Noticias de Cantabria
Opinión 07-01-2025 06:14

¿QUÉ UNIÓN EUROPEA QUEREMOS? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Estamos entrando en una Unión Europea, que no responde a la tradición ni al sentir de la sociedad. Es claro que no se está construyendo aquella sociedad que habían pensado los primeros que concibieron esta idea: Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide de Gasperi, observando, al finalizar la segunda Guerra Mundial, el desastre a que se había llegado. Aquellos ideales parece que se han perdido, y hoy día se necesita una reflexión para volver a end

 

Estamos entrando en una Unión Europea, que no responde a la tradición ni al sentir de la sociedad. Es claro que no se está construyendo aquella sociedad que habían pensado los primeros que concibieron esta idea: Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide de Gasperi, observando, al finalizar la segunda Guerra Mundial, el desastre a que se había llegado. Aquellos ideales parece que se han perdido, y hoy día se necesita una reflexión para volver a enderezar la marcha de la Comunidad Europea.

Es necesario elaborar una comunidad más cercana a las necesidades de los ciudadanos, para ello será conveniente volver a repensar la marcha que ha tenido estos últimos años, ver lo que se ha hecho y valorar la situación en que estamos. Llega el tiempo de realizar una autocrítica de lo que no está funcionando.

En estos momentos el futuro de Europa no se ve claro. Se han introducido unas ideologías dominadoras, alejadas de la vida real de la sociedad: un feminismo que lleva a la destrucción de la naturaleza humana, en especial de la mujer, pues no responde a lo que la naturaleza ha dispuesto, sino al capricho de cada individuo; un cambio climático que no expresa nada, pues es cierto, que cada día hay una distinta temperatura, pero en los siglos que conocemos de historia, el clima ha sido normal con alguna variación que nunca ha sido problemático, y ¿por qué habrá de ser ahora siniestro total? ¿a qué intereses responde?; un naturalismo contrario a lo que ha sido la marcha de la evolución del hombre, con un proteccionismo de las fieras, por el que se está destruyendo la labor de los agricultores de nuestros campos, o una consideración de los ríos que hemos visto a donde nos lleva con la dana que hemos visto en Valencia, por una falta de previsión de la Administración; y la creación de unos autoritarismos, que conducen claramente a dictaduras o tiranías. Todo ello, contrario a la consideración de las personas y al desarrollo secular de la sociedad europea, por lo que el futuro de Europa exige unos cambios de dirección.

Por lo que estamos ante una magnífica oportunidad para determinar el rumbo que debe tomar de ahora en adelante la Unión Europea: una corrección de ideales donde se comprometan los ciudadanos, la sociedad civil, las instituciones, y, sobre todo, los representantes de las naciones que asisten a sus reuniones. Tener como objetivo dar una nueva orientación al futuro de la Comunidad Europea, conservando las ideas tradicionales de lo que es la democracia como definieron nuestros clásicos de la Escuela de Salamanca del siglo XVI, quienes dieron las definiciones de lo que es una sociedad democrática y las líneas de la economía de nuestra sociedad.

Hay que partir de que Europa es una realidad cultural que se ha creado a través de muchos siglos, constituida en organización política y económica supranacional y regulada por acuerdos en varios tratados. Se trata de una entidad dirigida y gobernada por decisiones políticas, y nos hallamos en el momento oportuno para delimitar el rumbo que ha de tomar, si queremos que siga siendo una unidad cultural, como ha sido hasta estos tiempos. Hay un verdadero temor, de la forma de actuar que se ha seguido en estos últimos tiempos, ante la deriva hacía la destrucción de la persona que ha propiciado con la multiculturalidad que se quiere imponer, y que supondría dejar de ser lo que fue Europa.

Se ha de proponer como objetivo construir una Unión Europea dirigida básicamente a responder a las necesidades de sus ciudadanos, para ello hay que profundizar en la historia que ha vivido, y comprender al nivel cultural a que ha llegado, y embeberse en los principios que ha ido elaborando para crear una sociedad en igualdad y libertad.

Conocida la división política que se ha dado en el devenir de la historia de Europa, es necesario fomentar la mayor cohesión de todos los pueblos. Coherencia que no se alcanzará con las nuevas ideologías que se tratan de imponer, sino profundizando en la ideología que ha sido la que ha dado unidad a la cultura europea. Ésta ha sido la tradición del ideal cristiano, quien fomentó el desarrollo de la cultura y el hermanamiento de los pueblos. Observando la idea de los tres creadores de esta institución, es claro que acordaron una unidad de naciones porque tenían una ideología cristiana que les llevó a idear este proyecto.

No hay que proponer nada nuevo, y menos seguir las nuevas ideologías destructoras de la persona que están prevaleciendo. Es necesario estudiar la historia que se ha vivido durante siglos, y que ha llegado a determinar la identidad europea fundamentada en la tradición, de lo que aún se conservan costumbres y formas de comportamiento y que han creado un modo de vida. Esta cultura se ha caracterizado por un arte monumental, pictórico y literario que definen la altura que se ha alcanzado. Por lo que ahora es necesario, que estos grandes valores sean asumidos por nuestros dirigentes políticos para conocerlas, recordarlas y asumirlas en las decisiones que se han de tomar en la marcha de la labor diaria. Es esencial descubrir el amor a lo que constituye nuestra casa, construida por una tradición de siglos.

En último lugar, es cierto que hay una unidad cultural, por lo que, en estos momentos de una multiculturalidad destructiva de nuestra esencia, se presenta la necesidad de aglutinar a las naciones europeas, y olvidar la diversidad de naciones que constituyen Europa, que durante siglos han luchado por sus distintos caracteres, y aunque no debemos tratar de borrar estas diferencias y uniformarlas, pues es necesario respetar lo que cada nación ha sido a través de historia.

La fuerza y la grandeza de Europa consiste sustancialmente en que está constituida por tradiciones diferentes, que, conservándolas como tales, han de llegar a coordinarse en valores compartidos, y en estos momentos estamos en una situación de decidirnos por revitalizar ideas que respondiendo a la tradición puedan esbozar nuevos proyectos.

Sé el primero en comentar