singladura por los famosos MIR, la explotación a la que son sometidos con sueldos miserables que les obliga a hacer cientos de guardias para sacar unos dineros decentes y que además tienen que estudiar después de las guardias, cansados, agotados y cuando consiguen la especialidad tienen que emigrar a otros países porque aquí no se les hace sitio, o les obligan a  hacer sustituciones por cuatro euros.

       Estos, amigos, son a los que ustedes aplauden, y nosotros no,  porque no se compensa que después de lo que han pasado y están pasando se les aplauda cuando solo están cumpliendo con su profesionalidad y ejerciendo su responsabilidad con sueldos insuficientes y protecciones escasas poniéndose en riesgo con sus propias armas, sus manos, su voluntad y cariño además de la profesionalidad.

     En Francia les van a dar un salario extraordinario, aquí los políticos, ni se han bajado los desorbitados sueldos que se llevan ellos, miran para otra parte, aunque existan 40.000 sanitarios contagiados y 27 fallecidos.
 

    Hasta las autoridades europeas han exigido que el Gobierno dé protección a los sanitarios, y el Tribunal Supremo ha dictado resolución exigiendo a la Sanidad cumplimiento de unos EPI adecuados. Y siguen llegando mascarillas insuficientes, test defectuosos y batas que no protegen lo suficiente porque nos gestionan los más incompetentes.

     Yo no puedo aplaudir porque me daría pena, sería un aplauso lleno de rencor hacia los que mandan. Se imaginan a un arquitecto que porque trace un plano de un buen edificio se le aplauda, pues no. Todos los ciudadanos que en alguna ocasión hemos pasado por un hospital queremos a nuestros médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, etc... porque es cuando realmente nos damos cuenta de su valía.

    He aplaudido pero lo he dejado de hacer porque me veo ridículo aplaudiendo al aire cuando puedo demostrar el cariño de otra manera, con actos propios o como lo hago ahora con el ordenador. Y es que los médicos cuando salieron de la universidad además hicieron el juramento hipocrático que seguro que algunos políticos no saben ni lo que es.

   Siento ser políticamente incorrecto y no pertenecer a la manada-mediática bien untada para ocultar la mala gestión, las responsabilidades penales por las muertes sin sentido que se han producido como en las residencias de ancianos que más que residencias se han convertido en tanatorios, y todo, porque los políticos no supieron calibrar el problema que se nos avecinaba teniendo dos referencias en Wuhan y en Italia desde los primeros indicios.

     Yo no aplaudo ni tampoco califico de héroes, que lo son, a estos buenos amigos profesionales honrados que ejercen sus obligaciones con responsabilidad y profesionalidad. Detrás de la campaña de héroes y aplausos está la intención de ocultar que se descubra la verdad de la incompetencia y frivolidad en la gestión de la pandemia. No creo, como apuntaba un buen articulista de nuestro digital, que este virus se lleve a esta tóxica clase política, de sus cargos nos referimos, naturalmente. ¡Ojalá!

      La clase médica de este país ha actuado como un ejercito desarmado porque sus mandos no les han proveído de las armas, batas, mascarillas, test y han sucumbido al enfrentarse a esta pandemia a pecho descubierto y con sus manos. A los mandos habría que formarles un consejo de guerra. Alguna ministra se permitió decir que esto era una guerra, en una de sus soporíferas ruedas de prensa,  pues a los 23 ministros más la Fiscal Mayor del Reino habría que formarles un Consejo de guerra por dejación de funciones...le manda, ¡cuánto ignorante anda suelto!

    No podemos olvidar la desinformación que ha existido y tampoco el momento en que llegó la famosa frase del General Santiago donde decía que la Guardia Civil trabajaba para minimizar las criticas al Gobierno. ¿?

    La ciudadanía ha estado protegida por estos profesionales de la medicina  con las únicas armas que tenían, su saber. No podemos decir lo mismo de la gestión política, los políticos les engañaban a ellos y a nosotros, y al final con el dinero nuestro nos trajeron un material defectuoso y los chinos se reían y se ríen de nosotros. Los juzgados tendrán que intervenir es lo único que queda para ser libres.

Adenda.- ¿Se imaginan que una tarde de aplausos, éstos fueran dirigidos a la clase política? ¿Se imaginan que por un casual su gestión hubiera sido tan brillante como la de nuestros profesionales de la salud, y que con la mejor de las intenciones, aun equivocándose, hubiesen gestionado esta crisis sanitaria con todos los valores que pedimos a cualquier profesional político, humanidad para empezar, desapego ,al menos temporal, a la ideología política por el bien de las personas, utilización del sentido común (el gran desconocido) e imprescindible para una situación tan complicada, y por supuesto, benevolencia para pedir ayuda a quien reciben hoy los aplausos, profesionales médicos, científicos, enfermeras y enfermeros...?  ¿A qué no se lo imaginan? Yo tampoco.