Noticias de Cantabria
Opinión 27-02-2020 12:36

Un mal creciente, por D. Alfonso Campuzano

Al inmiscuirse la especie humana en el desarrollo y evolución de las especies restantes –tanto animales como vegetales–

Es razonadamente incomprensible que unas salgan muy beneficiadas –el jabalí, el lobo y el oso– y otras demasiado perjudicadas –la agricultura, la ganadería–, sin que el ministerio y consejerías de los diecisiete delirios correspondientes actúen consecuentemente.

Los ataques de animales salvajes a la cabaña ganadera es un mal creciente por iniciativa de intereses oscuros, no resuelto por absoluta desidia administrativa, propia de un  ensalzamiento de la vulgaridad, como si fueran patadas en los culos de los contribuyentes, lo cual demuestra una actitud despótica y totalitaria.

Tratar de responsabilizar a los seres humanos de la muerte de recursos alimenticios, ya sea mediante la caza legal o ilegal, es sentar bases demagógicas, cuando este planeta azul está diseñado para que unos se beneficien de otros, conformado según la ley natural de supervivencia del más fuerte, porque está mostrado, y demostrado, que las plagas de animales incontrolados aparecen cuando la caza se prohíbe, sobre todo judicialmente, incluso descontroladamente.

La naturaleza se defiende del más débil, es más, no le interesa, porque no se adapta ni evoluciona. La adaptación ayuda a sobrevivir. Primera Ley Natural, por los siglos de los siglos, es que sólo sobreviven los más fuertes de cada especie. Algo que vulgarmente nadie quiere aceptar. Este planeta azul, en continua evolución, desde hace más cuatro mil quinientos millones de años, marca la extinción de especies que se equilibra con el nacimiento de otras desconocidas en busca de reconocimiento científico.

La sanidad no se humaniza, como pretenden ciertos políticos mediocres, permitiendo que las mascotas –aunque estén vacunadas– visiten a sus dueños ingresados en hospitales públicos. Es de ignaros pasar por alto que los canes, aparte de alergias, pueden transmitir cerca de setenta enfermedades a los humanos –cáncer, entre ellas–, haciendo peligrar la vida de quien disponga de mínimas defensas.

A estas alturas del siglo XXI, querer comparar un animal racional con uno irracional es ignorar la composición química del cerebro y las interconexiones neuronales de cada uno. Se ambiciona, desde algunas asociaciones bastante desorientadas, discriminar a la especie humana racional y favorecer a la especie animal irracional, que no tiene conciencia de sí misma.

¿Por qué la sociedad tiene que aceptar que para relajarse es necesaria la compañía de mascotas de todo tipo y condición? ¿Dónde están publicados los estudios realizados y con cuántos ejemplares? ¿Se han realizado a doble ciego? Probablemente se haya iniciado ya una dictadura más que obtiene intereses pecuniarios de los inocentes.

Si los amantes de las cuatro patas consiguen que los animales que van al matadero sean sacrificados bajo anestesia, la cesta de la compra se encarecerá y el fármaco administrado pasará a la cadena alimentaria, lo mismo que los antibióticos con los que están tratados todos los animales de granja.

Si un animal pudiera elegir entre los de su especie y la especie humana no tendría la más mínima duda de que se inclinaría por lo suyo conocido, porque en este planeta azul todo está compartimentado y estancado.

Los bebés como las mascotas terminan sufriéndolos los vecinos, y sin pedir opinión. Y no todas las personas aceptan disponer de una mascota a sus pies.

Si las cuatro asociaciones ecolólogas españolas, subvencionadas por los contribuyentes con más de doce millones de euros a sus más de treinta mil miembros, significa que algo está fallando cuando mantenerlos resulta tan caro para la sociedad.

 

BIBLIOGRAFÍA:

Alfonso Campuzano. 21 de octubre de 2015; 10:14

Alfonso Campuzano. 1 de junio de 2017; 21:00

 

 

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Comentarios(1):

Bombín - 27-02-2020

Este es el claro ejemplo de aquello que se dice de “zapatero a tus zapatos”… Estimado articulista: Hablar de plagas cuando somos más de 7.000 millones de personas en el planeta tierra es un poco aventurado. Hablar de ley natural y cadenas tróficas cuando hay un claro desequilibrio multiespecie es no saber nada de ecología. Así, decir que el oso, el lobo y el jabalí son especies que salen beneficiadas incluyendo a estas tres especies en el mismo saco indica un absoluto desconocimiento de la catalogación de especies y los censos de las mismas. El oso pardo cantábrico estuvo al borde de la extinción en la península ibérica y aún hoy es considerada especie amenazada porque su población no llega a los 400 ejemplares. El lobo estuvo al borde del colapso gracias a las Juntas de Extinción de Alimañas promovidas por el dictador Franco. La población de lobo ibérico en los años 60 se encontraba al abismo de la extinción. Y el jabalí… ¿A cuál nos referimos? ¿Al que tenemos en España o al que traen los cazadores importados de países del este y que sueltan en sus cotos? Esos jabalís que se traen a España y que introducen enfermedades de países que por ejemplo tienen un alto índice de tuberculosis o que padecen la peste porcina. Respecto a la cabaña ganadera, los mayores ataques que recibe la agricultura y la ganadería no provienen de la fauna salvaje, sino de las políticas impuestas desde Bruselas y desde los despachos de Madrid. La venta a pérdidas gracias a la presión de la industria agroalimentaria poco tiene que ver con la fauna salvaje salvo por aquello de: el lobo es lobo para el hombre. Los problemas que tiene la ganadería son muchísimos y ceñirse sólo al lobo es quedarse muy limitado. Las plagas no se producen cuando se prohíbe cazar al ser humano, sino cuando se eliminan los depredadores de ciertas especies. Y la caza de humano-animal, señor doctor no selecciona precisamente al animal más débil, sino al trofeo más espectacular, a aquel que tiene mejor cuerpo, mejor genética… Con lo cual la caza tal y como la entendemos no mejora las especies sino que debilita la especie. Los depredadores naturales como por ejemplo el lobo sí atacan al animal más débil, al animal enfermo, depurando así los ecosistemas. Y no sigo, con el resto del artículo porque no tiene ni pies ni cabeza.