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Opinión 18-09-2019 06:45

Tarquinio el Soberbio, Iglesias y Sánchez, por Javier Gómez-Acebo Lasso

Me impresionó, cuando en mis estudios de latín nos explicaron la negociación entre el último de rey de Roma, Tarquinio el Soberbio y la Sibila de Cumas. Aquella negociación la he tenido siempre como una referencia a la hora de participar o contemplar una en cualquier ámbito o litigio.

 

No digo ni mucho menos que aquel sea el camino a seguir, ni que siempre las cosas funcionen igual, sólo que debe de recordarse siempre. Cuenta la leyenda, que Tarquinio fue visitado por anciana Sibila de Cumas, quien le ofreció nueve libros proféticos de la historia de Roma y del propio Tarquinio, conocidos como los libros sibilares. Según la leyenda, al rey, el precio le pareció desorbitado y se negó a pagarlo, por lo que la Sibila destruyó tres de aquellos libros, pidiendo a continuación por los seis restantes el mismo precio. Empeorada la oferta, Tarquinio nuevamente la rechazó, por lo que la sibila procedió a destruir otros tres libros, pidiendo el mismo precio por los que quedaban, precio que finalmente fue el que Tarquinio pagó por ellos.

 

Los originales y posteriormente sus copias fueron custodiadas durante siglos en la biblioteca del Senado romano hasta su destrucción por Estilicón un pariente de Teodosio, en el contexto de la destrucción y quema del saber antiguo.

 

Traigo esta anécdota a colación, porque en la negociación entre Sánchez e Iglesias o entre PSOE y Podemos, no sé qué es más exacto, observo cierto paralelismo. Quizás el punto de inflexión en esa larga negociación se produjo en enero de 2016, cuando mientras Sánchez se entrevistaba con el Rey, Iglesias, en una magnifica tarea de contra programación, convocaba una rueda de prensa para decir cómo tenía que ser el nuevo gobierno dejando a Sánchez en manifiesto ridículo. Fue un éxito mediático de primera magnitud, como podemos constatar acudiendo a las hemerotecas; lo que sucede es que fue una victoria pírrica a mi modo de ver. Pirro rey de Epiro y Macedonia, derrotó en algunas batallas a los romanos, y se le atribuye la frase histórica más o menos cierta de su pregunta acerca de “cuántas victorias como aquellas tenía que ganar hasta la derrota final”, pues sus fuerzas eran mucho más limitadas que las romanas.

 

Seguramente Iglesias, que tiene fama de instruido conoce las dos referencias históricas, pero creo que, de ser así, no ha sabido interpretarlas. Borracho por los anuncios de las encuestas electorales, se creía líder indiscutible a medio plazo (por cierto, como Rivera), y esperaba dar el oportuno “sorpasso” del que aquella rueda de prensa formaba parte. No entiendo como nadie le advirtió del significado de aquella frase castellana, de que “sólo hay una ocasión para causar una primera buena impresión” y la impresión que Iglesias causó aquel día, fue de que no era de fiar; a partir de aquel momento tenía que haber medido mucho mejor sus posibilidades. Seguramente en vez de acudir a los clásicos, sus asesores o él mismo acudieron a los modernos y a la teoría de los juegos, con el ejemplo ese que tantas veces vemos en el cine americano, de dos conductores que se retan a ver quién frena el ultimo, convencido seguramente, de que Sánchez tendría miedo y frenaría, en este caso cedería, como por cierto han creído unos cuantos.

 

Yo creo que se equivocó con Sánchez como se han equivocado otros. Tarquinio, pensando, como a menudo se piensa en negociaciones de toda índole, seguramente creyó, que toda oferta en la mesa es un escalón consolidado, pero su historia con la Sibila indica justamente lo contrario. Ciertamente la Sibila vendió los tres últimos libros a Tarquinio, pero el precio fue desproporcionadamente más alto que en su primera oferta. Yo creo que en estas negociaciones e Iglesias le ha pasado lo mismo. Pudo haber aceptado una magnífica oferta en el mes de junio, pero como Tarquinio pensó que podría mejorarse la oferta, sin recordar que la siguiente oferta de la sibila era ya mucho más gravosa. Seguramente pensó en clave de frenada moderna de coches acelerando, como indicaba más arriba y que en los exámenes de septiembre habría una especie de barra libre o aprobado general. O no tuvo la lucidez suficiente o le sobró soberbia como a Tarquinio.

 

Por cierto cuando escribo esto no se sabe nada.

 

 

 

 

 

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Comentarios(1):

CMM - 17-09-2019

uh, uh, uh, uh