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Opinión 07-12-2021 11:20

¿Sabes qué edad tienes? Por Dr. José Manuel Revuelta

Cuando el proceso de envejecimiento se pone en marcha, nuestro cuerpo va experimentando sus efectos, aunque el ritmo de deterioro de los órganos y tejidos es muy variable. Es un hecho conocido que la edad cronológica suele diferir significativamente de la edad biológica.

 

 

Cuando el proceso de envejecimiento se pone en marcha, nuestro cuerpo va experimentando sus efectos, aunque el ritmo de deterioro de los órganos y tejidos es muy variable. Es un hecho conocido que la edad cronológica suele diferir significativamente de la edad biológica. La edad aparente suele constituir un factor determinante en la toma de decisiones médicas, sobre la conveniencia de aplicar un tratamiento farmacológico o quirúrgico.

El envejecimiento es un proceso natural de los seres vivos que aceptamos con normalidad. Los datos estadísticos oficiales (INE) demuestran que la senectud va retrasándose en España, ya que la esperanza de vida media en 1970 fue de 70 años y en 2019 superó los 83 años, indicando que la sobrevida ha aumentado alrededor de 2,5 años por década.

En la actualidad, científicos de todo el mundo están interesados en la investigación de los mecanismos íntimos del envejecimiento para lograr retrasarlo y conseguir mayores cotas de bienestar e independencia durante la vejez. El conjunto de mecanismos que pone en marcha el proceso de envejecimiento es muy complejo y gradual, acelerados por ciertos factores externos (comida inapropiada, sedentarismo, obesidad, consumo de drogas, contaminación ambiental, etc.), apareciendo en edades más tempranas. Este proceso degenerativo va alterando las funciones normales del cuerpo humano y, consecuentemente, el necesario equilibrio fisiológico para mantener una buena salud.

Recientemente, los progresos científicos están permitiendo avanzar en el conocimiento de este asombroso proceso biológico natural, controlado por múltiples factores genéticos, inmunológicos, inflamatorios o celulares, entre otros, aún sin descubrir.

 

Los genes

En la actualidad, se conocen ciertos mecanismos relacionados con la genética que conducen al envejecimiento. Toda la información hereditaria de una persona está contenida en su genoma, formado por 25.000 y 30.000 genes almacenados en el núcleo y la mitocondria de sus células.

A lo largo de la vida, nuestras células se dividen muchísimas veces, para reponer las que van deteriorándose o muriendo. Como ocurre con una fotocopiadora de oficina que debe reproducir millones de copias, irremediablemente, algunas resultan defectuosas e inservibles. Asimismo, en el proceso de reproducción celular se producen errores en el ADN -ácido desoxirribonucléico- que provocan ciertas anomalías genéticas, algunas graves, como el cáncer, las enfermedades del corazón o neurodegenerativas. Estas mutaciones inducen ciertas alteraciones en la función normal de las células, que abandonan el orden preciso de todo el organismo humano -cáncer-, o bien afectan el funcionamiento de los órganos y tejidos por el envejecimiento -degradación celular- o muerte "apoptosis celular"-.

 

Las proteínas

Las proteínas son componentes básicos de nuestras células, por lo que sus defectos contribuyen al envejecimiento por su papel primordial en el funcionamiento del organismo humano (comunicación entre las células, formación de los anticuerpos y hormonas, etc.).

Las proteínas funcionan según la forma de plegado que adopten, de manera que según su fruncido toman diferentes formas y funciones, según las necesidades de cada momento en la vida de una persona. Se trata de un proceso físico de plegamiento o desenrollado proteico del que depende las propiedades químicas de sus aminoácidos -verdaderos ladrillos biológicos con los que están construido nuestro cuerpo-.

Los estudios científicos recientes han demostrado que muchas enfermedades relacionadas con la edad avanzada, especialmente las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas -Alzheimer, Parkinson- tienen su origen en la acumulación de proteínas desplegadas dentro de las células, lo que provoca su funcionamiento defectuoso.

 

En el organismo humano existen unas proteínas, llamadas proteínas chaperonas -del francés, chaperon, por el tocado en forma de cinta enrollada en la cabeza que usaban las mujeres-. Estas proteínas son esenciales para la vida, encargadas de ensamblar, transportar y destruir otras proteínas defectuosas. El envejecimiento reduce la actividad y síntesis de estas proteínas chaperonas, ocasionando serios problemas en la organización del conjunto de proteínas (acumulación de proteínas defectuosas dentro de las células, plegamiento anómalo de proteínas desnaturalizadas...).

Otro grupo especial de proteínas, llamadas histonas, sirven de soporte natural al ADN de los cromosomas. Cualquier modificación de los componentes químicos de las histonas -grupo acetilo- puede afectar su expresión génica, alterando la estabilidad del genoma humano y, consecuentemente, la esperanza de vida por aceleración del envejecimiento. Se ha podido comprobar que las modificaciones químicas de las histonas están relacionadas con la demencia, cáncer y enfermedades cardiovasculares -arteriosclerosis-.

Recientemente, se ha descubierto que la alteración de este sistema de control celular que puede tener un efecto negativo, acelerando el envejecimiento. La proteína P53 se encarga de la eliminación de las células cancerígenas y permite prolongar la vida al impedir su crecimiento. Sin embargo, cuanto más se activa esta proteína P53, más avanza el proceso de envejecimiento, al destruirse también una gran cantidad de células sanas, por lo que los tejidos y órganos pierden su natural homogeneidad y flexibilidad. Esto podría explicar el hecho

sorprendente que los tejidos colindantes al tumor muestren una edad biológica mayor que el resto del cuerpo, aunque aún no haya sido demostrado científicamente.

 

Las mitocondrias

El interior de las células contiene su centro energético -mitocondria- que mantiene el funcionamiento celular y la producción de ATP -adenosintrifostato-, su fuente de energía, que permite que todo el cuerpo funcione. Cuando estas mitocondrias trabajan mal, se acelera el envejecimiento, constituyendo un indicador fiable para prevenir dicho proceso. La buena comunicación entre las células y sus mitocondrias es determinante para el retraso del envejecimiento. Estas comunicaciones son imprescindibles para ir rejuveneciendo las mitocondrias degradadas con la edad.

 

El estrés oxidativo

Desde hace años, el envejecimiento se viene relacionando con el llamado ?estrés oxidativo?, causado por la oxidación de elementos que componen nuestras células. Este proceso de oxidación celular consiste en la aparición de unas moléculas denominadas ?radicales libres de oxígeno?, procedentes del oxígeno que respiramos que va perdiendo electrones, que afectan a las mitocondrias celulares. A pesar de la extensa investigación sobre el posible papel desempeñado por estos radicales libres de oxígeno en acelerar el proceso de envejecimiento, aún no existen evidencias científicas que lo puedan demostrar. Recientes estudios científicos han demostrado que el tratamiento con antioxidantes no suele tener ningún efecto beneficioso sobre el incremento de la esperanza de vida.

 

Las células madre

Las células madre son células indiferenciadas que no pertenecen a ningún órgano específico y pueden generar otras especializadas a través de la ?diferenciación celular?, permitiendo la constante renovación celular. Algunas células envejecen y mueren de forma regular y precisan ser reemplazadas (el glóbulo rojo -hematíe- vive de promedio unos 4 meses). Ciertos órganos necesitan crecer y demandan mayor número de células nuevas (el útero durante el embarazo), mientras otros están desprovistos de células madre y, por lo tanto, no pueden renovarse cuando están dañados, como el corazón.

Durante el envejecimiento, los tejidos no se regeneran con facilidad debido a una mayor dificultad en la división celular y falta de sustitución de las células dañadas. El agotamiento de las células madre de la sangre -células hematopoyéticas-, afecta el sistema inmunológico -células B y células T-, dejándonos indefensos ante cualquier infección bacteriana o viral. Esto explica la mayor incidencia de muertes en la población anciana en la pandemia por coronavirus Covid-19.

Las células madres permanecen inactivas y solo se ponen en marcha cuando son necesarias. Por tanto, el agotamiento de estas células madre constituye una de las principales causas del envejecimiento, ya que impide la renovación celular y conduce al deterioro de los órganos y tejidos. Comprender en profundidad el funcionamiento de las células madre será un tema de investigación primordial para la Medicina regenerativa en el futuro.

 

Inflamación de las células

La senectud celular va afectando su función, división e incluso su actividad, dando lugar a un agregado de células inflamatorias. Aunque esto suele ocurrir cualquier etapa de la vida, estas células envejecidas se acumulan en los órganos y tejidos con la edad, provocando determinadas alteraciones en el cuerpo humano.

Las células muertas son inmediatamente destruidas -fagocitosis-, por el eficiente y potente sistema inmunológico. Sin embargo, este sistema inmunológico pierde su eficacia con la edad, especialmente en la etapa que aumenta mucho el número de células viejas, lo que conduce a su peligrosa acumulación en los tejidos.

 

Nuevo reloj de la edad biológica

Desde hace años, se han venido utilizando diversos relojes para determinar la edad biológica de las personas, generalmente, empleando los marcadores epigenéticos, grupos químicos que marcan el ADN humano a medida que tiene lugar el proceso de división celular e inevitablemente el envejecimiento de los órganos y tejidos. La mayoría de enfermedades crónicas son causadas por la inflamación sistémica crónica.

La revista científica Nature Aging ha publicado una nueva herramienta que evalúa con precisión el estado de salud, mediante la determinación de la inflamación crónica de los órganos y tejidos del cuerpo humano. Este nuevo reloj de la edad -iAge®-, desarrollado por el equipo que dirige el Dr. David Furman de la Universidad de Stanford en California, EE.UU., puede predecir si estamos en riesgo de padecer ciertos trastornos relacionados con el envejecimiento, como las enfermedades cardiovasculares y/o neurodegenerativas. Este novedoso reloj biológico se basa en el análisis computarizado de 50 datos relacionados con la inflamación crónica tisular, como transcripciones del genoma, proteómica, HLA-ómica, enumeración celular, fenómica funcional, etc., que denominan Proyecto 1000 Immunomes. https://doi.org/10.1038/d41586-021-01915-x

Estos científicos utilizaron la edad cronológica y la información completa de la salud de los participantes, combinados con un algoritmo de aprendizaje automático, para identificar los marcadores de proteínas en la sangre que señalan con mayor precisión la inflamación sistémica. En particular, identificaron la proteína de señalización inmune -citocina CXCL9-, producida principalmente por el revestimiento interno de los vasos sanguíneos -endotelio-, como una de las responsables principales en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares. Esperan que la inflamación sistémica crónica pueda tratarse e incluso curarse, por lo que esta novedosa

herramienta iAge® ayudará a determinar quiénes pueden beneficiarse del tratamiento médico para prolongar su vida con buena salud.

 

El reloj iAge® se basa en la idea de que a medida que vamos envejeciendo, nuestro cuerpo experimenta una inflamación crónica generalizada, proceso natural que causa un desgaste progresivo de las células de los órganos y tejidos. Las personas que tienen un sistema inmunológico saludable suelen neutralizar o enlentecer esta inflamación sistémica, mientras que otras envejecen con mayor rapidez al carecer de unas buenas defensas inmunológicas.

Según el Dr. Deep Dixit del Departamento de Inmunología de la Facultad de Medicina de Yale de EE.UU., ?Nuestro sistema inmunológico es fundamental, no solo para predecir el envejecimiento, sino también para determinar el mecanismo íntimo que lo impulsa?.

No podemos detener el tiempo, aunque es posible ralentizar nuestro reloj biológico interno, midiendo y tratando la inflamación crónica que envejece nuestros órganos y tejidos. El conocimiento de los factores que participan en el complejo proceso del envejecimiento, junto con los avances científicos de la Bioquímica y la Biología Molecular lograrán ir retrasando nuestra senectud, ofreciendo mayor y mejor calidad de vida, en un futuro no lejano.

Una vez más, la Ciencia se muestra como fuente de vida y bienestar.

 

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía. Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

 

Parte de este artículo de divulgación científica ha sido publicado en el periódico Andalucía Información.

 

 

 

 

 

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Comentarios(2):

PAD - 07-12-2021

¡Magnífica lección, Profesor! Y es una reflexión sobre nuestra propia existencia y un buen impulso para desarrollar una existencia más optimista y una vida lo más sana posible para saber disfrutar del presente y sonreir ante el futuro...

CMM - 06-12-2021

Gran artículo Jose Manuel desde el principio al final y su temática más que atractiva , el envejecimiento desde el conocimiento científico.Y es que algunos no queremos llegar a viejos Jose Manuel nos resistimos. Ya hablaré contigo entre bola y bola en el campo de la humildad de nuestro sempiterno espíritu joven y la mente despierta que se tiene cuando pases cierta edad pero no nos confundamos. no es cuestión de la edad se tiene o no se tiene ese espíritu de creer en la vida . El artículo es mucho más que brillante porque lo más importante es como hemos comentado muchas veces bajar al conocimiento del lector y su propio sentimiento Y explicas y das respuestas a cuestiones que muchas veces nos formulamos. Muchas gracias por tu artículo yo me encuentro todavía entre los aprendices de la vida